viernes, 19 de septiembre de 2025

La alquimia del movimiento – cómo el ejercicio transforma la mente


A veces, la vida nos arroja desafíos que parecen insalvables. Estrés, ansiedad, tristeza… emociones que se acumulan y nos pesan como piedras. Lo curioso es que hay un antídoto silencioso y accesible, escondido en un gesto simple: mover el cuerpo. El ejercicio, más allá de músculos y resistencia, es un arquitecto secreto de la mente.

John Ratey, psiquiatra y autor de Spark: The Revolutionary New Science of Exercise and the Brain (2008), expone cómo el ejercicio libera neurotransmisores esenciales: dopamina, serotonina y norepinefrina. Estas sustancias químicas no solo mejoran el ánimo; también agudizan la concentración, facilitan la memoria y fortalecen la resiliencia frente al estrés. Ratey lo describe como “una especie de gimnasio para la mente”, donde cada sesión de actividad física reconfigura el cerebro, lo vuelve más flexible y creativo.

Investigaciones científicas avalan esta idea. Un estudio publicado en Frontiers in Psychology (2018) demostró que personas que realizan ejercicio aeróbico regular presentan mejoras significativas en funciones ejecutivas: planificación, toma de decisiones y control de impulsos. Otros estudios señalan que incluso 20 minutos de caminata pueden aumentar la producción de factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), una proteína vital para la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro de adaptarse y aprender.

El ejercicio también actúa como un estabilizador emocional. La práctica constante de actividad física reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y modula la respuesta del sistema nervioso autónomo, haciendo que enfrentemos los contratiempos con más calma y claridad. En palabras de Ratey: “No es solo un cuerpo más fuerte; es una mente más fuerte”.

Pero no se trata de levantar pesas imposibles o correr maratones. La evidencia muestra que la regularidad y el disfrute son claves. Una caminata diaria, saltar la cuerda unos minutos, bailar, practicar natación o yoga: cada movimiento cuenta. Lo que importa es activar el cuerpo y, con ello, encender la chispa que transforma nuestra química cerebral.

La lección es sencilla y poderosa: el cuerpo en movimiento cultiva la mente en movimiento. La semilla está plantada. El que lo desee podrá probar, observar y, poco a poco, sentir cómo su mundo interior cambia, sin presiones, solo con la evidencia que respalda un hecho tan antiguo como la humanidad: movernos nos hace más vivos, dentro y fuera.

Referencias principales:

Ratey, J. J. (2008). Spark: The Revolutionary New Science of Exercise and the Brain. Little, Brown Spark.

Hillman, C. H., Erickson, K. I., & Kramer, A. F. (2008). Be smart, exercise your heart: Exercise effects on brain and cognition. Nature Reviews Neuroscience, 9(1), 58–65.

Dinoff, A., Herrmann, N., Swardfager, W., et al. (2016). The effect of exercise on resting concentrations of peripheral brain-derived neurotrophic factor (BDNF): A meta-analysis. PLoS ONE, 11(9), e0163037.

Netz, Y., Wu, M.-J., Becker, B. J., & Tenenbaum, G. (2005). Physical activity and psychological well-being in advanced age: A meta-analysis of intervention studies. Psychology and Aging, 20(2), 272–284.


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