Kamikatsu tiene un ratio de reciclaje del 77,2%. Unos 2.500 visitantes de dentro y fuera de Japón acuden cada año a esta localidad en busca de consejos sobre esta materia
Kamikatsu, una pequeña localidad montañosa en la isla de Shikoku (Japón) es tan efectiva en el reciclaje
que el número de visitantes en busca de consejos para la reducción de
desechos sobrepasa su población. Los habitantes y comerciales de
Kamikatsu se han unido al objetivo del pueblo de cero desechos para
2020. Esta meta fue establecida en 2003, tras las preocupaciones de intoxicación por dioxina.
Hasta ahora, el pueblo de 1.700 habitantes, ha progresado firmemente hacia su objetivo. En 2014, Kamikatsu alcanzó un ratio de reciclaje del 77,2%, cuadruplicando casi la media nacional del 20,6%. Unos 2.500 visitantes de dentro y fuera de Japón acuden cada año a esta localidad en busca de consejos sobre cómo reducir los desechos.
El proyecto de reciclaje de Kamikatsu se centra en el único basurero del pueblo, conocido como Estación Gomi (vertedero), gestionado por una organización local sin ánimo de lucro llamada Academia Cero Desechos. Los residentes llevan sus desperdicios al basurero, que abre de 7.30 a 14.00 todos los días excepto festivos.
Los contenedores de reciclaje de la planta se identifican con señales que muestran las diferentes categorías, como latas de aluminio, latas de acero, tapones de plástico o de metal. Las señales también indican en qué se transformará la basura así como el precio de venta para compradores.
Por ejemplo, los palillos desechables se reciclarán para
materiales de papel y las latas de aluminio se vendrán por 155 yenes
(1,3 euros) el kilo. El gobierno de Kamikatsu instruye a las familias
para separar sus residuos en 34 categorías. En la estación de reciclaje
hay alrededor de 60 categorías.
Con ayuda del staff de la planta, Toshhide Toge, de 37 años, consiguió clasificar los desechos de 2 meses que trajo en un camión en unos 20 minutos. “Estoy agradecido porque me ayudan cuando estoy perdido”, dice.
Los desechos que no se pueden reciclar se entregan a distribuidores de Tokushima, la capital de la prefectura, para ser incinerados. Cada hogar de Kamikatsu tira los restos de comida a un cubo de basura subvencionado por el gobierno local. El catalizador para el compromiso de reciclar de Kamikatsu surgió tras la compra de un pequeño incinerador en 1998. El incinerador fue apagado tan solo dos años después por superar las emisiones máximas legales de dioxina.
Las autoridades locales pidieron a los residentes catalogar sus desperdicios para reciclarlos y reducir así la cantidad de basura para incinerar. En 1997, la ciudad tenía nueve categorías de separación de residuos. El número pasó a 34 en 2002.
El año siguiente, el alcalde Kazuichi Kasamatsu, propuso el objetivo de cero desechos, dando a los habitantes una cifra, y la asamblea local aprobó esta iniciativa. En 1998 el pueblo produjo 137 toneladas de basura para incinerar. El año en el que se anunció el objetivo de cero desechos, la cantidad fue de 62 toneladas. Desde entonces se ha mantenido en 60 toneladas anuales.
Ha sido un esfuerzo general. Antes de tirar objetos cotidianos no deseados, los habitantes les encuentran nuevos dueños. La tienda Kurukuru, situada junto a la planta de reciclaje, ofrece muebles de segunda mano gratis, ropa, vajillas y otros objetos que traen los residentes.
Las personas de fuera del pueblo también pueden llevarse estos objetos. En 2014, se llevaron a esta tienda unas 10 toneladas de artículos usados de las cuales 9,7 toneladas encontraron nuevos dueños. El pueblo también intenta evitar el uso de productos que requieran embalajes desechables.
El Café Polestar, por ejemplo, no dispone de servilletas de papel en sus mesas, los tickets sólo se entregan cuando el cliente los pide y los empleados del restaurante utilizan sus propias bolsas cuando compran los ingredientes para los platos que se preparan en el local.
“Al principio éramos reacios a prescindir de servicios que se dan por sentado en otros establecimientos" dice Takuya Matsumoto, de 31 años, dueño del restaurante. “Pero nos gusta que nuestros clientes sepan que eso forma parte de nuestro encanto”.
Arika Sakano, director de la Academia Cero Desechos, está listo para dar un paso más porque cree que la misión de los residentes está llegando a su límite.
“No queremos sólo separar la basura en un gran número de categorías, también queremos reducir la cantidad inicial producida”, dice Sakano, de 27 años.
Una forma de conseguir esto es trabajando con los comercios para cambiar sus métodos tradicionales de embalaje. Dice que los desechos de los suministros agrícolas pueden frenarse si sustancias reciclables remplazan los comúnmente utilizados materiales de cloruro de vinilo y caucho.
Sakano señala que algunas autoridades externas han atribuido el éxito de Kamikatsu a su pequeña población, lo que permite compartir esfuerzos fácilmente para conservar el entorno. Recomienda que los residentes intercambien los objetos que ya no usen entre ellos y establezcan estaciones de residuos en varios lugares de acuerdo con el tamaño de sus comunidades.
“Todas las comunidades pueden crear sus proyectos de cero desechos teniendo en cuenta sus circunstancias”, dice Sakano. “Estamos listos para compartir nuestros conocimientos así como las formas y medios”.
http://elpais.com/elpais/2016/06/22/actualidad/1466591363_528663.html?id_externo_rsoc=FB_CM
Hasta ahora, el pueblo de 1.700 habitantes, ha progresado firmemente hacia su objetivo. En 2014, Kamikatsu alcanzó un ratio de reciclaje del 77,2%, cuadruplicando casi la media nacional del 20,6%. Unos 2.500 visitantes de dentro y fuera de Japón acuden cada año a esta localidad en busca de consejos sobre cómo reducir los desechos.
El proyecto de reciclaje de Kamikatsu se centra en el único basurero del pueblo, conocido como Estación Gomi (vertedero), gestionado por una organización local sin ánimo de lucro llamada Academia Cero Desechos. Los residentes llevan sus desperdicios al basurero, que abre de 7.30 a 14.00 todos los días excepto festivos.
Los contenedores de reciclaje de la planta se identifican con señales que muestran las diferentes categorías, como latas de aluminio, latas de acero, tapones de plástico o de metal. Las señales también indican en qué se transformará la basura así como el precio de venta para compradores.
Con ayuda del staff de la planta, Toshhide Toge, de 37 años, consiguió clasificar los desechos de 2 meses que trajo en un camión en unos 20 minutos. “Estoy agradecido porque me ayudan cuando estoy perdido”, dice.
Los desechos que no se pueden reciclar se entregan a distribuidores de Tokushima, la capital de la prefectura, para ser incinerados. Cada hogar de Kamikatsu tira los restos de comida a un cubo de basura subvencionado por el gobierno local. El catalizador para el compromiso de reciclar de Kamikatsu surgió tras la compra de un pequeño incinerador en 1998. El incinerador fue apagado tan solo dos años después por superar las emisiones máximas legales de dioxina.
Las autoridades locales pidieron a los residentes catalogar sus desperdicios para reciclarlos y reducir así la cantidad de basura para incinerar. En 1997, la ciudad tenía nueve categorías de separación de residuos. El número pasó a 34 en 2002.
El año siguiente, el alcalde Kazuichi Kasamatsu, propuso el objetivo de cero desechos, dando a los habitantes una cifra, y la asamblea local aprobó esta iniciativa. En 1998 el pueblo produjo 137 toneladas de basura para incinerar. El año en el que se anunció el objetivo de cero desechos, la cantidad fue de 62 toneladas. Desde entonces se ha mantenido en 60 toneladas anuales.
Ha sido un esfuerzo general. Antes de tirar objetos cotidianos no deseados, los habitantes les encuentran nuevos dueños. La tienda Kurukuru, situada junto a la planta de reciclaje, ofrece muebles de segunda mano gratis, ropa, vajillas y otros objetos que traen los residentes.
Las personas de fuera del pueblo también pueden llevarse estos objetos. En 2014, se llevaron a esta tienda unas 10 toneladas de artículos usados de las cuales 9,7 toneladas encontraron nuevos dueños. El pueblo también intenta evitar el uso de productos que requieran embalajes desechables.
El Café Polestar, por ejemplo, no dispone de servilletas de papel en sus mesas, los tickets sólo se entregan cuando el cliente los pide y los empleados del restaurante utilizan sus propias bolsas cuando compran los ingredientes para los platos que se preparan en el local.
“Al principio éramos reacios a prescindir de servicios que se dan por sentado en otros establecimientos" dice Takuya Matsumoto, de 31 años, dueño del restaurante. “Pero nos gusta que nuestros clientes sepan que eso forma parte de nuestro encanto”.
Arika Sakano, director de la Academia Cero Desechos, está listo para dar un paso más porque cree que la misión de los residentes está llegando a su límite.
“No queremos sólo separar la basura en un gran número de categorías, también queremos reducir la cantidad inicial producida”, dice Sakano, de 27 años.
Una forma de conseguir esto es trabajando con los comercios para cambiar sus métodos tradicionales de embalaje. Dice que los desechos de los suministros agrícolas pueden frenarse si sustancias reciclables remplazan los comúnmente utilizados materiales de cloruro de vinilo y caucho.
Sakano señala que algunas autoridades externas han atribuido el éxito de Kamikatsu a su pequeña población, lo que permite compartir esfuerzos fácilmente para conservar el entorno. Recomienda que los residentes intercambien los objetos que ya no usen entre ellos y establezcan estaciones de residuos en varios lugares de acuerdo con el tamaño de sus comunidades.
“Todas las comunidades pueden crear sus proyectos de cero desechos teniendo en cuenta sus circunstancias”, dice Sakano. “Estamos listos para compartir nuestros conocimientos así como las formas y medios”.
http://elpais.com/elpais/2016/06/22/actualidad/1466591363_528663.html?id_externo_rsoc=FB_CM
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