"Es un pecado escribir esto. Es un pecado pensar palabras que otros no
piensan y ponerlas en un papel que otros no ven. No hay transgresión más
siniestra que actuar o pensar a solas. La ley dice que nadie puede
estar solo, pues ésa es la gran transgresión, la raíz de todo mal". Son
palabras del principio de Himno (1937), fábula futurista de Ayn
Rand. El héroe que así habla, sin nombre, sólo un número, comete otro
delito aborrecible: gasta luz, no para trabajar en provecho de todos
sino escribiendo únicamente para sí. Rand, novelista y filósofa
anticolectivista, estrella intelectual de la radiotelevisión
estadounidense en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, aún
sirve de guía espiritual al viejo caudillo financiero Alan Greenspan, y
está de moda en el siglo XXI, proyectil ultraconservador contra el
presidente Obama.
"El dólar es el colofón de la filosofía", sentenció. Un gran dólar de
flores presidía sus funerales. Murió de cáncer de pulmón. La lumbre del
cigarrillo era el reflejo de la chispa que arde en la mente creadora, o
así lo vio uno de sus héroes, cuando Estados Unidos propagaba
cinematográfica e internacionalmente el tabaco.
https://elpais.com/diario/2009/12/27/cultura/1261868403_850215.html
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