lunes, 29 de septiembre de 2025

 Validar el ser en el mundo: una exploración de la existencia y la autenticidad


La pregunta de cómo validamos nuestro ser en el mundo toca la esencia de la filosofía existencial, la psicología humanista y la ética de la autenticidad. En un contexto donde la presión social, la productividad y la comparación constante parecen definir el valor individual, reconocer y afirmar nuestra propia existencia se vuelve un acto de resistencia y de libertad personal.

Para Jean-Paul Sartre, la existencia precede a la esencia; esto significa que no nacemos con un propósito definido, sino que debemos crearlo a través de nuestras elecciones y acciones (Sartre, 1943/1992). Validar nuestro ser, entonces, implica asumir la responsabilidad de nuestras decisiones y reconocer que cada acto de libertad nos define y nos coloca en el mundo.

Desde la psicología humanista, Carl Rogers planteó la importancia de la congruencia entre el self real y el self ideal, así como la aceptación incondicional de uno mismo (Rogers, 1961). Según Rogers, la validación interna se logra cuando dejamos de depender exclusivamente de la aprobación externa y comenzamos a reconocer nuestro valor intrínseco, independientemente de logros o juicios ajenos.

El psicólogo social Erving Goffman aporta otra perspectiva: la identidad se negocia en la interacción con los demás (Goffman, 1959). Sin embargo, aunque la interacción social es crucial, la autenticidad—la coherencia entre lo que sentimos, pensamos y hacemos—permite que nuestra validación no dependa únicamente de la mirada externa.

La validación del ser también tiene un componente ético y espiritual. La práctica de la mindfulness o atención plena permite reconocer nuestros pensamientos y emociones sin juicio, desarrollando un sentido de presencia y pertenencia (Kabat-Zinn, 1990). Esta conciencia nos conecta con nuestra existencia y nos permite afirmar nuestra identidad en el mundo con mayor claridad.

En conclusión, validar nuestro ser en el mundo es un proceso multidimensional: implica aceptar nuestra vulnerabilidad, actuar coherentemente con nuestros valores, reconocer nuestro valor intrínseco y cultivar la presencia consciente. Este acto no solo fortalece nuestra autoestima, sino que también nos permite interactuar con el mundo de manera más auténtica y significativa, dejando de ser simples réplicas de expectativas externas y convirtiéndonos en agentes activos de nuestra propia existencia.

Referencias

Goffman, E. (1959). The Presentation of Self in Everyday Life. Anchor Books.

Kabat-Zinn, J. (1990). Full Catastrophe Living: Using the Wisdom of Your Body and Mind to Face Stress, Pain, and Illness. Delacorte.

Rogers, C. R. (1961). On Becoming a Person: A Therapist’s View of Psychotherapy. Houghton Mifflin.

Sartre, J.-P. (1943/1992). Being and Nothingness. Washington Square Press.

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