martes, 23 de septiembre de 2025

 ⚡ EURÍPIDES: EL TRAGICO DE LOS CORAZONES ROTOS


Atenas, siglo V a. C. Una ciudad vibrante, orgullosa de sus victorias, temerosa de sus derrotas, obsesionada con la belleza, la guerra y la política. En ese crisol de grandeza y miedo nació Eurípides, poeta que puso a los hombres y mujeres de carne y hueso en el centro de la tragedia, y dejó que los dioses quedaran, muchas veces, como meros espectadores.

El rebelde de las Dionisias

Eurípides nació en Salamina alrededor del 480 a. C. Era hijo de una familia acomodada y estudió medicina, retórica y filosofía. Desde joven, fue considerado un espíritu inquieto y diferente: cuestionaba tradiciones, criticaba a la polis y ponía en escena conflictos que incomodaban a los ciudadanos. Nunca fue tan celebrado en su tiempo como Sófocles; muchas veces perdió concursos, y sus contemporáneos lo tachaban de radical. Pero su mirada penetrante y su honestidad brutal lo hicieron inmortal.

La tragedia desde dentro

Mientras Esquilo enseñaba sobre el destino y Sófocles mostraba la dignidad humana frente al sufrimiento, Eurípides metía la tragedia dentro del alma. Sus personajes dudan, sienten, se rebelan y, a menudo, fracasan. No hay héroes perfectos; hay seres humanos con contradicciones, miedos y pasiones intensas.

Entre sus 90 obras, sobrevivieron 18 completas, incluyendo Medea, Hipólito, Electra, Las Bacantes, Helena. Cada una es un espejo de la condición humana: la ira, la pasión, la venganza, la injusticia, el amor traicionado.

Medea: el poder de la herida

En Medea, una mujer traicionada por su esposo Jasón ejecuta una venganza terrible: mata a sus propios hijos. No es un acto gratuito; es la expresión de un dolor tan profundo que consume la moralidad. Eurípides nos obliga a mirar dentro de Medea, a comprenderla sin justificarla del todo. Su tragedia no es sólo mitológica: es emocional, psicológica, visceral.

Hipólito: la pasión y la hipocresía

En Hipólito, la pasión humana y los celos divinos se entrelazan. Fedra ama a su hijastro y, consumida por la culpa y el deseo, lo acusa falsamente. Eurípides retrata la fragilidad de los hombres, la crueldad de los dioses y la injusticia del destino, pero siempre con una mirada realista, casi moderna. Aquí no hay justicia poética perfecta: hay consecuencias humanas, dolor y dudas.

Voz crítica y moderna

Eurípides cuestionó la guerra, la autoridad, los prejuicios de género, la religión y las tradiciones ciegas. Su teatro es incómodo, nos enfrenta a nuestras contradicciones, nos obliga a sentir la tragedia como experiencia íntima.
Mientras otros poetas elevaban a los héroes, él mostraba el precio de ser humano.

Muerte y legado

Eurípides murió en Macedonia, hacia 406 a. C., lejos de Atenas. Se dice que fue enterrado con honores y que su tumba se convirtió en lugar de peregrinación para poetas y filósofos. Su influencia fue inmensa: Séneca, Shakespeare, Racine, Brecht, todos bebieron de su capacidad de revelar la psicología y la pasión humanas.

Eurípides fue el poeta del corazón herido.
No enseñó cómo vencer al destino ni cómo obedecer a los dioses. Enseñó cómo sentir, sufrir y resistir siendo humano.
Y dejó un legado que aún nos atraviesa:

> “El hombre es la medida de su propio sufrimiento.”

Un recordatorio doloroso, incómodo… y profundamente verdadero.

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