sábado, 11 de octubre de 2025

 

⚖️ Libre albedrío o guion predeterminado: la ilusión de la elección

La idea de que somos libres para elegir es uno de los mitos más consoladores que sostiene nuestra existencia. El abogado del diablo lanza una pregunta inquietante: ¿realmente tenemos libre albedrío o simplemente somos marionetas que creen mover sus propios hilos?

John Milton, el diablo encarnado en la película, lo dice sin tapujos: “El libre albedrío es la mayor broma jamás contada.” Esa frase no es solo una provocación, es un desafío a la noción que tenemos sobre nosotros mismos.

Desde la filosofía, la dicotomía entre libertad y determinismo ha sido debatida por siglos. El determinismo sostiene que cada evento, cada decisión, está causalmente determinada por lo que ocurrió antes. Si nuestras decisiones son el resultado inevitable de cadenas de causas y efectos, ¿dónde queda la libertad?

En la historia de Kevin Lomax, la trama parece una ruta predestinada. Desde que acepta el trabajo en el bufete de Milton, una serie de eventos se desencadena de forma casi inevitable: la corrupción, la ruptura con su esposa, la caída personal. Pero, ¿fue Kevin libre en esas decisiones? ¿O fueron las circunstancias, su ego, la manipulación de Milton, la presión social, un sistema que todo lo controla, quienes realmente tomaron las riendas?

La película sugiere que el libre albedrío es una ilusión —no porque no podamos decidir, sino porque nuestras decisiones están profundamente condicionadas. Milton no fuerza a Kevin a firmar pactos o a cometer actos inmorales. Simplemente le ofrece un camino donde sus deseos más profundos son satisfechos, y lo hace tan seductoramente que Kevin cree elegir por sí mismo.

Esta idea resuena con teorías contemporáneas en neurociencia y psicología que muestran cómo gran parte de nuestras decisiones ocurren antes de que seamos conscientes de ellas. El ego —ese narrador interno— cuenta la historia de una elección libre, pero la verdad puede estar en impulsos, emociones, condicionamientos y manipulaciones que escapan a nuestra conciencia.

Esto nos coloca frente a una pregunta profunda y personal: ¿qué tan libres somos realmente? ¿Somos protagonistas de nuestra vida o actores siguiendo un libreto escrito por fuerzas invisibles?

La respuesta quizás no sea una u otra, sino un equilibrio. La libertad verdadera puede estar en reconocer las cadenas que nos atan y aún así decidir cómo responder a ellas. En esa pequeña grieta de conciencia reside la chispa de la auténtica elección.

El abogado del diablo no solo nos muestra un descenso hacia la perdición; nos invita a cuestionar si alguna vez subimos al escenario con libre albedrío o si simplemente danzamos al ritmo que otros marcan.

En ese juego, la libertad es tan frágil como valiosa, y entender su naturaleza es el primer paso para conquistarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog

Buscar este blog