Salvador Seguí, el “Noi de Sucre” (el chico del azúcar) es una de las mayores leyendas del sindicalismo revolucionario en general y de Cataluña en particular, un ejemplo que siguió vivo a través del tiempo en el corazón de los sindicalistas que han tratado de unir la lucha con la inteligencia, la autonomía con la unidad. Está vivo por ejemplo en la lucha de los compañeros de SEAT que persisten en su huelga de hambre alumbrando conciencias dormidas.
Salvador Seguí Rubinat, conocido
también como el «Noi de Sucre», siguió estando presente en la memoria
de los que trataron de seguir su ejemplo. Era un nombre que se sentía
entre los trabajadores en la España del silencio y el terror
franquista…Para Francecs Pedra, mi “papá” político, era como alguien de
la familia, y en la primera ocasión que tuvo me llevó a la calle
Carretas, al lugar justo donde fue asesinado por sicarios de la
patronal. Un lugar en el que durante mucho tiempo no faltaron ramos de
flores, depositadas por las compañeras a las que el sistema las obligaba
a ejercer la prostitución, y con las que Salvador, mostró siempre una
sensibilidad reivindicativa.
Su intensa vida militante llena toda una época del sindicalismo catalán del que sería su figura más destacada; su trayectoria todavía es base de una amplia
controversia sobre sus ribetes más o menos políticos e ideológicos
(Lleida, 1887-Barcelona, 1923). Su formación escolar acaba a los 12 años
después de la cual entre a trabajar como aprendiz de pintor, salta de
taller en taller por su espíritu «contestatario» y trabaja como pintor
de brocha gorda. Ya en 1902, el «Noi» sufre su primera detención por su
participación en una huelga del metal y actúa junto con los grupos
específicos más audaces y violentos. En 1904 utiliza su seudónimo por
primera vez (que se atribuye a su gusto por el azúcar), en artículos y
discursos. En 1907 será encarcelado por siete meses en el cuadro de los
enfrentamientos con el «lerrouxismo», siendo involucrado en los hechos
del teatro Condal. No está demostrada su participación en la Semana
Trágica aunque sí que tuvo que refugiarse en Gualva o Palautorderá.
Participa en la formación de Solidaridad obrera como delegado en el
congreso de 1908 y en la creación de la CNT, así como en la huelga
general de 1911, año en el que asiste, en Marsella, a un encuentro
proletario internacional…
Su actividad será
ciertamente incesante: motín del hambre de 1914, campaña Queraltó,
Asamblea de Valencia, Pacto de Zaragoza de 1916, preside el sindicato de
la construcción barcelonés, impulsa el movimiento sindical en su
patria chica; secretario de la CNT catalana en 1916, ofrece numerosas
conferencias y mítines por toda Cataluña. En 1917 inspira la línea
confederal en el comité de huelga en alianza con la UGT (como ya había
ocurrido el 16 de diciembre de 1916, como consecuencia del Pacto de
Zaragoza), y preconiza la proclamación de la República, la supresión del
Ejército, la separación de la Iglesia y el Estado y otras
reivindicaciones obreras tradicionales…
En 1918,
Seguí será el artífice del determinante Congreso de Sants abogando por
los sindicatos únicos, y su prestigio sobrepasa ampliamente el cuadro
anarcosindicalista. Hombre bohemio, capaz de pasar desapercibido
delante de un grupo de sabuesos con su elegancia «burguesa», será en
1919 el «cerebro» del principio y del fin de la mítica huelga de «La
Canadiense», lo que le valdrá el primer tropiezo de importancia con el
sector más anarquista que le atribuye ambiciones políticas… Este mismo
año dará un famoso discurso en Madrid en el que afirmará que era el
momento de constituir una organización sólida y de elaborar un programa
revolucionario realista. Para ello se necesitaban militantes preparados
intelectualmente y no sólo agitadores y activistas.
En la conformación ideológica de Seguí hay una inicial componente nietzscheniano. Al parecer, su «Biblia» fue Así hablaba Zaratrusta,
que asume el anarquismo como postura de un grupo movido por un ideal
superior de perfección humana capaz de impulsar como un resorte la
acción de minorías superiores dentro de los sindicatos. Orador
excepcional —será recordado con fervor por los que le escucharon—,
militante integral y de gran valor, fue también reflexivo y un táctico
capaz de pensar, a través de las experiencias por encima de los
arquetipos teóricos. En su ideario básico concurren diversos criterios
como el que la clase obrera necesitaba una mayor formación cultural y
militante para estar preparada para la revolución; que la clase obrera
no es antipolítica per se sino contraria a las normas políticas
tradicionales burguesas; que para conseguir objetivos mínimos o
intermedios era muy importante establecer una política de alianzas,
principalmente con los otros sindicatos, pero también con los grupos y
partidos con los que existan intereses comunes transitorios…
Seguí
distingue entre anarquismo y sindicalismo: «El Sindicalismo es la
base, la orientación económica del anarquismo. La Anarquía no es un
ideal de realización inmediata. No la limita nada. Por su extensión
espiritual es infinita. Admitiendo que el anarquismo, a través de los
tiempos, pudiera ser una realidad, no dudéis de que antes dé margen a
la creación de otras concepciones y otras escuelas, nacidas, desde
luego, de la primitiva concepción de la idea. El anarquismo no llegará a
plasmar en realidad su verdadera filosofía. Sería tanto como definirlo
y limitarlo, y eso no (…) Claro que el sindicalismo no es anarquismo.
Pero sí es una gradación del anarquismo… No son los grupos anarquistas,
ni las organizaciones estatales, quienes han de organizar y
regularizar la producción. Son los sindicatos…Distribuirán y
normalizarán la producción, el consumo y el cambio… No desesperemos,
pues el calvario ha de ser largo». De hecho, todavía queda casi todo por
hacer.
En 1919, Seguí se mostró contrario a
adherirse, al menos no sin matices y reservas, a la Internacional
Sindical Roja, y en 1920 se trasladó a Tarragona, llevando luego un
extenso y animado viaje de propaganda por el Levante y por Andalucía
(110 intervenciones), lo que le lleva, nuevamente, a la cárcel de la
que no saldrá hasta abril de 1922. Hace entonces una nueva campaña de
propaganda, esta vez por Cataluña y Baleares y firma el famoso
documento de la Conferencia de Zaragoza de 1922 que propone que la CNT
declare: «Que siendo un organismo totalmente revolucionario que rechaza
franca y expresamente la acción parlamentaria y colaboracionista con
los partidos políticos, es a la vez integral y absolutamente política,
puesto que su misión es la de conquistar sus derechos de revisión y
fiscalización de todos los valores evolutivos de la vida nacional, y, a
tal fin, su deber es la de ejercer la acción determinante por medio de
la coacción derivada de los dispositivos y manifestaciones de fuerza
de la CNT».
En 1923 se publica póstumamente su
novelita Escuela de rebeldía, muy en línea del estilo naif de la época.
Muere asesinado por pistoleros del dúo Martínez Anido-Arleguí, que con
ello querían descabezar el movimiento anarcosindicalista y las
posibilidades de un frente democrático y obrero… Por mucho tiempo el
lugar del crimen será cubierto de flores entre las que no faltarán las
de las prostitutas ante las que Seguí siempre manifestó una actitud
sensible y valiente. Valdría la pena hablar de todo esto con una
película que lo permite: La verdad sobre el caso Savolta, de Antonio Drove que, a pesar de todos sus defectos, es lo más honesto que el cine española ha ofrecido sobre aquella época.
Su
legado será reivindicado por los «trentistas» y denostado por algunos
faístas, asimilado de manera muy controvertida hacia una orientación
catalanista y política-populista por Pere Foix autor de una obra muy
valiosa sobre el sindicalismo catalán Apostols i mercaders
en tanto que el sector comunista antiestaliniano, en particular por
“Qim” Maurín, mientras que Nin tenía “en cartera” un libro sobre
Salvador cuando fue asesinado…Todos ellos entiende que con sus
planteamientos hubiera sido posible un frente único obrero como en el
que en agosto de 1917 puso la mayoría obrera en marcha, comoel que 1934
alumbró la huelga insurreccional de Asturias, finalmente, trágicamente
sola en buena medida por el alma sectaria de la FAI.
Aparte
de los libros de Viadiu y Foix sobre Seguí, son también importantes
los de: Manuel Cruells. Salvador Seguí, el «Noi de Sucre» (Ariel. BCN,
1974) Josep Mª Huertas Claverias, Salvador Seguí. Materiales para una
biografía (Laia, BCN, 1974), Isidre Moles, Salvador Seguí. Escrits (62,
Barcelona, 1975), en el que se recoge un buen número de trabajos
suyos, lo mismo que en la edición de un joven Antonio Elorza, Artículos
madrileños de Salvador Seguí (Cuadernos para el diálogo Divulgación
Universitaria, nº 103, Madrid, 1976). Pequeña Biblioteca ha publicado
las conferencias de Seguí y Pestaña en el Ateneo de Madrid (4-10-1919)
con un prólogo de Enric Olivé i Serret (Palma de Mallorca, 1978), y la
lista sigue, de ahí que libros como Història d'un sindicalista,
una buena selección de textos de Salvador Seguí tendría que estudiarse
en las escuelas, al menos en las escuelas del sindicalismo. Y tendría
que haber una en cada barrio.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
http://www.kaosenlared.net/noticia/memoria-viva-de-salvador-segu
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