jueves, 9 de octubre de 2025

 Creer para ver: Matrix y la fe como salto hacia lo imposible


Cuando Neo salta desde un edificio por primera vez, fracasa. Se estrella. Se golpea. La fe no basta. Pero cuando vuelve a intentarlo, ya no duda. Y entonces vuela.

En Matrix, la fe no es una creencia abstracta ni una promesa de salvación divina. Es un acto de construcción de realidad desde la confianza, desde la entrega, desde la apuesta sin garantías. Morfeo lo dice sin rodeos:

> “No te estoy diciendo que será fácil. Solo te estoy diciendo que es la verdad.”

Y esa verdad no se demuestra. Se vive. Se encarna. Como la fe.

La fe como salto

El filósofo danés Søren Kierkegaard, padre del existencialismo cristiano, decía que la fe no es un conocimiento racional, sino un salto. Saltas no porque sabes, sino porque eliges confiar. Y ese acto de fe, paradójicamente, es el más libre de todos.

Neo no tiene pruebas de que es “el elegido”. Lo duda. Se burla. Se resiste. Pero cuando empieza a actuar como si lo fuera, se convierte en ello. Porque en el universo de Matrix, la creencia no es pasiva: es performativa. Lo que crees moldea lo que eres.

Así, la fe no es ceguera. Es visión. Es confianza en lo invisible. Es la capacidad de ver más allá del presente inmediato y de actuar según un sentido que aún no se ha materializado.

Morfeo y Trinity: creer en el otro

Uno de los temas más conmovedores de Matrix es que Neo no cree en sí mismo… hasta que los demás creen en él. Morfeo arriesga su vida por él. Trinity no lo abandona. Y esa red de fe compartida sostiene al sujeto cuando flaquea.

En ese sentido, Matrix también es una historia de comunidad. De vínculos. De apuestas cruzadas. Porque nadie se despierta solo. Y nadie vuela si no hay alguien abajo gritándole: ¡Tú puedes!

Fe política: lo que aún no existe, pero es posible

La fe también puede ser una herramienta política. No fe en líderes ni en dogmas, sino fe en la posibilidad de un mundo distinto, incluso cuando todo parece perdido.
Es la fe del activista que no ve resultados pero sigue luchando.
Es la fe de quien educa aunque el sistema esté podrido.
Es la fe de quien ama en un mundo que fomenta el cinismo.

En Matrix, la fe no evita el conflicto. No borra el dolor. Pero da sentido, dirección y fuerza. Es un acto de resistencia frente al nihilismo. Una forma de decir: sé que no tengo pruebas, pero no por eso renuncio.

La fe, en Matrix, no es creer sin ver.
Es creer para ver.
Y a veces, ese acto es lo único que separa al humano del programa.

Nota al pie:
La idea de la fe como salto fue desarrollada por Søren Kierkegaard en Temor y temblor, donde analiza el caso de Abraham dispuesto a sacrificar a su hijo por mandato divino. Para Kierkegaard, esa fe no es irracional, sino suprarracional: un acto existencial donde se renuncia a todo, y sin embargo se espera todo.
En un plano laico, Paulo Freire hablaba de la “esperanza crítica” como fe activa en los oprimidos, no como resignación sino como motor de transformación. Así entendida, la fe es una fuerza política y existencial que no depende de garantías externas, sino de la decisión interior de no ceder ante el absurdo ni el desencanto.


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