Sabía que estaba otra vez de su lado, que no se había
ahogado, que él la estaba sosteniendo a flor de agua y en el fondo era
una lástima. Los dos se sintieron en el mismo instante, y resbalaron el
uno hacia el otro como para caer en ellos mismos, en la tierra común de
las palabras y las caricias y las bocas los envolvían como la
circunferencia al círculo, esas metáforas tranquilizadoras, esa vieja
tristeza satisfecha de volver a ser el de siempre, de continuar, de
mantenerse a flote contra el viento y marea, contra el llamado y la
caída.
Julio Cortázar.
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