jueves, 16 de octubre de 2025


🌹 OVIDIO: EL POETA QUE ENAMORÓ A LOS DIOSES Y ENFURECIÓ A UN EMPERADOR

Roma, siglo I antes de Cristo.
Mientras el imperio se consolidaba bajo el mando férreo de Augusto, un joven poeta de Sulmona escribía versos que no hablaban de guerras ni de virtudes patrias, sino de lo que movía realmente el mundo: el deseo, la belleza y el poder del amor.

Su nombre era Ovidio, y sus palabras fueron tan seductoras como peligrosas.

El poeta de la elegancia y el escándalo

Ovidio nació en el 43 a.C. en una familia acomodada. Desde joven mostró talento para la oratoria, pero pronto abandonó la carrera política para entregarse por completo a la poesía.
Roma lo adoraba: sus versos eran ingeniosos, provocadores, y retrataban con ironía las pasiones y los secretos de la alta sociedad.

Su primer gran éxito fue Amores, una serie de poemas que cuentan los enredos sentimentales con una mujer llamada Corina, tal vez real, tal vez imaginaria.
Después vino El arte de amar (Ars amatoria), un manual de seducción que enseñaba —con humor y malicia— cómo conquistar, mantener o perder un amor.

El poema decía cosas como:

> “Aprende a fingir lágrimas, que ellas ablandan corazones.”
“El amor, como la guerra, requiere estrategia.”

En la Roma moralista de Augusto, estas frases eran dinamita.

El destierro: amor y tragedia

Nadie desafiaba al emperador sin consecuencias. Augusto, que promovía leyes de pureza moral y fidelidad conyugal, se escandalizó con Ovidio.
El poeta no sólo difundía un “manual de libertinaje”, sino que, según se rumoreaba, había presenciado o participado en un escándalo dentro de la familia imperial.

En el año 8 d.C., sin juicio ni defensa, Ovidio fue desterrado a Tomos, una ciudad en la actual Rumania, junto al mar Negro.
Allí, entre bárbaros y fríos vientos, escribió sus obras más tristes: Tristes y Cartas desde el Ponto, donde imploraba perdón y relataba su nostalgia por Roma.
Pero el perdón nunca llegó.

Las Metamorfosis: la inmortalidad del cambio

Antes del exilio, Ovidio había terminado su obra maestra: Las Metamorfosis, un poema épico en quince libros que narra la creación del mundo y las transformaciones míticas de dioses y hombres.
Cada historia —de Dafne huyendo de Apolo, de Narciso enamorado de su reflejo, de Ícaro cayendo al mar— explora el deseo, el castigo y la eterna mutación de la vida.

> “Nada perece en el mundo: todo cambia y se transforma.”

Esa frase es el corazón de su pensamiento. Para Ovidio, la transformación es la ley del universo. Todo cambia: los cuerpos, los sentimientos, los imperios. Y la poesía, como los dioses, puede convertir el dolor en belleza.

El legado

Ovidio fue el poeta de la ironía y la ternura, del ingenio y la rebeldía.
Su influencia es inmensa: inspiró a Dante, Shakespeare, Cervantes, Kafka y a todos los que han visto en el amor una fuerza tan creadora como destructiva.

Aunque murió en el exilio, olvidado por el poder, su voz sigue resonando con una mezcla de sensualidad y melancolía.
El imperio cayó. El poeta no.

> “Mi obra vivirá: he erigido un monumento más duradero que el bronce.”
— Ovidio, Tristes

Y tenía razón.

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