viernes, 17 de octubre de 2025

 Seder se mudó a la zona rural de Pensilvania y tuvo varios empleos en empresas textiles y de medicina deportiva antes  de dedicarse por completo a su pasión: predecir el éxito de los caballos de carrera. Las cifras en hípica son aproximadas. De los 1.000 caballos de dos años exhibidos en la subasta de Ocala, una de las más prestigiosas del país, tal vez cinco acaben ganando un derby con un premio importante. ¿Qué ocurre con los otros 995 caballos? Más o menos un tercio de ellos resultarán demasiado lentos.[60]  Otro tercio se lesionará, en su mayoría porque sus patas no podrán soportar la enorme presión de galopar a toda prisa (todos los años mueren cientos de caballos[61] en los hipódromos estadounidenses, mayormente debido a fracturas).[62] Y el otro tercio padecerá lo que podría llamarse el síndrome de Bartleby. Bartleby, el escribiente del extraordinario cuento de Herman Melville, se negaba a trabajar  y contestaba a cada petición de su jefe con la frase «preferiría no hacerlo». Según parece, al principio de su vida competitiva muchos caballos llegan a la conclusión de que no hay razón para correr si no les da la gana. Puede que arranquen a toda prisa, pero, en algún momento, simplemente ralentizan o paran por completo. ¿Por qué correr alrededor de una pista oval todo lo rápido que puedes,  sobre todo cuando te duelen los cascos y los jarretes? «Preferiría no hacerlo», deciden. (Tengo debilidad por los Bartleby, equinos o humanos).

Stephen Davidowiz 

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