Una fuera de serie
Por: CARMEN FERNANDEZ
Nueva, 1998
A los veintitres años hizo su primer trabajo en la Polinesia y sus investigaciones sacudieron los conceptos de la sociedad occidental en los años 30. Ademas, logro popularizar una ciencia como la antropologia, y sus experiencias de vida la destacan como una de las pioneras del siglo.
A lo largo de su vida, Margaret Mead concedio tantas entrevistas como una actriz de Hollywood, enfrento los peligros de la selva y la violencia de los huracanes. En 1929, en Nueva Guinea, convivio con tribus que solo tres años antes reducian cabezas y practicaban el canibalismo. Su espiritu aventurero la llevo a explorar nuevos mundos, revelar nuevas culturas y -de paso- revitalizar la antropologia gracias al revuelo creado por sus investigaciones sobre el comportamiento sexual de niños, adolescentes y adultos (su libro Adolescencia y cultura en Samoa se convirtio en un clasico leido por los publicos mas dispares).
Margaret Mead era una jovencita cuando llego a Samoa, en la Polinesia, para hacer su primer trabajo de campo. Tenia veintitres años y era muy menuda. Habia cortado su pelo para estar a tono con su nuevo estilo de vida y con los aires de audacia que corrian en los años 20, cuando las mujeres comenzaron a acortar sus faldas, escuchar jazz en bares clandestinos y beber codo a codo con los hombres.
La antropologa prefirio otro tipo de transgresion. Recordando su primer viaje a Samoa, escribio: "Durante el verano de 1925, cuando me despedi de mi familia y de mi marido, Luther Cressman, contaba con el valor que da la total ignorancia. Habia leido todo lo que se habia escrito sobre los pueblos de las islas del Pacifico, conocidos en el mundo occidental a traves de los viajes del capitan Cook, y me interesaban profundamente los procesos de cambio cultural. Nunca habia viajado en barco, hablado un idioma extranjero o permanecido sola en un hotel. En realidad, no habia estado sola ni un solo dia de mi vida".
Su objetivo era investigar hasta que punto las emociones y tensiones de la adolescencia son biologicamente determinadas, y hasta que punto puede modificarlas la cultura en la que crecen los adolescentes. La joven compartio las viviendas de jefes de tribus y sus familias, durmio sobre esteras y supo adaptarse a cada desafio. "Por las noches bajaban un gran mosquitero sobre la ÔcamaÕ y aseguraban las esquinas con piedras. De este modo perros, gatos y pollos, que andaban por toda la casa durante el dia, se mantenian alejados", relato en Cartas de una antropologa.
Como parte de esa nueva vida tambien debio meterse dentro de un tanque de agua para recibir a un bebe que nacio en medio de un huracan e internarse en el mar con los nativos, soportando tanto el sol intenso como la lluvia. "Las muchachas se marearon muchisimo -conto despues-, pero yo apoye la cabeza en una bolsa llena de productos envasados y con la oreja contra una lata de salmon y la sien sobre otra de ciruelas secas, disfrute del trayecto de tres horas por mar abierto."
Discipula de Franz Boas -uno de los fundadores de la antropologia moderna-, no decepciono a quien fue su maestro en la Universidad de Columbia. Porque Margaret, entre anecdotas y aventuras, se dedico a desarrollar y perfeccionar los metodos de trabajo, usar tambien la fotografia y hacer preguntas que antes nadie hacia. Ademas, centro su interes en temas que se consideraban entonces totalmente secundarios: el papel de las mujeres, de los niños y las diferencias culturales entre los sexos.
El resultado no se hizo esperar. Cuando en los años 30 publico Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas, origino una verdadera revolucion. El libro es un estudio de tres tribus de Nueva Guinea que muestra como los roles sexuales pueden ser completamente diferentes. En la primera tribu, hombres y mujeres se comportaban de una manera afectuosa y maternal. En la segunda, ambos sexos se mostraban violentos y agresivos. En la tercera, los varones actuaban segun el estereotipo femenino occidental: iban de compras, se ondulaban el pelo y tenian debilidad por los chismes, mientras las mujeres no usaban ningun tipo de adorno y eran de personalidad energica y dominante.
Margaret Mead dedujo que las diferencias de comportamiento basadas en el genero (femenino y masculino) no eran naturales ni geneticas, sino ante todo culturales: con su trabajo contribuyo enormemente a liberar a la mujer, y tambien al hombre, de los estereotipos sexuales, y fue pionera de uno de los conceptos mas valiosos del pensamiento moderno: la valoracion de lo distinto. "Cada diferencia es de gran valor y digna de aprecio", escribio decadas antes de que comenzaran los movimientos en favor de las minorias.
A maxima velocidad
Margaret Mead nacio en Filadelfia -Estados Unidos- en 1901. Su padre era un economista que publico cinco libros y su madre, una sociologa que lleno trece cuadernos con analisis y comentarios sobre el comportamiento de su hija, ademas de dedicarse al estudio de las familias de inmigrantes italianos. Cuando cumplio dieciseis años, Margaret habia vivido en sesenta casas diferentes y comido almuerzos preparados por ciento siete cocineras distintas. Sus padres tenian que mudarse a menudo por razones laborales y la falta de estabilidad tuvo sus consecuencias: era una chica rebelde, apasionada y violenta que solia pegar patadas a las puertas.
Solo la figura de su abuela, segun reconocio cuando ya se habia convertido en una celebridad, ejercio en ella una influencia positiva en esos años tormentosos: "Ella me dio el sentido de las ciencias naturales y me enseño Botanica, pero no tenia inclinacion alguna hacia el estudio de pueblos exoticos. Creo que al principio visualice a mi abuela como el centro de mi auditorio, la persona que yo queria que comprendiese mejor mi trabajo y a quien mas costaria convencer de que mi eleccion de ser antropologa era excelente".
La rebeldia la llevo a otros desafios mas importantes. A los once años se empecino en bautizarse contra la voluntad de sus padres -que no eran creyentes- y a los veintidos se caso, tambien contra la opinion familiar, con un joven sacerdote protestante, Luther Cressman. Ademas insistio en mantener su nombre de soltera, lo que era un verdadero escandalo para la epoca, y siguio desafiando las reglas al casarse y divorciarse tres veces.
Gregory Bateson -su ultimo marido, tambien antropologo- fue a quien mas amo. Era alto, elegante, atractivo y con el tuvo, a los treinta y ocho años, a su unica hija, Catherine. Cuando se separaron, por decision de el, Bateson confeso: "Yo no pude seguirla y ella no pudo parar". Sin duda fue muy diplomatico al hacer esa declaracion a la prensa, pues era de conocimiento publico que Margaret habia interrumpido en muchas oportunidades las clases de antropologia que el daba en la universidad para corregirlo y contradecirlo ante sus alumnos. En una ocasion, el llego a abandonar una clase para dejarla en manos de ella.
Mandona, invasora, obsesiva, tambien supo ser "una chica dura" que jamas se quejo de las tremendas condiciones de vida que enfrento, durante largas temporadas, en lugares remotos y primitivos, comiendo lo que podia estar disponible y recibiendo noticias de la civilizacion cada seis semanas. "Cuando llegaba el barco con el correo -escribio-, un enorme paquete de setenta u ochenta cartas, yo, muda de asombro, las miraba dispersas sobre mi cama, tratando de cobrar valor para recibir las noticias y las preguntas que contenian, cualquiera fuera su naturaleza."
Tampoco se quejo en sus libros del delirio intermitente de la malaria. Margaret Mead sufrio toda su vida paludismo, una enfermedad adquirida durante sus nueve primeros meses en Samoa. Y tal vez no lo hizo porque la consideraba parte de los riesgos de la vida que habia elegido, como caminar una noche detras de dos hechiceros cargando una linterna y un cuaderno de apuntes "mientras el humo nos hacia arder los ojos, los mosquitos nos picaban sin cesar y tropezabamos con las colas de los cocodrilos".
En todo caso, vivia intensamente, como siempre se lo habia propuesto. Cuando era estudiante en la Universidad de Columbia, mientras sus compañeras de cuarto se quedaban charlando hasta la madrugada, Margaret se dormia a las diez de la noche "para poder llegar pronto al dia siguiente" y hacer productivo cada minuto. Ya famosa, esta mujer que popularizo la antropologia contando anecdotas sabrosas de su experiencia a diarios y revistas, se levantaba todos los dias a las cinco de la mañana y antes de llegar a su oficina del Museo Americano de Historia Natural, ya habia escrito tres mil palabras.
Su extraordinaria vitalidad -que puede explicar muy bien la frase de Bateson- la llevo a publicar 39 libros, 1.397 articulos y realizar 43 obras filmadas o grabadas. Ademas de sus investigaciones de campo en quince lugares remotos, encontro tiempo para dar clases en distintas universidades, participar en todo tipo de conferencias y dirigir el Comite de Habitos Alimentarios, organismo oficial que luego se convirtio en la UNESCO.
En 1977, cuando ya habia cumplido setenta y seis años, viajo a Bali, a Vancouver y a Brasil. Aunque mantenia intactas su curiosidad y su energia, su imagen fisica habia cambiado totalmente. Desde que en 1960 se quebro una pierna debio usar baston -una larga horquilla de castaño hecha para ella en una aldea-, y con los años engordo mucho.
A principios de 1978 le descubrieron un cancer de pancreas, pero siguio trabajando desde la madrugada, como era su costumbre, llenando su agenda de compromisos, entrevistas y conferencias. Murio seis meses despues.
La energia de Margaret Mead, sin embargo, sigue intacta en su obra y en esta definicion: "Para el antropologo que vive en el interior de una aldea y despierta con el cantar del gallo o el ritmo de los tambores, que permanece despierto toda la noche cuando el pueblo se divierte "todo lo que ocurre" se transforma en datos, una vez registrados los hechos por medio de la escritura, la fotografia o la cinta magnetofonica".
Sus investigaciones trascendieron los datos de un frio estudio cientifico. Ella aporto el valor de las personas, sus creencias y sus problemas, el peso de los elementos cotidianos, y posibilito el encuentro entre distintas culturas.
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