sábado, 6 de septiembre de 2025

 El tiempo como río y la nostalgia en Big Fish


En Big Fish, Tim Burton pinta la vida como un río que nunca deja de fluir, y con él, la inevitable corriente del tiempo. Edward Bloom vive en el presente, pero sus relatos fantásticos lo conectan con un pasado idealizado y con un futuro que se permite imaginar. La película nos invita a pensar en cómo la memoria y la nostalgia dan forma a nuestra existencia y a la manera en que nos relacionamos con quienes amamos.

El tiempo en Big Fish no es lineal; es plástico, narrativo. Las historias de Edward mezclan juventud, edad adulta y ancianidad sin rigidez cronológica. Este tratamiento refleja la experiencia subjetiva del tiempo: recordar es un acto creativo que nos permite reconstruir los momentos vividos, embellecerlos o reinterpretarlos. La nostalgia no es solo melancolía, sino un recurso para sostener la identidad y transmitir sentido.

La nostalgia también funciona como un puente entre Edward y su hijo Will. Mientras Will insiste en la objetividad y en los hechos concretos, Edward usa la memoria y la imaginación para dejar un legado emocional más profundo. Las historias que parecen exageradas son, en realidad, cápsulas de tiempo que preservan emociones, enseñanzas y valores. Así, el pasado se vuelve un espacio vivo, lleno de significados que trascienden lo literal.

En términos simbólicos, la película nos recuerda que todos somos narradores de nuestra propia historia. La nostalgia nos permite revivir amores, pérdidas y hazañas, y nos conecta con nuestra propia continuidad como individuos. Edward sabe que la vida es efímera, pero al narrarla, la eterniza: cada recuerdo convertido en relato es un acto de resistencia frente al olvido.

Además, Big Fish subraya que la nostalgia no debe paralizar; debe inspirar. La memoria de lo vivido y lo imaginado se convierte en un combustible para vivir con plenitud el presente. Will, al final, comprende que honrar la vida de su padre implica aceptar tanto los hechos concretos como las leyendas que los transforman en algo más grande, más humano.

Así, la película nos deja una lección esencial: el tiempo pasa, pero lo que amamos, recordamos y narramos puede sobrevivir a su corriente. La nostalgia, lejos de ser un peso, se convierte en la clave para dar sentido a la existencia y para crear vínculos que trascienden generaciones.

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