martes, 22 de mayo de 2018
Richard Feynman
Al final de su vida un alto cargo de la NASA lo nombró como uno de los miembros encargados de investigar el accidente del Transbordador espacial Challenger. Mientras los demás miembros mantenían reuniones para el estudio del problema, Feynman se mantuvo ajeno desde el principio. Se dedicaba a pasear por los hangares, conversaba con los técnicos e ingenieros de la NASA, preguntando hasta lo más inverosímil. Delante de las cámaras de televisión y de los periodistas, llegado el momento de dar las explicaciones del accidente, pidió un vaso de agua helada. Sumergió un anillo del transbordador y demostró que éste no recuperaba debido al frío sus propiedades iniciales. Esa fue su explicación, ya que la noche del lanzamiento hizo un frío intenso.
Su mente curiosa y su intenso deseo de aprender y descubrir le llevaron a interesarse entre otras muchas cosas por la pintura. En cierta ocasión, le encargaron que pintara un cuadro para una casa de masajes, pero al ir a entregarlo resultó que el dueño de ésta había sido detenido. Feynman volvió a guardar su obra en la camioneta y, con la bendición de su esposa, comenzó a recorrer los burdeles de Pasadena (California) para intentar venderlo.
También aprendió a tocar los bongos. Llegó a pasar unos meses en Brasil, se unió a una escuela de samba y participó en los carnavales de Río.
https://mundocabaret.com/richard-feynman-las-extravagancias-de-un-premio-nobel/
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