miércoles, 6 de noviembre de 2024

 Ha habido un antes y un después de Conchita. Entonces, yo recuerdo que a Conchita yo iba a verla por las tardes, cuando terminaba la clase, y una vez le dije: “Tiene que perdonarme, Conchita, porque he tenido mucho que corregir y, entonces, he llegado tarde”. Y ella me miró y me dijo: “¿Tan mal enseñas que no se pueden corregir solos?”. Era una sabiduría especial, yo guardo la grandeza del maestro que te hace sentir, que te hace percibir, que te hace pensar, ¿no? Y que te envuelve, que te envuelve con lo que te da, que es para ti y que tú sabes que es para ti. Pero, fíjate, te lo da sin quitártelo. Te lo da para que tú lo pienses, te lo da para que tú lo elabores, te lo da para que tú lo conquistes. Y es por eso que lo saboreas mejor. Yo recuerdo una vez que ella me decía que tenían que verlo todos los niños. Entonces, yo: “He visto tal, he visto esto, he visto…”. Y decía: “¿Lo han visto todos?”. Y yo decía: “Hombre, todos, todos, no. Hay dos que me han faltado”. Dice: “Tienen que verlo todos”. Digo: “¿Y cómo lo hago yo si faltan dos?”. Siempre me decía: “Tienen que verlo todos”. Y recuerdo una semana antes, ¿verdad?, de que falleciera, pues hablábamos en Los Molinos juntos, y ella me decía… Yo le dije: “Lo que no entiendo, Conchita, es que tengan que verlo todos, todos”. Digo: “Porque, claro, hay tres que no vienen, cinco con hepatitis, uno con…”. Y ella me dijo: “Hombre, todos, todos, va a ser muy difícil”. Y entonces yo dije: “¡Pero si lleva mucho tiempo diciéndome que todos, todos, todos! ¿Qué pasa?”. Y me dijo: “Si yo te hubiera dicho que todos no, te hubieras conformado con que cinco no lo vieran. El próximo año te conformarías con que diez no lo vieran. Y terminarías pasando de tema cuando lo ve uno. Lucha por todos siempre. Ten un reto como profesional, entendiendo que todos son tus alumnos: los que no vienen, los que no pueden asistir, los que tuvieron hepatitis… No tanto porque lo consigues, sino porque tengas la intención de conseguirlo y de no parar de luchar hasta entender que puede haber una posible respuesta para ello”.

José Antonio Fernández Bravo



 

«Yo te fui desnudando de ti mismo,
de los «tús» superpuestos que la vida
te había ceñido…

Te arranqué la corteza —entera y dura—
que se creía rama, que tenía
la forma de la fruta.

Y ante el asombro vago de tus ojos
surgiste con tus ojos aun velados
de tinieblas y asombros…

Surgiste de ti mismo; 
de tu sombra fecunda — intacto y desgarrado
en alma viva…».



 

martes, 5 de noviembre de 2024

 

Leonardo da Vinci

 



 Hace muchos años tuve una paciente llamada Helen B., una periodista freelance de treinta y siete años. Durante nueve años, Helen había mantenido una relación con un colega casado llamado Robert. Cegada por su amor enfermizo, Helen era incapaz de pensar en él de forma racional. Durante todos esos años, Robert había incumplido todas las promesas que le había hecho. Le había propuesto irse juntos de vacaciones y había acabado llevándose a su esposa. Le había asegurado que dejaría a su mujer cuando su hijo menor fuera a la universidad, pero ese momento ya había pasado y Robert no había hecho nada al respecto. Tres meses después de que Helen empezara con la terapia, Robert le dijo que se había enamorado de otra y que iba a dejar a su esposa por ella. Helen ni negó ni rechazó esta información, pero parecía incapaz de comprender sus implicaciones. Ella me dijo que «veía más allá» y que sabía lo que «de verdad estaba pasando». «Mis amigos me decían “Robert nunca dejará a su esposa”, pero estaban equivocados: la va a dejar», me comentó con aire triunfal. Helen dijo que estaba «emocionada»; creía que la nueva novia de Robert sería «incapaz de manejarlo», así que al final regresaría con ella. Esa era una posibilidad, desde luego, pero Helen parecía creer que era una certeza y se negaba a admitir lo obvio: que Robert se había enamorado de otra mujer. Al igual que los paranoicos, los enfermos de amor recogen información con avidez, pero uno se da cuenta enseguida de la intención inconsciente que subyace en sus interpretaciones: cada nuevo hecho confirma su delirio. Durante el primer año de terapia, me encontré con que no podía ayudar a Helen a cambiar su forma de pensar. Me recordaba a esas teorías de la conspiración que sostienen que Felipe de Edimburgo ordenó asesinar a la princesa Diana, o que la CIA planeó los ataques del 11 de septiembre: ningún argumento podía hacer mella en su convicción. Cuando trataba de hacerle ver que nada de lo que Robert hacía parecía alterar sus sentimientos hacia él, se enfadaba: «¿Acaso el amor verdadero no es precisamente eso?»

Stephen Grosz


 

lunes, 4 de noviembre de 2024

 Mientras el sabio aspira a la felicidad en este mundo, el santo anhela la felicidad en el más allá, cerca de su Creador. Los últimos días de Jesús son un buen ejemplo de ello: porque aspira, como cualquier ser humano, a la felicidad, no desea en modo alguno ser apresado por la guardia de los sumos sacerdotes para ser entregado a Poncio Pilatos y condenado a muerte. De ahí, esa escena angustiosa y conmovedora en el Monte de los Olivos descrita por el evangelista Mateo: «Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y angustiarse. Entonces le dijo: “Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo”. Y adelantándose un poco, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: “Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz; sin embargo, no se haga como yo quiero, sino como quieres tú”».4 A pesar de su angustia, Jesús acepta entregar su vida libremente, pues quiere seguir siendo fiel a la voz de la verdad que lo guía (la de quien él nombra como su «Padre»), en lugar de salir huyendo, como le sugieren sus discípulos. Sacrifica su felicidad terrestre por fidelidad a la verdad y a un mensaje de amor incompatible con el legalismo religioso, que sitúa la rigidez de la Ley por encima de todo. El final de Sócrates es bastante similar al de Jesús. Él también se niega a huir, e ingiere la cicuta, un veneno letal, obedeciendo a los jueces que lo han condenado a la pena de muerte. Sentencia inicua donde las haya, pero Sócrates no quiere desobedecer las leyes de la polis, pues considera que todo ciudadano debe someterse a ellas. En nombre de sus propios valores, renuncia a la felicidad y a la vida. Sócrates, que en ciertos aspectos parece más un santo que un sabio, en realidad, desconfía de la palabra «felicidad». Prefiere hablar, según Platón, de búsqueda de una vida «buena», basada en unos valores como el bien, lo bello, lo justo, en lugar de buscar una vida «feliz» que pueda ir en contra de la justicia: ¿acaso el tirano, el egoísta, el cobarde no buscan también la felicidad? Aunque Jesús o Sócrates sacrifican su vida en nombre de una verdad o de unos valores más elevados que la felicidad terrestre, creen en la felicidad suprema y aspiran a ella tras la muerte. Jesús estaba convencido de que resucitaría para vivir en el más allá una felicidad eterna junto a Dios. El Apocalipsis, último libro de la Biblia cristiana, describe así la «Jerusalén celeste», metáfora de la vida eterna: «He aquí el tabernáculo de Dios entre los hombres […] y enjugará las lágrimas de sus ojos, y la muerte no existirá más, ni habrá duelo, ni gritos, ni trabajo, porque todo esto es ya pasado».5 Sócrates también estaba convencido de que para los hombres justos existía en el más allá un lugar de felicidad al que aspiraba.6 El anhelo de ambos fue en definitiva el de una felicidad diferida.

Frederic Lenoir



 

 Viendo silenciosos vuestras pobres vidas inquietas, mirando en silencio girar los planetas, gozamos del gélido invierno espacial. Al dragón celeste nos une amistad perdurable; es nuestra existencia serena, inmutable, nuestra eterna risa, serena y astral.

Hermann Hesse

domingo, 3 de noviembre de 2024


 Marco Aurelio


ROSAURA: Hipogrifo violento
    que corriste parejas con el viento,

    ¿dónde, rayo sin llama,

    pájaro sin matiz, pez sin escama,

    y bruto sin instinto

    natural, al confuso laberinto

    de esas desnudas peñas

    te desbocas, te arrastras y despeñas?

    Quédate en este monte,

    donde tengan los brutos su Faetonte;

    que yo, sin más camino

    que el que me dan las leyes del destino,

    ciega y desesperada

    bajaré la cabeza enmarañada

    de este monte eminente,

    que arruga al sol el ceño de su frente.

Calderón de la barca 

sábado, 2 de noviembre de 2024


 


 Sartre

 



 Hete que una vez, en el siglo VI a.C., cuando las brumas de la antigüedad todavía envolvían buena parte de la historia humana, nacieron tres grandes sabios en el seno de tres civilizaciones distintas. En el mundo helénico apareció Pitágoras; en india, Siddharta Gautama; en China, Lao Tzu. Cada uno de ellos hizo un regalo inestimable a la humanidad: incalculables tesoros que transformarían a individuos aún por nacer y sustentarían civilizaciones aún por venir. De la mente de Pitágoras surgió el misticismo racional. De la mente de Siddharta Gautama, un príncipe hindú que se convertiría en el primer Buda, surgió el budismo. De la mente de Lao Tzu surgió el Tao Te Ching. Estos tres sabios fueron contemporáneos pero nunca se encontraron, excepto tal vez en sueños. Juntos consiguieron dar el mayor paso adelante que la humanidad haya dado jamás, una evolución ni del ADN ni tecnológica ni política. Este triunvirato de sabios engendró una evolución de la conciencia, que es nuestro bien más preciado, si bien (irónicamente) con frecuencia lo damos por sentado y no logramos desarrollarlo plenamente. Karl Jaspers, el polifacético filósofo, psiquiatra y teólogo alemán, llamó a esta época la Edad Axial. ¿Por qué? Porque en efecto fue un eje gigantesco en torno al cual giraba la futura promesa de la humanidad. Todo lo que precisamos saber sobre la felicidad y la plenitud, la paz y la prosperidad, el amor y la familia, la creatividad y el arte, el buen gobierno y la civilización sostenible puede aprenderse en la Edad Axial.

Lou Marinoff

viernes, 1 de noviembre de 2024


 Emerson

Al considerar la fuente de los insultos, dice Séneca, a menudo descubriremos que quien nos insulta es un niño grande. Así como sería estúpido que una madre se enfadara por los «insultos» pronunciados por su pequeño, sería ridículo permitir que los insultos de estos adultos infantilizados nos irriten. En otros casos descubriremos que quienes nos insultan tienen mal carácter. Estas personas, dice Marco Aurelio, merecen más nuestra compasión que nuestra ira.

 A medida que progresemos en la práctica del estoicismo, seremos cada vez más indiferentes a las opiniones que los demás tengan de nosotros. No nos pasaremos la vida con el objetivo de granjearnos su aprobación o de evitar su desaprobación, y como sus opiniones nos resultan indiferentes, no sentiremos aguijón alguno cuando nos insulten. De hecho, un sabio estoico, si existe uno, probablemente se tomaría los insultos de sus conciudadanos como los ladridos de un perro. Cuando un perro ladra, podemos tomar nota mental de que al perro en cuestión no le caemos bien, pero seríamos unos tontos rematados si este hecho nos molestara hasta el punto de pasarnos el resto del día pensando: «¡Caray! ¡ No le caigo bien a ese perro!».

William Irvine




 

  Isadora Duncan: la creadora de la danza moderna y la mujer dramática por excelencia. Norteamericana de San Francisco, penetró en el espíritu dionisiaco de la danza pagana, bailando al pie del mismo Acrópolis. Al presentarse, por la primera vez en París, en 1903, predicó toda su estética en estas breves palabras: «Lo que es contrario a la naturaleza no es bello». Su aparición en el Teatro Sarah Bernhardt revolucionó la plástica y el movimiento académicos. Casó con Mr. Singer, el célebre fabricante de máquinas de coser. Atacó, en la persona de las bailarinas de corset, a todo lo que es artificio elaborado. Dirigió a Maeterlinck una carta, invitándole exabrupto a crear con ella un hijo, que tuviese el genio de sus dos procreadores. Bailó por primera vez lo que antes se creyó que no era bailable: las sinfonías de Beethoven, de Brahms y Chopin y los lieds de Wagner. (Yo la vi en su último recital del Teatro Mogador, en julio de este año, bailar —con ya moribundo brillo— la Sinfonía inconclusa de Schubert y Tannhauser ). Luego viajó por Viena, Berlín, Budapest, Moscú, donde casó con Sergio Essenin, el poeta comunista, que después suicidóse en 1925. Todos sus hijos perecieron ahogados en el Sena. Murió ahorcada por un velo, recorriendo en automóvil y a ciento veinte caballos de fuerza, la luminosa Costa Azul, una tarde de estío de 1927. Su cuerpo, envuelto en una túnica violeta, fue quemado en el Columbarium de París, entre lises, rosas y margaritas y a los sones de un coro de canéforas. Biografía, como se ve, digna de una tragedia de Esquilo.

    Isadora Duncan acaba, de este modo, en un poco de humo ligero y otro poco de ceniza. Pero la tierra retiene para siempre el latido de sus pies desnudos, que ritman el latido de su corazón.

César Vallejo

jueves, 31 de octubre de 2024


 

Autobiografía en cinco capítulos cortos

I.
Camino por la calle.
Hay un agujero profundo en la acera.
Me caigo en él. Estoy perdido. No tengo remedio.
No es mi culpa
Me lleva eternidad salir del agujero.

II.
Camino por la misma calle.
Hay un agujero profundo en la acera.
De nuevo no lo veo. Me caigo otra vez.
No lo puedo creer estoy en el mismo sitio.
No es mi culpa.
De nuevo me lleva mucho tiempo salir.

III.
Camino por la misma calle.
Hay un agujero profundo en la acera.
Veo que está ahí, aún así me caigo.
Es un hábito. Es mi culpa. Yo sé dónde estoy.
Salgo de él inmediatamente.

IV.
Camino por la misma calle.
Hay un agujero profundo en la acera.
Camino bordeándolo.

V.
Camino por una calle diferente.

 Portia Nelson, 



 

 …el caso no ofrece

ningún adorno para la diadema de las Musas.

Ezra Pound

 

Me despido de mi mano

que pudo mostrar el paso del rayo

o la quietud de las piedras

bajo las nieves de antaño.

 

Para que vuelvan a ser bosques y arenas

me despido del papel blanco y de la tinta azul

de donde surgían los ríos perezosos,

cerdos en las calles, molinos vacíos.

 

Me despido de los amigos

en quienes más he confiado:

los conejos y las polillas,

las nubes harapientas del verano,

mi sombra que solía hablarme en voz baja.

 

Me despido de las Virtudes y de las Gracias del planeta:

Los fracasados, las cajas de música,

los murciélagos que al atardecer se deshojan

de los bosques de casas de madera.

 

Me despido de los amigos silenciosos

a los que sólo les importa saber

dónde se puede beber algo de vino,

y para los cuales todos los días

no son sino un pretexto

para entonar canciones pasadas de moda.

 

Me despido de una muchacha

que sin preguntarme si la amaba o no la amaba

caminó conmigo y se acostó conmigo

cualquiera tarde de esas que se llenan

de humaredas de hojas quemándose en las acequias.

Me despido de una muchacha

cuyo rostro suelo ver en sueños

iluminado por la triste mirada

de trenes que parten bajo la lluvia.

 

Me despido de la memoria

y me despido de la nostalgia

-la sal y el agua

de mis días sin objeto –

 

y me despido de estos poemas:

palabras, palabras -un poco de aire

movido por los labios- palabras

para ocultar quizás lo único verdadero:

que respiramos y dejamos de respirar.

Jorge Teillier

miércoles, 30 de octubre de 2024



 

 Los hombres nacen suaves y blandos;

    muertos, son rígidos y duros.
    Las plantas nacen flexibles y tiernas;
    muertas, son quebradizas y secas.
    Así, quien sea rígido e inflexible
    es un discípulo de la muerte.
    Quien sea suave y adaptable
    es un discípulo de la vida.
    Lo duro y rígido se quebrará.
    Lo suave y flexible prevalecerá.

Lao Tse


 

 




martes, 29 de octubre de 2024

  Los colores ciegan el ojo.

    Los sonidos ensordecen el oído.
    Los sabores nublan el gusto.
    Los pensamientos debilitan la mente.
    Los deseos marchitan el corazón.
    El Maestro observa el mundo
    pero confía en su visión interior.
    Permite que las cosas vengan y vayan.
    Su corazón permanece tan abierto como el cielo.

Lao Tse



 

 Existo sin saberlo y moriré sin quererlo. Soy el intervalo entre lo que soy y lo que no soy, entre el sueño y lo que la vida ha hecho de mí. ¡Qué desasosiego si siento, qué desconsuelo si pienso, qué inutilidad si quiero!"

Fernando Pessoa




 

lunes, 28 de octubre de 2024

 Cómo me gustaría dejar de oír hablar de posteridad. Si me pongo a hablar de ella, ¿quién hará reír a nuestra época? Esta quiere y debe disfrutar. Nunca es poco la presencia de un muchacho divertido; el que sabe expresarse con gracia no amargará el humor del pueblo; deseará estar ante un público amplio para conmoverlo con más seguridad. Por eso, pórtate bien y sé ejemplar; haz oír a la fantasía con todos sus coros, a la razón, al entendimiento, a la sensibilidad, a la pasión; pero, eso sí, cuídate de la locura. Pero, sobre todo, ¡que haya acción! Se viene a ver; lo que gusta es mirar. Si ante los ojos ofreces una trama con muchos sucesos, de manera que la gente se quede boquiabierta, te habrás ganado a la masa y serás un hombre bienamado. La masa sólo puede ser movida por la masa y así cada cual se procurará lo suyo. El que mucho reparte, da un poco a cada uno, y así todos salen contentos de la sala. Si les das una pieza, dásela en piezas, con ese ragú te sonreirá la fortuna: lo representado con sencillez es igual de fácil de imaginar. De nada sirve que lo ofrezcas todo entero, pues el público lo desmenuzará.

Goethe



 

 La tarde está muriendo

como un hogar humilde que se apaga.

Allá, sobre los montes,

quedan algunas brasas.

Y ese árbol roto en el camino blanco

hace llorar de lástima.

¡Dos ramas en el tronco herido, y una

hoja marchita y negra en cada rama!

¿Lloras?...Entre los álamos de oro,

lejos, la sombra del amor te aguarda.


Antonio Machado

domingo, 27 de octubre de 2024



 

 Cuando contemplamos algo y lo vemos bello,

    algo, en cambio, resulta feo.
    Cuando contemplamos algo y lo vemos bueno,
    algo, en cambio, resulta malo.
    El ser y el no-ser se crean mutuamente.
    Lo difícil y lo fácil se apoyan mutuamente.
    Lo largo y lo corto se definen mutuamente.
    Lo alto y lo bajo dependen mutuamente.
    El antes y el después se suceden mutuamente.
    Por ello, el Maestro
    actúa sin hacer
    y enseña sin decir.
    Las cosas surgen y él deja que vengan;
    las cosas desaparecen y él deja que partan.
    El Maestro tiene, pero no posee;
    actúa, mas no espera nada.
    Cuando su obra termina, la olvida;
    por eso es imperecedera.

Lao-Tsé

sábado, 26 de octubre de 2024

 



 En lo que se refiere a estos cambios en las esperanzas de vida, el progreso de Corea es como si Haití se hubiera convertido en Suiza. ¿Cómo ha sido posible este "milagro"? Para la mayoría de economistas, la respuesta es muy sencilla. Corea ha prosperado porque ha seguido los dictados del libre mercado. Ha adoptado los principios del dinero sólido (baja inflación), gobierno pequeño, empresa privada, libre comercio y simpatía por la inversión extranjera. Esta visión se conoce como economía neoliberal. La economía neoliberal es una versión actualizada de la economía liberal del economista del siglo xvii Adam Smith y sus seguidores. Apareció por primera vez en la década de 1960 y ha sido la visión económica predominante desde la de 1980. Los economistas liberales de los siglos xvii y xix creían que la competencia ilimitada en el libre mercado era la mejor manera de organizar una economía, porque obliga a todo el mundo a rendir con la máxima eficiencia. La intervención del gobierno se consideraba perjudicial porque reduce la presión competitiva restringiendo la entrada de los posibles competidores, ya sea mediante controles de importación o la creación de monopolios. Los economistas neoliberales apoyan ciertas cosas que los antiguos liberales no admitían, muy en particular ciertas formas de monopolio (como las patentes o el monopolio del banco central sobre la emisión de billetes) y la democracia política. Pero en general comparten el entusiasmo de los antiguos liberales por el libre mercado. Y pese a unos pocos "retoques" a consecuencia de toda una serie de resultados decepcionantes de medidas neoliberales aplicadas a naciones en vías de desarrollo durante el último cuarto de siglo, el programa central neoliberal de desregulación, privatización y apertura del comercio y la inversión internacional ha seguido siendo el mismo desde la Hijeada de 1980. Esta clase dirigente neoliberal nos haría creer que, durante sus años prodigiosos entre los sesenta y los ochenta, Corea emprendió una estrategia de desarrollo económico neoliberal.6 La realidad, sin embargo, fue de hecho muy distinta. Lo que Corea hizo durante esas décadas fue alimentar determinadas industrias nuevas, seleccionadas por el gobierno en consulta con el sector privado, a través de protección arancelaria, subvenciones y otras formas de apoyo gubernamental (por ejemplo, los servicios de información de comercialización en el extranjero suministrados por la agencia de exportación estatal), hasta que "crecieron" lo suficiente para resistir a la competencia internacional. El gobierno era propietario de todos los bancos, por lo que pudo dirigir el sustento de todo negocio: crédito. Algunos grandes proyectos fueron emprendidos directamente por empresas de titularidad estatal -el fabricante de acero POSCO constituye el mejor ejemplo-, aunque el país tenía una actitud pragmática, más que ideológica, con respecto a la propiedad del Estado. Si las empresas privadas funcionaban bien, ningún problema; si no invertían en áreas importantes, el gobierno no tenía ningún escrúpulo a la hora de fundar empresas de propiedad estatal (EPE); y si algunas compañías privadas se administraban mal, el gobierno solía adquirirlas, reestructurarlas y generalmente (pero no siempre) revenderlas. El gobierno coreano también tenía el control absoluto sobre las escasas reservas de divisas (la infracción de los controles del cambio de divisas podía castigarse con la pena de muerte). Cuando se combinaba con una lista de prioridades en el uso de divisas cuidadosamente diseñada, garantizaba que la moneda extranjera ganada con tanto esfuerzo se utilizara para importar maquinaria y materiales industriales fundamentales. El gobierno coreano controlaba también muchísimo la inversión extranjera, recibiéndola con los brazos abiertos en determinados sectores al mismo tiempo que la excluía por completo en otros, según el plan de desarrollo nacional en curso. También mostraba una actitud laxa hacia las patentes extranjeras, fomentando la "rctroingeniería" y pasando por alto el "pirateo" de productos patentados. La impresión popular de Corea como una economía de libre comercio fue creada por el éxito de sus importaciones. Pero este éxito no requiere libre cambio, como también han demostrado China y Japón. Las exportaciones coreanas de la primera época -artículos como prendas de ropa y componentes electrónicos baratospretendían todas ellas obtener las divisas fuertes requeridas para pagar las tecnologías avanzadas y las máquinas caras que eran necesarias para las industrias nuevas y más difíciles, que se protegían mediante aranceles y subvenciones. Al mismo tiempo, las barreras arancelarias y subvenciones no estaban allí para proteger las industrias de la competencia internacional para siempre, sino para concederles tiempo para asimilar nuevas tecnologías y establecer nuevas competencias organizativas hasta que pudieran competir en el mercado mundial. El milagro económico coreano fue consecuencia de una mezcla inteligente y pragmática de incentivos comerciales y dirección estatal. El gobierno coreano no venció el mercado como hicieron los estados comunistas. Sin embargo, tampoco tenía una fe ciega en el libre mercado. Si bien se tomaba los mercados en serio, la estrategia coreana reconocía que a menudo debían corregirse mediante la intervención política. Ahora bien, si fuera solo Corea la que se enriqueció a través de esas políticas "heréticas", los gurús del libre mercado podrían descartar su caso simplemente como la excepción que confirma la regla. Pero Corea no es una excepción. Como demostraré más adelante, prácticamente todos los países desarrollados de hoy en día, entre ellos Gran Bretaña y Estados Unidos, las supuestas patrias del libre mercado y el libre comercio, se han hecho ricos sobre la base de recetas políticas que van contra las economías neoliberales. Las naciones ricas de hoy utilizaron protección y subvenciones, al mismo tiempo que discriminaban a los inversores extranjeros: todo ello anatema para la ortodoxia económica actual y "ahora severamente restringido por tratados multilaterales, como los ¿cuerdos de la o.uc, y proscrito por donantes de ayuda y organizaciones financieras internacionales (particularmente el FMI y el Banco Mundial). Hay unos pocos países que no usaron excesiva protección, como Holanda y (hasta la Primera Guerra Mundial) Suiza. Pero se desviaron de la ortodoxia de otras maneras, como su negativa a proteger patentes (hablaré más de ello en capítulos sucesivos). Los antecedentes de los países ricos de hoy en políticas referentes a la inversión extranjera, empresas de propiedad estatal, dirección macroeconómica e instituciones políticas muestran también desviaciones importantes con respecto a la ortodoxia actual relativa a esas cuestiones. Pero, si ese es el caso, ¿por qué las naciones ricas no recomiendan a los países actualmente en vías de desarrollo las estrategias que tan buenos resultados les dieron? ¿Por qué en su lugar distribuyen una invención sobre la historia del capitalismo, y además mala? En 1841, un economista alemán, Friedrich List, criticó a Gran Bretaña por predicar el libre comercio a otros países, pese a que había conseguido su supremacía económica por medio de aranceles altos y subvenciones considerables. Acusó a los británicos de "retirar la escalera" por la que habían subido para alcanzar la posición más alta de la economía mundial: "es una argucia muy común que, cuando alguien ha alcanzado la cumbre de la grandeza, retira la escalera por la que ha subido para privar a los demás de los medios para trepar tras él [cursiva añadida]". Hoy en día, hay ciertamente algunas personas en las naciones ricas que predican el libre mercado y el libre comercio a las naciones pobres con la finalidad de capturar porciones más grandes de los mercados de estas y evitar la aparición de posibles competidores. Dicen: "Haced lo que decimos, no lo que nosotros hicimos" y actúan como "malos samaritanos", aprovechándose de aquellos que están en apuros." Pero lo más preocupante es que muchos de los malos samaritanos de hoy ni siquiera se dan cuenta de que están perjudicando a los países en vías de desarrollo con sus políticas. La historia del capitalismo se ha reescrito hasta tal punto que mucha gente del mundo rico no percibe la doble moral histórica que supone recomendar libre comercio y libre mercado a naciones en vías de desarrollo.

Ha Joon Chang

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