miércoles, 22 de octubre de 2025

 El hombre no es el más vicioso de los animales: una refutación a la visión bélica de Donald Trump


Donald Trump afirmó en una de sus declaraciones más provocadoras: “El hombre es el más vicioso de todos los animales, y la vida es una serie de batallas que terminan en victoria o derrota.”
Esta frase, más allá de su tono sentencioso, condensa una visión antropológica y moral que reduce la existencia humana a la lucha, la agresión y la competencia.
La naturaleza humana, lejos de ser esencialmente destructiva, se caracteriza por la cooperación, la empatía y la construcción de sentido compartido.

II. La falacia del hombre como “animal vicioso”

Desde una perspectiva biológica, la idea de que el ser humano es el más vicioso de los animales carece de sustento empírico.
El etólogo Frans de Waal, en Primates and Philosophers: How Morality Evolved (2006), demuestra que la moralidad y la cooperación tienen raíces evolutivas que anteceden a la cultura humana. En sus estudios con primates, De Waal observó conductas de empatía, reconciliación y ayuda mutua, lo cual desmiente la noción de una naturaleza exclusivamente violenta.
En este sentido, la agresión es tan natural como la compasión, y ninguna puede definirse como el núcleo esencial del ser humano sin caer en reduccionismos.

Por su parte, Steven Pinker, en The Better Angels of Our Nature (2011), documenta una disminución histórica de la violencia gracias al desarrollo de instituciones, leyes y valores racionales. Si el hombre fuera el más vicioso de los animales por naturaleza, la historia reciente mostraría una tendencia opuesta. La evolución moral, entonces, no solo es posible: es observable.

III. La vida más allá de la lógica de la batalla

La concepción de la vida como una serie de batallas implica una lectura hobbesiana del mundo. Thomas Hobbes, en Leviatán (1651), describió el estado de naturaleza como una guerra de todos contra todos (bellum omnium contra omnes), donde la vida sería “solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta”.
Sin embargo, el propio Hobbes reconoce que la razón lleva al ser humano a buscar la paz mediante el pacto social, pues solo en la convivencia puede desarrollarse una vida digna.
La frase de Trump, en cambio, absolutiza el conflicto, ignorando que la cooperación es condición de toda civilización.

La filósofa Hannah Arendt, en La condición humana (1958), sostiene que la acción política y la pluralidad son las expresiones más elevadas de la vida humana. No actuamos para vencer a otros, sino para crear un mundo común. Desde esta perspectiva, reducir la existencia a la competencia equivale a negar la dimensión más propiamente humana: la capacidad de actuar en conjunto y de construir significados compartidos.

IV. La empatía y la moral como fundamentos biológicos y éticos

Los avances en neurociencia respaldan la idea de que la empatía es una función natural del cerebro humano. Antonio Damasio, en El error de Descartes (1994), demuestra que las emociones son esenciales para la razón moral y para la toma de decisiones éticas. La moralidad, lejos de ser una convención social artificial, se sustenta en mecanismos neurobiológicos que favorecen la cooperación.

Asimismo, Matthieu Ricard, en El altruismo (2013), plantea que la compasión no solo es posible, sino entrenable. La evolución cultural del ser humano, argumenta, depende de su capacidad para cultivar el altruismo y expandir el círculo de empatía hacia otros seres vivos.
De este modo, la afirmación de Trump no solo resulta científicamente infundada, sino también moralmente empobrecedora, pues desconoce el potencial ético de la humanidad.

V. Conclusión

La visión de Donald Trump, según la cual el hombre es el más vicioso de los animales y la vida una serie de batallas, expresa una ideología que privilegia la competencia y la dominación como ejes del sentido humano.
Sin embargo, tanto la evidencia científica como la reflexión filosófica y ética demuestran que la cooperación, la empatía y la creatividad son fuerzas más poderosas y representativas de nuestra especie que la violencia.
La historia del progreso humano no se ha construido sobre la victoria individual, sino sobre la colaboración colectiva.
Por ello, afirmar que la vida es una guerra es desconocer su verdadera naturaleza: un entramado de vínculos, significados y afectos que solo pueden florecer en la paz.
Como señaló Albert Schweitzer: “La ética consiste en sentir respeto por la vida.” Ese respeto —no la victoria sobre el otro— constituye la más alta expresión de lo humano.


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Bibliografía

Arendt, Hannah. La condición humana. Barcelona: Paidós, 1993 [1958].

Damasio, Antonio. El error de Descartes. Barcelona: Crítica, 1994.

De Waal, Frans. Primates and Philosophers: How Morality Evolved. Princeton: Princeton University Press, 2006.

Hobbes, Thomas. Leviatán. Madrid: Alianza Editorial, 1989 [1651].

Pinker, Steven. The Better Angels of Our Nature: Why Violence Has Declined. Nueva York: Viking, 2011.

Ricard, Matthieu. El altruismo: La fuerza del bien en el siglo XXI. Barcelona: Urano, 2013.

Schweitzer, Albert. Civilization and Ethics. Nueva York: Prometheus Books, 1987 [1923].

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