Escritora anarquista y feminista estadounidense, considerada precursora del feminismo individualista. Una referencia en temas tan actuales como la objeción fiscal a los gastos militares, los modelos de feminidad y la lucha contra la esclavitud sexual. Sus obras e incluso su nombre han estado muy cerca del olvido más absoluto, teniendo que pasar más de 50 años para que sus escritos fueran rescatados, coincidiendo precisamente con los movimientos feministas.
Voltairine
de Cleyre nació el 17 de noviembre de 1866, justo después de acabar la
Guerra de Secesión, en un pueblo llamado Leslie, Michigan. Era la mayor
de dos hermanas nacidas de un inmigrante francés llamado Hector de
Claire, que trató de ganarse la vida como sastre y su esposa, Harriet.
Su padre, que en su juventud en el norte de Francia había leído y admirado profundamente las obras de Voltaire, decidió llamar a su primera hija como el eminente autor francés. Le enseñó a leer y escribir tanto en francés como en inglés y advirtió que Voltairine tenía una gran inteligencia y un talento inusual para el trabajo escolar de todo tipo.
Su padre, que en su juventud en el norte de Francia había leído y admirado profundamente las obras de Voltaire, decidió llamar a su primera hija como el eminente autor francés. Le enseñó a leer y escribir tanto en francés como en inglés y advirtió que Voltairine tenía una gran inteligencia y un talento inusual para el trabajo escolar de todo tipo.
En 1878,
cuando Voltairine tenía 12 años, su padre se encontró frente a una
oportunidad inesperada: si estaban dispuestos a mudarse a Port Huron, un
pueblo maderero y astillero a unas 120 millas al este, podría ganar
muchísimo más dinero, al ser allí sus servicios de sastrería, más
necesarios y apreciados. El problema es que su mujer no le acompañaría,
por encontrar la atmósfera bucólica de un pueblo granjero más de su
gusto que un bullicioso puerto. Y así fue como Harriet permaneció en
Leslie con Adelaida, su hija menor y Hector se trasladó a Port Huron con
Voltairine, acordando con su mujer, que esto sería lo mejor, dadas las
circunstancias. Con lo que Hector ganaba en Port Huron, podía mantener
dos casas y podía ejercer su influencia autoritaria frente a lo que él
llamaba la naturaleza “inquieta” de Voltairine y su marcada tendencia a
la “obstinación”.
Al año, su
padre decide matricular a Voltairine en un convento de alto nivel, el
Convento de “Nuestra Señora de Port Huron”, en Canadá. Hector parece
desear dar a su hija intelectualmente dotada la mejor escuela que podía
permitirse, pero está claro en las cartas que escribió a su esposa que
también creía que unos años detrás de los muros del convento curarían a
Voltairine de lo que él consideraba la “imprudencia e impertinencia, muy
prominentes en ella”. Además, escribió en otra carta, ” el convento le
refinaría, y así tendría modales y sabría cómo comportarse y abandonaría
la pereza, un amor por la indolencia, que era también amor por basura
como libros y estudios de Historia”. También esperaba que “le daría idea
de las propiedades del orden, las reglas, las regulaciones, el tiempo y
el trabajo, que como sabes ella necesita”.
Voltairine
se resistió a la decisión de su padre, escapándose del convento,
cruzando a nado el río Port Huron hacia la casa de su madre, antes de
cometer el error de contactar a unos amigos de la familia, de los que
esperaba que le ofrecieran algo de comer y un lugar donde pasar la
noche. Por el contrario, éstos informaron a su padre y le enviaron de
vuelta al convento. Destacó en sus estudios y se graduó con honores
cuatro años más tarde, a los 17, pero internamente no se rindió nunca.
El tiempo que pasó encerrada en aquel convento desarrolló en ella el
convencimiento de que las religiones se fundamentaban en la represión.
Mientras estaba allí escribió:
“he
visto a los intelectos más brillantes, intelectos que podrían haberse
convertido en relucientes estrellas de las galaxias del ingenio,
sometidas bajo el peso de las cadenas, constantemente ninguneadas y
menospreciadas, dejadas perder…”.
A los 19
años dejó el convento convertida en una atea convencida. Se traslada a
vivir con su madre y empezó a escribir en una revista semanal
librepensadora llamada “The Progressive Age”. Enseguida se unió al
equipo editorial, y tan pronto como sus ingresos fueron suficientes como
para sostenerse, dejo la casa materna y se fue a vivir al oeste de
Michigan.
Sus
artículos en “The Progressive Age” le llevaron a dar conferencias y en
pocos meses, recorría el oeste de Michigan enseñando sobre Tom Paine y
ateísmo, entre otros asuntos. Su biógrafo, Paul Avrich, señala que
“siendo una antigua alumna en un convento, era una oradora especialmente
eficaz, ya que podía hablar por experiencia propia, igual que los
esclavos fugitivos que realizaban las reuniones abolicionistas antes de
la Guerra de Secesión”.
Los
discursos de Voltairine llevaban a más discursos y a oportunidades de
escribir para otras publicaciones. De acuerdo con Sharon Presley,
coeditor de una reciente antología de textos de Voltairine, estas otras
publicaciones incluían The Freethinkers Magazine, Freethought y The
Truth Seeker.
A medida que
crecía su reputación, sus discursos, incluyendo frecuentes viajes para
la “American Secular Union”, una organización librepensadora nacional,
le llevaron a muchos estados del Medio-Oeste y del Este”. Entre los
muchos asuntos que se trataban habitualmente en los círculos
librepensadores estaban el matrimonio, la sexualidad, el control de
natalidad, los derechos de las mujeres, las relaciones raciales, la
relaciones de trabajo (…) y la relación del individuo con el estado”.
La “American Secular Union”, contrató como profesora a Voltairine que, al principio de su carrera, ponía su acento en la separación de la iglesia y el estado y aparecía como una joven estrella naciente en el movimiento librepensador, un movimiento ecléctico que incluía ateos, agnósticos y deístas, así como pensadores religiosos, que compartían un desdén por el dogma religioso como fuente de verdad o autoridad, un rechazo de los milagros bíblicos y la divinidad de Jesús, un compromiso activista agresivo a favor de la separación de iglesia y estado y una insistencia en que el progreso humano depende del ejercicio de la razón de cada individuo incluso respecto de las cosas consideradas más sagradas.
La “American Secular Union”, contrató como profesora a Voltairine que, al principio de su carrera, ponía su acento en la separación de la iglesia y el estado y aparecía como una joven estrella naciente en el movimiento librepensador, un movimiento ecléctico que incluía ateos, agnósticos y deístas, así como pensadores religiosos, que compartían un desdén por el dogma religioso como fuente de verdad o autoridad, un rechazo de los milagros bíblicos y la divinidad de Jesús, un compromiso activista agresivo a favor de la separación de iglesia y estado y una insistencia en que el progreso humano depende del ejercicio de la razón de cada individuo incluso respecto de las cosas consideradas más sagradas.
A partir de
1880 se verá fuertemente influenciada por Thomas Paine y sobre todo por
Mary Wollstonecraft. Dos experiencias marcaron su personalidad: un
discurso del abogado Clarence Darrow sobre el socialismo, que supuso su
primer encuentro ante la problemática obrera y la ejecución de los
anarquistas de Chicago, acusados del bombardeo de Haymarket en 1886.
Como para muchas personas de su generación, la injusticia de Haymarket
supuso la consolidación de su anarquismo. Ocho hombres fueron juzgados
si bien no fueron los responsables. Aún así, se les consideró culpables,
siendo el veredicto el producto de testimonios perjuros, un jurado
presionado, un juez parcial y la histeria pública.
A pesar de las peticiones de clemencia y
las apelaciones a tribunales superiores, cinco de los acusados fueron
condenados a muerte y los otros a largas penas de prisión. Uno de los
cinco condenados a muerte se suicidó en su celda la noche antes de la
ejecución prevista. Los cuatro restantes condenados fueron ahorcados
como estaba previsto. Finalmente, en 1893, después de siete años tras
las rejas, se otorgó oficialmente un indulto a los tres anarquistas de
Haymarket restantes por parte del gobernador de Illinois, John Peter
Altgeld, que acabó con su propia carrera política al hacerlo.
En realidad,
el tribunal condenó a los hombres por propugnar una idea: la idea de
que la vida humana sería mejor sin el Estado, una idea que se creía que
había influido en quienes hubieran lanzado esa fatídica bomba a la
policía de Chicago. Los cuatro ejecutados murieron por haber cometido
los que George Orwell llamaría, muchos años más tarde, un “crimen de
pensamiento”.
La ejecución horrorizó a Voltairine de
Cleyre, más aún porque ella misma, aún no convertida a la causa
anarquista en el momento en que tuvo lugar la revuelta, había pedido
precisamente que esa pena se les impusiera a los sospechosos del caso.
Al ver los titulares del periódico: “Anarquistas lanzan una bomba a la
multitud en el Haymarket de Chicago”, se unió al grito de venganza.
“Tendrían que colgarlos”, declaró, palabras de las que se arrepintió el
resto de su vida. “No me perdonaré nunca esa frase ignorante, vergonzosa
y sedienta de sangre”, confesó en el catorce aniversario de las
ejecuciones, “aunque sé que los muertos me habrían perdonado, aunque sé
que quienes les aman me perdonan. Pero mi propia voz, tal y como sonó
esa noche, resonará en mis oídos hasta que muera: reproche y vergüenza
amargos”.
Cualesquiera
que puedan haber sido sus motivos, puede decirse que una vez que
Voltairine se unió a la causa libertaria, se convirtió en una de sus
defensoras más conocidas. Era una prisionera de 14 años en un convento
cuando Benjamin R. Tucker publicó Liberty e inauguró el primer
movimiento libertario, y una década después, estaba escribiendo para
Tucker. En 1890 conoció a Emma Goldman, que llegó a decir de su persona: “La mujer anarquista más dotada y brillante que América alguna vez produjo”.
Algunos de
sus ensayos son realmente clásicos olvidados. En su ensayo “In Defense
of Emma Goldman and the Right of Expropriation”, – En defensa de Emma
Goldman y del derecho de expropiación, de 1894-, se identifica ya con el
anarcoindividualismo de la tradición norteamericana: “Miss Goldman es
comunista y yo soy individualista. Ella desea abolir el derecho a la
propiedad mientras que yo deseo mantenerlo”.
Su ensayo
“Anarchism and American Traditions”, apareció originalmente en 1908 y
1909 en las páginas de Mother Earth, la revista anarquista de Emma
Golman. En el aborda asuntos tales como las formas en que está implícito
el anarquismo en los escritos de los Fundadores de Estados Unidos, lo
absurdo de la educación pública como piedra angular de una sociedad
libre, o el problema de la extendida indiferencia por la libertad.
Sin embargo, debemos señalar que el
problema más importante de una obra como “Anarchism and American
Traditions” es que no es en ningún sentido una obra original. No expone
ideas que la autora no haya aprendido de otros. La realidad es que, como
observa Eugenia DeLamotte, “de Cleyre no fue uno de los grandes
teóricos originales del anarquismo a nivel general, aunque muchas de sus
conferencias son síntesis brillantes y coherentes de ideas obtenidas de
sus amplias lecturas sobre teoría anarquista”.
Pese a que
en algunos textos posteriores lo rechazará, prefirió sostener lo que se
denomina anarquismo sin adjetivos. No es claro si esto significó un
acercamiento al anarcocomunismo, como sostuvieron Emma Goldman y Rudolf
Rocker. Según las propias palabras de Voltairine “No soy ahora, y nunca
he sido, una comunista.”
Su ensayo
Sex Slavery – La esclavitud sexual- , publicado póstumamente en 1914,
constituye una condena a las ideas de belleza femenina del momento. El
ensayo se refiere sobre todo a las leyes sobre el matrimonio que segun
Voltairine “permiten a los hombres violar a sus esposas sin
consecuencias”; ella consideró al matrimonio como “la aprobación de todo
tipo de bestialidades”.
Su anarcorfeminismo fue una lucha
contra los ideales de belleza establecidos que hacían deformar los
cuerpos de las mujeres. Luchó contra las prácticas educativas sexistas y
también contra la violencia doméstica y las violaciones dentro del
matrimonio.
Su naturaleza era la de una asceta. Emma Goldman escribió “su
acercamiento a la vida y a los ideales era la de los santos del viejo
testamento que castigaban sus cuerpos y torturaban su alma por la gloria
de dios”. Pero ella no tenía nada de religiosa. Con el pasar de los años,
evolucionó
del anarquismo no violento, que defendía la acción directa, cercano al
sindicalismo revolucionario de la International Workers of the World, a
la defensa de la violencia cuando “en determinados momentos históricos, los actos de violencia eran el único medio de oposición a la explotación y a la tiranía”.
De Cleyre confiaba en la clase obrera americana. “ella
siempre se esforzó por dirigirse a la clase obrera y criticó a los
anarquistas que, como Emma Goldman, se dirigían a los intelectuales y a
las clases burguesas”. ( Georgakas).
“Me resulta absolutamente
horrible“ -escribía- “encontrar que el anarquismo se ha convertido en un
capricho para los intelectuales”. En la revista Mother Earth de Goldman declaraba: “camaradas, hemos caminado en una dirección… Nuestra tarea debe estar siempre entre los pobres, los abandonados, los hombres y las mujeres que realizan el duro y brutal trabajo del mundo”.
La mayoría
de sus conferencias se realizaron en el este y el medio-oeste de los
Estados Unidos, pero también viajó a Inglaterra, Escocia y
Noruega. Viajó en dos ocasiones a Europa de gira propagandística y en
Inglaterra hizo contacto con los círculos de exiliados rusos, españoles y
franceses. Hizo amistad con destacados militantes, como Kropotkin, Louise Michel,
Sébastien Faure, Jean Grave, etc.. y en Londres conoció a muchos de los
anarquistas españoles, procedentes del castillo de Montjüich. Max
Nettlau que conoció a Voltairine en Londres, opinaba que ella era “la
perla de la literatura anarquista”. Apoyó la revolución mexicana y
especialmente el pensamiento y la acción de Ricardo Flores Magón, dando
conferencias y recaudando fondos para libertarios mexicanos.
Entre 1889 y 1910 vivió en
Philadelphia, entre las comunidades de inmigrantes judíos pobres, que se
convertirían posteriormente en el principal distrito electoral
anarquista de U.S.A. Daba clases de inglés y música y también aprendió a
hablar y a escribir el Yiddish.
En 1892 fue
una de las fundadoras de la Ladies Liberal League (Liga Liberal de
Damas), una organización de librepensadores que trataba temas feministas
(sexualidad, aborto, sexismo, etc.), y temas sociales (criminalidad,
socialismo, anarquismo, etc.), también participó en la creación del Club
de Ciencia Social, grupo anarquista de discusión y de lectura, y en
1905 abrió, con otras compañeras anarquistas (Natasha Notker, Perle
McLeod, Mary Hansen, etc.), la Biblioteca Revolucionaria, que prestaba
obras radicales a los obreros suscritos por una módica cantidad.
Su vida
personal fue trágica. De naturaleza enfermiza y depresiva, intentó
suicidarse al menos en dos ocasiones. Conoció a Dyer D. Lum con el que
mantuvo una relación intelectual y emocional hasta el suicidio de este.
El 12 de junio de 1890 tiene un hijo, Harry, engendrado con el
librepensador James B. Elliot. Pero, Voltairine rechazó vivir con el
padre y éste se lo llevó a Filadelfia. Madre e hijo tuvieron muy poco
contacto, pero Harry bautizó a su primera hija con el nombre de su
madre.
En 1902, un estudiante celoso le disparó. “A pesar de que se recuperó” -escribió Georgakas- “su
salud se vio seriamente afectada. Consecuentemente con su carácter,
rechazó presentar cargos contra su agresor recomendando que este fuera
tratado en un sanatorio mental y no en una prisión”. El ataque la
dejó dolor crónico del oído y una infección de la garganta que afectaron
a su capacidad de hablar o de concentrarse.
En 1912,
cuando estaba en el momento más exitoso como escritora y oradora,
enfermó, muriendo en Chicago el 12 de junio, a los 46 años. Fue
enterrada en el cementerio de Waldheim en Chicago, junto a los sepulcros
de los anarquistas de Haymarket, cuya injusticia había inspirado su
vida.
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