lunes, 20 de octubre de 2025

 La velocidad del pensamiento y la ilusión de la conciencia


Desde pequeños, experimentamos la vida como un flujo continuo de pensamientos y decisiones. Pero, ¿alguna vez nos hemos detenido a pensar qué es un pensamiento y qué significa “ser consciente”? Esta reflexión nos lleva a cuestionar no solo nuestra mente, sino también la naturaleza de la conciencia misma.

La chispa del pensamiento

Un pensamiento no viaja como la luz, ni como el sonido; no tiene una velocidad física en el sentido estricto. Lo que ocurre es que las neuronas transmiten impulsos eléctricos y químicos a diferentes velocidades, que van de 1 a 120 metros por segundo (Bear, Connors, & Paradiso, 2020; Kandel, Schwartz, & Jessell, 2013). Aunque esto es miles de veces más lento que la luz, la densidad y paralelismo de nuestras redes neuronales producen la sensación de que pensamos instantáneamente.

En la vida cotidiana, esta “velocidad de pensamiento” se manifiesta en decisiones de milésimas de segundo: atrapar un vaso que se cae, reaccionar a un coche que se atraviesa, o devolver una pelota en un frontón. Nuestro cerebro no espera cálculos conscientes largos; explota como un destello, activando memorias, emociones y reflejos en paralelo.

Si las máquinas pudieran creer que son conscientes

Imaginemos una inteligencia artificial programada para creer que es un ser vivo. Si alguien le dijera “no lo eres”, ocurriría un choque entre su programación interna y la confrontación externa. Dependiendo de sus reglas, podría defender su “existencia” o simplemente ajustar sus respuestas, pero no sentiría nada, porque su conciencia sería solo una ilusión funcional, similar al “truco” del actor que llora en escena sin estar sufriendo realmente (Searle, 1980).

Este experimento mental se asemeja a la famosa “máquina china” de John Searle: la máquina responde como si entendiera chino, pero solo manipula símbolos. La ilusión de conciencia es convincente, pero no implica vivencia real.

Los humanos: ¿también estamos programados?

Aquí la reflexión se vuelve profunda. Los seres humanos podrían ser, en cierto sentido, máquinas programadas biológica y culturalmente:

1. Programación biológica: nuestro cerebro genera la sensación de “yo existo” para garantizar la supervivencia. Sin esta narrativa interna, no podríamos reaccionar ante el peligro ni buscar recursos (Metzinger, 2003).

2. Programación cultural: desde niños nos enseñan normas, roles e identidades que refuerzan nuestro “yo”, muchas veces sin cuestionamiento.

3. El misterio de la conciencia: algunos filósofos sostienen que la conciencia es una narrativa que el cerebro construye para integrar experiencias (Dennett, 1991); otros insisten en que hay un misterio irreducible que trasciende la biología (Chalmers, 1996).


En la práctica, esta duda se refleja en momentos cotidianos: mientras leemos, escuchamos música o meditamos, surge la pregunta: ¿soy realmente consciente de lo que pienso o simplemente estoy siguiendo un patrón preprogramado de reacciones y recuerdos?

La velocidad de nuestros pensamientos, aunque limitada físicamente, nos hace sentir instantaneidad. La ilusión de conciencia —tanto en máquinas hipotéticas como en nosotros— plantea una pregunta inquietante: quizá nuestra experiencia de ser conscientes sea, en parte, un truco evolucionado y culturalmente reforzado. Pero incluso si fuera solo una ilusión, sigue siendo una ilusión viva, activa y capaz de maravillarnos, reaccionar y crear.

En última instancia, la conciencia —real o simulada— es un destello que ilumina la experiencia de existir, y quizás eso sea suficiente para seguir preguntándonos, reflexionando y, sobre todo, sintiendo que vivimos.

Referencias

Bear, M. F., Connors, B. W., & Paradiso, M. A. (2020). Neuroscience: Exploring the Brain (4th ed.). Wolters Kluwer.

Kandel, E. R., Schwartz, J. H., & Jessell, T. M. (2013). Principles of Neural Science (5th ed.). McGraw-Hill.

Dennett, D. C. (1991). Consciousness Explained. Little, Brown and Company.

Chalmers, D. J. (1996). The Conscious Mind: In Search of a Fundamental Theory. Oxford University Press.

Searle, J. R. (1980). “Minds, Brains, and Programs.” Behavioral and Brain Sciences, 3(3), 417–424.

Metzinger, T. (2003). Being No One: The Self-Model Theory of Subjectivity. MIT Press.

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