Wilma Rudolph, o el canto a la esperanza de una luchadora
06 de febrero de 2012 • 14h57 • actualizado a las 15h57
La velocista superó varias enfermedades, entre ellas la polio, y ganó tres oros olímpicos.
Foto: AP
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- GABRIEL TORRES
La poliomielitis fue una de las enfermedades más devastadoras de la primera mitad del siglo XX. Antes de 1952 se documentó que sólo en Estados Unidos se registraron 3.000 casos, y cuando este mal ataca a niños de familias de escasos recursos, la esperanza de que hagan una vida normal es mínima.
La polio, sumada a otras enfermedades, podrían hacer la vida imposible de cualquier niño, pero esto no representó un obstáculo para la norteamericana Wilma Rudolph, una de las atletas que a base de esfuerzo y coraje por vivir inspiraron a más de una generación de atletas y personas que vivieron con algún impedimento físico.
Wilma Glodean Rudolph llegó al mundo el 23 de junio de 1949, en la comunidad de Clarksville, Tennesee, y fue la antepenúltima de 22 hermanos dentro de una familia de clase humilde. Bebé prematura, Rudolph, llegó al mundo con menos de dos kilos.
La infancia de esta atleta tampoco fue sencilla. Enfermedades como sarampión, paperas, escarlatina, y una neumonía doble le impidieron de gozar de una niñez plena. Antes de cumplir los cinco años, la poliomielitis dejó su pierna izquierda paralizada y el reporte médico no era esperanzador: todo indicaba que el futuro de Wilma ya estaba sellado por la enfermedad.
"El doctor me dijo que nunca volvería a caminar. Pero mi madre me dijo que lo haría y yo creía en ella", reveló años después la norteamericana en una entrevista con la cadena de televisión ESPN.
Sus hermanos jugaron un papel fundamental en su desarrollo, ya que la impulsaron a seguir adelante. Rudolph, que a los siete años pudo ir a la escuela, dejó de lado la burla de sus compañeros y a los 12 años pudo caminar sin ayuda de aparatos ortopédicos, superando los pronósticos médicos.
"Pasé la mayoría del tiempo tratando de imaginar cómo salir adelante" señaló Rudolph en una entrevista para la televisión norteamericana, ¿Pero cuando estás con una grande y maravillosa familia siempre hay una manera de alcanzar tus metas", agregó.
Inspirada por su hermana mayor, Yolanda, Wilma se inició a los 15 años en la práctica del deporte: jugaba baloncesto y corría en pista, donde logró destacarse mientras cursaba la secundaria en el Burton High School.
La cualidades atléticas de Rudolph fueron observadas por el entrenador del equipo de la Universidad Estatal de Tennesse, Ed Temple, quien en 1956 la condujo para formar parte del equipo conformado por Mae Faggs, Margaret Matthews e Isabelle Daniels, quienes tomaron parte de los Juegos Olímpicos en Melbourne, ganando la medalla de bronce en los relevos 4x100.
"Yo corrí y corrí y corrí todos los días, y adquirí este sentido de determinación, este sentido de espíritu que nunca, nunca me rinda, no importa lo que pase", reveló.
En 1957, Wilma recibió una beca para la Universidad Estatal de Tennesse, lo que la llevó a continuar su carrera deportiva, y hasta tuvo tiempo para convertirse en madre por primera ocasión en 1958. Un año después, en los Juegos Panamericanos celebrados en Chicago, logró un par de medallas de plata, tanto en el relevo 4x100 como en los 100 metros planos.
1960 fue el año donde Rudolph logró subir a la cúspide de su carrera, al ganar en los Juegos Olímpicos de Roma tres medallas de oro, convirtiéndose en la primera mujer multimedallista en este tipo de eventos.
En los 100 metros planos, se impuso por tres décimas a la británica Dorothy Hyman; en la final de 200 metros, derrotó por cuatro décimas a la alemana Jutta Heine; y su tercer oro llegó a través del relevo 4 x 100 metros, junto a sus compañeras Martha Hudson, Lucinda Williams y Barbara Jones, que establecieron un nuevo record mundial con 44.4 segundos.
"La sensación de logro me llenó por completo:tres medallas olímpicas de oro, Sabia que era algo que nadie me podría arrebatar jamás", recordó.
Tras esta hazaña Rudolph regresó a su pueblo natal como heroína y logró lo que no pudo hacer la política, unir a negros y blancos en una fiesta de unión, El desfile de homenaje a Wilma Rudolph se recuerda como el primer acontecimiento multirracial que se llevó a cabo en la ciudad de Clarksville.
Posteriormente, en 1961, la velocista consolidó su estatus como la mujer más rápida del mundo tras batir el récord mundial de los 100 metros planos, al parar los cronómetros en 11.2 segundos. En ese mismo año, recibió el premio Sullivan, que galardona al mejor atleta de la unión americana.
Con 22 años de edad, Rudolph decide poner fin a su carrera deportiva en 1962, pero su interés por la juventud y la igualdad racial no terminó, integrándose a diversos movimientos a favor de los derechos civiles. Además, se dedicó a dar clases en el Burt High School, escuela donde estudió en su natal Clarksville, al mismo tiempo que impartía conferencias a los jóvenes en diversos colegios y universidades.
En 1967, el vicepresidente Hubert Humphrey invitó a la exatleta a participar en un programa llamado "Operation Champion", dedicado a promover la practica del deporte entre los jóvenes, lo que la llevó a crear su propia fundación. Rudolph también tuvo un breve paso por los medios de comunicación al ser comentarista deportiva.
En 1973, Rudolph fue homenajeada al ingresar al Salón de la Fama de atletas afroamericanos, y un año después dejó plasmado su nombre en el recinto de los inmortales del atletismo norteamericano de pista. Su vida y obra también fue plasmada en una película filmada por la cadena NBC titulada "Wilma".
Hacia los últimos años de su vida, Rudolph trabajó tiempo completo en su fundación, ayudando a los jóvenes y siendo objeto de toda clase de premios y homenajes.
Desafortunadamente, tras serle detectado un tumor cerebral que la llevo a estar internada en los últimos meses de su vida, Wilma Glodean Rudolph dejó de existir el 12 de noviembre de 1994, dejando un legado de triunfo y enseñanza y demostrando que ningún obstáculo es más grande que la fuerza de voluntad.
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