Validar el ser en el mundo: una exploración de la existencia y la autenticidad
La
pregunta de cómo validamos nuestro ser en el mundo toca la esencia de
la filosofía existencial, la psicología humanista y la ética de la
autenticidad. En un contexto donde la presión social, la productividad y
la comparación constante parecen definir el valor individual, reconocer
y afirmar nuestra propia existencia se vuelve un acto de resistencia y
de libertad personal.
Para
Jean-Paul Sartre, la existencia precede a la esencia; esto significa
que no nacemos con un propósito definido, sino que debemos crearlo a
través de nuestras elecciones y acciones (Sartre, 1943/1992). Validar
nuestro ser, entonces, implica asumir la responsabilidad de nuestras
decisiones y reconocer que cada acto de libertad nos define y nos coloca
en el mundo.
Desde la
psicología humanista, Carl Rogers planteó la importancia de la
congruencia entre el self real y el self ideal, así como la aceptación
incondicional de uno mismo (Rogers, 1961). Según Rogers, la validación
interna se logra cuando dejamos de depender exclusivamente de la
aprobación externa y comenzamos a reconocer nuestro valor intrínseco,
independientemente de logros o juicios ajenos.
El
psicólogo social Erving Goffman aporta otra perspectiva: la identidad
se negocia en la interacción con los demás (Goffman, 1959). Sin embargo,
aunque la interacción social es crucial, la autenticidad—la coherencia
entre lo que sentimos, pensamos y hacemos—permite que nuestra validación
no dependa únicamente de la mirada externa.
La
validación del ser también tiene un componente ético y espiritual. La
práctica de la mindfulness o atención plena permite reconocer nuestros
pensamientos y emociones sin juicio, desarrollando un sentido de
presencia y pertenencia (Kabat-Zinn, 1990). Esta conciencia nos conecta
con nuestra existencia y nos permite afirmar nuestra identidad en el
mundo con mayor claridad.
En
conclusión, validar nuestro ser en el mundo es un proceso
multidimensional: implica aceptar nuestra vulnerabilidad, actuar
coherentemente con nuestros valores, reconocer nuestro valor intrínseco y
cultivar la presencia consciente. Este acto no solo fortalece nuestra
autoestima, sino que también nos permite interactuar con el mundo de
manera más auténtica y significativa, dejando de ser simples réplicas de
expectativas externas y convirtiéndonos en agentes activos de nuestra
propia existencia.
Referencias
Goffman, E. (1959). The Presentation of Self in Everyday Life. Anchor Books.
Kabat-Zinn,
J. (1990). Full Catastrophe Living: Using the Wisdom of Your Body and
Mind to Face Stress, Pain, and Illness. Delacorte.
Rogers, C. R. (1961). On Becoming a Person: A Therapist’s View of Psychotherapy. Houghton Mifflin.
Sartre, J.-P. (1943/1992). Being and Nothingness. Washington Square Press.
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