Rumi: el torbellino del amor que no conoce fronteras
Jalal
al-Din Rumi nació en Balkh, en la actual Afganistán, y su espíritu
viajó más allá de cualquier frontera: Persia, Anatolia, el corazón de
los hombres y las almas. Desde joven fue un estudioso, pero su vida
cambió para siempre cuando conoció a Shams de Tabriz, su amigo, maestro y
espejo del amor divino.
Ese encuentro fue un huracán: lo transformó, lo desnudó, lo hizo girar sin cesar en un danza que no conoce fin ni límites.
Amor absoluto y pérdida
Rumi
enseñó que el amor es el motor del universo y de nuestra alma. Pero
este amor no es cómodo, ni seguro; exige perderse, dejar atrás todo lo
conocido, incluso el yo.
> “No te contentes con mirar las estrellas… conviértete en ellas.”
Su
relación con Shams fue intensa y breve, pero suficiente para revelar la
verdad más radical: el amor verdadero es el que te destruye para
reconstruirte más allá de ti mismo. La ausencia de Shams no lo quebró;
lo lanzó al éxtasis creativo. Escribió miles de poemas, convertidos hoy
en el Masnavi, donde cada verso es un portal hacia lo divino.
La danza de la unión
Rumi
creó los derviches giradores, cuyo giro simboliza el desplazamiento del
ego hacia la unidad con Dios. Cada vuelta es un abandono del yo, un
reconocimiento de que todo lo que nos rodea es una manifestación del
amor supremo.
> “Gira, gira, y no preguntes adónde, porque todo giro te acerca a la fuente.”
Para
Rumi, la espiritualidad es movimiento, no quietud; es un remolino de
pasión y entrega, donde cada latido del corazón y cada pensamiento se
convierten en oración.
La lección de Rumi hoy
En
un mundo que intenta medir, controlar y contener, Rumi recuerda que la
vida auténtica se experimenta en la entrega total. Amar no es pedir ni
calcular; es sentirse arrastrado por un río que va más allá de tu razón.
Su poesía y su danza nos enseñan que la luz de lo divino brilla incluso
en el caos, en la pérdida, en la locura amorosa.
Epílogo
Leer
a Rumi es girar. Su palabra es viento, su verso es fuego, su amor, un
océano sin orillas. Y si te atreves a seguirlo, descubrirás que perderse
en el amor es, paradójicamente, la única forma de encontrarse.

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