Safo (Grecia, s. VII a.C.) – La voz silenciada del amor
Safo
nació en la isla de Lesbos alrededor del año 630 a.C., en una sociedad
griega que valoraba la poesía, pero también la moral y las tradiciones
patriarcales. Su familia era aristocrática, y ella dirigía una especie
de “escuela” para jóvenes mujeres, donde enseñaba poesía, música y
ética. Sin embargo, lo que distinguía a Safo de sus contemporáneos era
la intensidad y libertad de sus poemas: hablaba abiertamente de amor,
deseo y pasión entre mujeres, emociones que en su tiempo eran
consideradas peligrosamente disruptivas.
Su poesía y lo que provocaba
Safo
escribió poemas líricos, muchos en forma de canción, que celebraban el
amor y la belleza de manera directa y emotiva. Fragmentos de sus versos
revelan la fuerza de su voz:
> “A veces ella me sonríe, y todo en mí tiembla;
A veces me mira, y el corazón me arde.”
Su
poesía ponía en cuestión las normas sociales: mostraba afectos
femeninos con honestidad, visibilizaba emociones íntimas que la sociedad
griega prefería invisibilizar y, sobre todo, daba voz a mujeres en un
mundo dominado por hombres.
Persecución y marginación
Aunque
no hay registros de que Safo fuera encarcelada o asesinada, su obra fue
sistemáticamente silenciada y distorsionada durante siglos. La
literatura posterior masculina minimizó su papel, considerándola
“erótica” de manera despectiva o restringiendo su influencia a anécdotas
triviales. Los versos de Safo sobrevivieron en fragmentos, muchas veces
en papiros rotos, y solo una parte de su obra llegó hasta nosotros.
El
motivo de su marginación era claro: una mujer que hablaba de amor y
deseo desde su propia voz era peligrosa para el orden social y moral
patriarcal. Sus textos eran considerados escandalosos y, por eso, la
historia la silenció tanto como pudo.
Legado
A
pesar de todo, Safo sigue siendo un ícono: la primera poeta lírica
reconocida en Occidente, símbolo de la pasión, la libertad de expresión y
la voz femenina. Su influencia perdura en la literatura, la música y la
teoría feminista, y nos recuerda que la palabra honesta y valiente
siempre incomoda a quienes temen el cambio.
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