viernes, 10 de octubre de 2025

 Fluir con la cascada


En un mundo que parece moverse cada vez más rápido, donde las noticias nos arrastran como corrientes incontenibles y los problemas nos golpean como piedras en un río turbulento, nos olvidamos de la lección más antigua: no siempre es fuerza contra fuerza. Hace más de dos mil años, Zhuangzi contaba la historia de un hombre mayor zarandeado en la base de una cascada. Todos corrían a socorrerlo, horrorizados, mientras él emergía ileso, tranquilo, como si hubiera estado allí toda su vida. “Conformidad… soy yo quien me adapto al agua, no el agua a mí”, dijo.

Ese hombre no era débil; era un maestro de la adaptación. No peleaba con la cascada, no resistía ni imponía su voluntad; se dejaba guiar, pero con atención y presencia. La corriente lo golpeaba, sí, pero él comprendía sus movimientos y se movía en armonía con ellos. En su serenidad había una fuerza que los espectadores no entendían: la fuerza de quien sabe cuándo luchar y cuándo rendirse.
Hoy, nos encontramos con nuestras propias cascadas: un jefe irracional, una ciudad saturada de ruido, noticias que nos estremecen, conflictos familiares, traiciones de amigos. Nuestra primera reacción suele ser resistir, empujar contra la corriente, gritar por ayuda. Pero, como aquel hombre, podemos aprender a adaptarnos. No se trata de resignación pasiva; se trata de moverse con el flujo, conservar la integridad y evitar el desgaste inútil.
La vida no se somete a nuestra voluntad. Pero nosotros sí podemos aprender a fluir con ella. A veces, sobrevivir no significa vencer; significa comprender, acompañar y transformarnos con la corriente, sin perdernos en ella. La sabiduría de Zhuangzi no es un consejo antiguo, sino una guía para estos tiempos turbulentos: sé flexible, observa, y deja que tu fuerza emerja del arte de adaptarte.


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