Cuando el papa le encargó pintar un fresco en el techo de la Capilla Sixtina, a Miguel Ángel no le interesó semejante propuesta. Se consideraba a sí mismo escultor, no pintor, y encontró tan abrumadora la tarea que huyó a Florencia. Pasaron dos años antes de que comenzara a trabajar en el proyecto, gracias a la insistencia del papa.[19]Y la astronomía se estancó durante décadas porque Nicolás Copérnico se negó a publicar durante veintidós años su original descubrimiento de que la Tierra gira alrededor del Sol, porque temía el rechazo y el ridículo.[20]Solo divulgó sus hallazgos entre sus amigos. Finalmente, un cardenal importante supo de su trabajo y escribió una carta a Copérnico alentándole a publicarlo. Incluso así, Copérnico lo postergó cuatro años más. Su obra maestra solo vio la luz cuando un joven profesor de matemáticas tomó el asunto en sus manos y envió el trabajo para su publicación.Casi medio milenio más tarde, en 1977, un inversionista providencial ofreció 250.000 dólares a Steve Jobs y Steve Wozniak para la financiación de Apple, pero les dio un ultimátum: Wozniak tendría que dejar Hewlett-Packard. Él se negó. «Tenía la intención de trabajar en esa compañía durante toda mi vida»,[21]afirma Wozniak. «Psicológicamente me sentía bloqueado porque no quería fundar una empresa. Me daba miedo», confiesa. Wozniak cambió de opinión porque Jobs, varios amigos suyos y sus propios padres lo animaron.
martes, 30 de septiembre de 2025
Cada uno de nosotros sigue perdiendo algo muy preciado —dice cuando el teléfono deja de sonar—. Oportunidades importantes, posibilidades, sentimientos que no podrán recuperarse jamás. Esto es parte de lo que significa estar vivo. Pero dentro de nuestra cabeza, porque creo que es ahí donde debe de estar, hay un pequeño cuarto donde vamos dejando todo esto en forma de recuerdos.
Anaxímenes de Mileto (c. 586 – 526 a.C.), el tercer gran pensador de la escuela jónica. Fue discípulo de Anaximandro, pero quiso volver a algo más concreto... sin perder la profundidad.
Enseñanza clave:
¿Qué tiene de valioso esto hoy?
Ejercicio práctico:lunes, 29 de septiembre de 2025
Ignaz Semmelweis
Europa, mediados del siglo XIX
Un médico húngaro con una pregunta incómoda
El experimento
La tasa de mortalidad cayó del 18% al 1%.
El escándalo: “¡Lávate las manos!”
El legado que no pudieron enterrar
¿Por qué importa hoy?Validar el ser en el mundo: una exploración de la existencia y la autenticidad
Bruce Lee: La disciplina como camino hacia la libertad
domingo, 28 de septiembre de 2025
476: Roma cae, el mundo se transforma
Leer en silencio: un hábito moderno en la historia de la lectura
Qué difícil es ver solo lo que es visible
sábado, 27 de septiembre de 2025
El observador y lo observado: una mirada filosófica sobre la conciencia y la realidad
¿Qué ocurre cuando miramos? ¿Somos simples receptores pasivos del mundo o, al observar, lo transformamos? La relación entre el observador y lo observado es una de las preguntas fundamentales de la filosofía. Desde la antigua Grecia hasta la fenomenología contemporánea, los pensadores han interrogado la naturaleza de la percepción, la conciencia y la realidad. Este ensayo propone una exploración filosófica de esta dualidad aparente, que en el fondo revela una profunda unidad.
I. El dualismo clásico: sujeto y objeto
Desde Platón y Aristóteles, la filosofía occidental ha tendido a separar al sujeto que conoce del objeto que es conocido. El observador sería una mente racional que contempla un mundo externo, ya sea el reino de las Ideas platónicas o el mundo sensible aristotélico. Esta separación ha sostenido siglos de pensamiento científico y filosófico: el yo piensa, el mundo es pensado.
Sin embargo, esta visión genera una paradoja. ¿Cómo puede un sujeto conocer algo que le es completamente ajeno? ¿Cómo atravesar el abismo entre la conciencia y la cosa?
II. El giro trascendental: Kant y el conocimiento como construcción
Immanuel Kant, en el siglo XVIII, dio un giro radical. No conocemos las cosas "en sí", sino como aparecen bajo las formas de nuestra sensibilidad (espacio y tiempo) y las categorías del entendimiento. En otras palabras: lo observado está ya filtrado por la estructura del observador. La mente no es una hoja en blanco, sino un marco activo que organiza la experiencia.
Esto implica que no hay un “mundo puro” allá afuera, independiente del sujeto. Todo conocer es ya una forma de intervenir.
III. Fenomenología: la conciencia intencional y el entrelazamiento
A comienzos del siglo XX, Edmund Husserl propuso una filosofía centrada en la experiencia pura: la fenomenología. Según Husserl, toda conciencia es conciencia de algo, es decir, intencional. No existe una conciencia aislada ni un objeto sin relación. El observador y lo observado están entrelazados en cada acto perceptivo.
Para Maurice Merleau-Ponty, este entrelazamiento es aún más profundo: el cuerpo mismo es el punto de cruce entre el mundo y la conciencia. No vemos el mundo como un cuadro desde afuera, lo habitamos desde adentro. Somos a la vez observadores y parte del paisaje.
IV. Krishnamurti y la disolución del observador
Desde una perspectiva más radical, el pensador Jiddu Krishnamurti cuestionó la propia existencia del observador como entidad separada. En sus palabras: “el observador es lo observado”. Esto significa que el yo que observa no está aparte del pensamiento, del miedo, del deseo o del mundo; es eso mismo. Solo cuando cesa la fragmentación entre quien ve y lo que es visto, puede emerger una comprensión total.
Este enfoque sugiere que la división entre sujeto y objeto es ilusoria, y que mantenerla es la raíz del conflicto humano: al ver al otro como diferente, al mundo como separado, nos alienamos.
V. Implicaciones éticas y existenciales
Aceptar que el observador afecta lo observado, que no hay una mirada “neutral”, tiene implicaciones profundas. Significa que toda percepción es también una creación. Ver con odio transforma lo mirado en amenaza. Ver con amor transforma al otro en espejo. Nuestra manera de observar es una forma de habitar el mundo.
Además, si el mundo no es algo que simplemente está “allí”, sino algo que co-creamos en la experiencia, entonces cada mirada es una responsabilidad. No somos testigos pasivos del mundo: somos sus autores parciales.
Conclusión
El tema del observador y lo observado nos obliga a cuestionar las fronteras entre mente y mundo, entre yo y otro, entre mirar y ser. A lo largo de la historia, la filosofía ha intentado disolver esa aparente dualidad para llegar a una comprensión más profunda de la existencia. Quizá el mayor reto no sea entender qué es la realidad, sino cómo la estamos mirando. Porque, al final, la mirada transforma lo mirado, y quien observa no puede hacerlo sin dejar huella en lo observado —ni en sí mismo.
Principales causas de infelicidad según estudios recientes
Pero era mi primer libro y estaba enamorado de él. Si hubiera tenido el dinero, como Gide, lo habría publicado a mis expensas. Si hubiese tenido tanto valor como Whitman, habría ido vendiéndolo de puerta en puerta. Todas las personas a las que se lo enseñé dijeron que era espantoso. Me recomendaron que renunciara a la idea de escribir. Tenía que aprender, como Balzac, que hay que escribir volúmenes y volúmenes antes de firmar con el propio nombre. Tenía que aprender, y no tardé en hacerlo, que hay que abandonar todo y no hacer otra cosa que escribir, que tienes que escribir y escribir y escribir, aun cuando nadie crea en ti. Quizá lo hagas precisamente porque nadie cree en ti, quizás el auténtico secreto radique en hacer creer a la gente. Que el libro fuera inadecuado, defectuoso, malo, espantoso, como decían, era más que natural. Estaba intentando al principio lo que un genio no habría emprendido hasta el final. Quería decir la última palabra al principio. Era absurdo y patético. Fue una derrota aplastante, pero me reforzó la espina dorsal con hierro y la sangre con azufre. Por lo menos supe lo que era fracasar. Supe lo que era intentar algo grande. Hoy, cuando pienso en las circunstancias en las que escribí el libro, cuando pienso en la abrumadora cantidad de material a que intenté dar forma, cuando pienso en lo que intenté realizar, me doy palmaditas en la espalda, me pongo un diez. Estoy orgulloso de que resultara un fracaso lamentable; si lo hubiese logrado, habría sido un monstruo.
viernes, 26 de septiembre de 2025
La delgada capa de la civilización
"Parpadeaste y estás en noviembre. Y entre parpadeos y parpadeos crecieron tus hijos, se fueron tus padres, dejaste de ver a amigos. Parpadeaste y se te pasa la vida entre la puteada y el laburo y la plata que no alcanza y los sueños que dejaste encajonados para 'cuando se pueda'. Y mientras parpadeamos sin registrar al otro, nos perdimos un rato de risas, un abrazo, un amor, una caricia y un último te quiero a ese alguien que ya no veremos. ¿Y si dejamos de parpadear un rato?, digo ¿si nos corremos de la velocidad, del automatismo que nos imprime la vida y empezamos a mirar? Mirá a tu hijo mientras hace la tarea, a tu vieja mientras dobla la ropa, a tu pareja mientras comen juntos, a tus amigos cuando se juntan. Ganale alegría al tiempo, que si va a pasar, si va a arrasarnos, al menos que nos lleve llenos de miradas y sonrisas. Y sobre todo, que el tiempo nos encuentre celebrando, porque a esos momentos de felicidad yo creo que no se los lleva ni la muerte. Quedan grabados en el espacio infinito, con energía. Digo yo, que no sé nada, pero que tengo ganas de empezar a mirar..."
¿Vivir? ¡Ah, vivir! Lo menos frecuente en este mundo, sin duda. La mayoría de los mortales se contenta con existir… ¡qué banalidad! Y yo, ¿quién soy para criticar, si a veces caigo en la misma trampa? Respiro, hablo, camino… y sin embargo, no vivo. Solo actúo la rutina con elegancia.
jueves, 25 de septiembre de 2025
Oda a una urna griega
– John Keats (1819)
La elección de estudiar literatura había sido la elección de permanecer en la literatura, convertida en lo más valioso frente a todos los demás, una forma de vida con la cual podía lanzarme al interior de una novela de Flaubert o de Virginia Woolf y vivirlas literalmente. Una especie de continente que oponía inconscientemente a mi entorno social. Y yo sólo veía en la escritura la posibilidad de transfigurar la realidad.
No fue el rechazo de una primera novela por dos o tres editoriales –una novela cuyo único mérito era la búsqueda de una nueva forma– lo que amedrentó mi deseo y mi orgullo. Estas fueron situaciones de la vida en las que ser mujer pesó más que ser hombre en una sociedad en la que los roles de género estaban definidos, la anticoncepción estaba prohibida y el aborto era un delito. Como pareja con dos hijos, un trabajo de profesora y la carga del cuidado de la familia, me alejé cada vez más de la escritura y de mi promesa de vengar mi raza. No podía leer "La parábola de la ley" en El proceso de Kafka sin verla como una figuración de mi destino: morir sin haber atravesado la puerta que estaba hecha sólo para mí, el libro que sólo yo podía escribir.
Pero esto sin contar con el azar privado e histórico. La muerte de un padre que falleció tres días después de mi llegada a su casa de vacaciones, un puesto de profesor en clases donde los alumnos proceden de medios obreros similares a los míos, movimientos de protesta a escala mundial: todos estos elementos me devolvieron por canales imprevistos y sensibles al mundo de mis orígenes, a mi "raza", y dieron a mi deseo de escribir un carácter de urgencia secreta y absoluta. Esta vez, no se trataba de entregarme a la ilusoria "escritura sobre la nada" de mis veinte años, sino de sumergirme en lo indecible de una memoria reprimida y sacar a la luz la forma en que existieron los míos. Escribir para comprender las razones dentro y fuera de mí que me habían alejado de mis orígenes. Ninguna elección de escritura es evidente. Pero los que, como inmigrantes, ya no hablan la lengua de sus padres, y los que, como tránsfugas de su clase social, ya no tienen el mismo idioma, piensan en sí mismos y se expresan con otras palabras, se enfrentan a obstáculos adicionales. Un dilema. Sienten la dificultad, incluso la imposibilidad, de escribir en la lengua adquirida, dominante, que han aprendido a dominar y que admiran en sus obras literarias, todo lo que se refiere a su mundo de origen, ese primer mundo hecho de sensaciones, de palabras que hablan de la vida cotidiana, del trabajo, del lugar ocupado en la sociedad. Por un lado, está el lenguaje en el que han aprendido a nombrar las cosas, con su brutalidad, con sus silencios, como el del encuentro cara a cara entre una madre y un hijo, por ejemplo, en el bellísimo texto de Albert Camus "Entre el sí y el no". Por otra parte, los modelos de las obras admiradas, interiorizadas, las que les abrieron el universo primero y a las que se sienten deudores por su elevación, que a menudo consideran incluso como su verdadera patria. En la mía estaban Flaubert, Proust, Virginia Woolf: cuando volví a escribir, no me fueron de ninguna ayuda. Tuve que romper con la "buena escritura", la frase bonita, la que enseñaba a mis alumnos, para extraer, exponer y comprender el desgarro que me recorría. Espontáneamente, fue el choque de un lenguaje portador de cólera y de burla, incluso de grosería, lo que me vino, un lenguaje de exceso, insurgente, a menudo utilizado por los humillados y los ofendidos, como única manera de responder al recuerdo del desprecio, de la vergüenza y de la vergüenza de la vergüenza
Annie Ernaux
Poco a poco, olvidando al Hombre, hemos limitado nuestra moral a los problemas del individuo. Hemos exigido de cada uno que no perjudicara al otro individuo. De cada piedra, que no perjudicara a la otra piedra. Y seguramente no se molestan la una a la otra cuando están revueltas en un campo. Pero perjudican a la catedral que hubieran fundado, y que hubiera fundado, en cambio, su propia significación.
miércoles, 24 de septiembre de 2025
"El tiempo me ha enseñado algunas astucias: eludir los sinónimos, que tienen la desventaja de sugerir diferencias imaginarias; eludir hispanismos, argentinismos, arcaísmos y neologismos; preferir las palabras habituales a las palabras asombrosas; intercalar en un relato rasgos circunstanciales, exigidos ahora por el lector; simular pequeñas incertidumbres, ya que si la realidad es precisa la memoria no lo es; narrar los hechos (esto lo aprendí de Kipling y en las sagas de Islandia) como si no los entendiera del todo [...].
Es curiosa la suerte del escritor. Al principio es barroco, vanidosamente barroco, y al cabo de los años puede lograr, si son favorables los astros, no la sencillez, que no es nada, sino la modesta y secreta complejidad".
Jorge Luis Borges.
El arte como espejo del alma — cuando crear es descubrirse
El arte ha sido siempre, en todas las culturas y épocas, un medio para explorar lo invisible. No solo para representar el mundo exterior, sino para revelar lo que habita dentro: las emociones, las dudas, los sueños, las heridas. En ese sentido, el arte funciona como un espejo del alma, un reflejo imperfecto pero sincero de nuestra vida interna.
I. La creación como acto de autoconocimiento
Cuando una persona crea, no solo reproduce formas o sonidos, sino que pone en juego sus emociones, sus conflictos y sus deseos. En Yo, él y Raquel, Greg y Earl hacen películas parodiando clásicos, pero es cuando intentan hacer una película “de verdad” para Raquel que Greg comienza a tocar la profundidad de sí mismo. No es un talento inmediato ni perfecto, sino una exploración torpe y valiente de lo que siente.
Este acto de creación obliga a quien lo hace a enfrentarse a sí mismo. A veces aparece el miedo al juicio, a la imperfección, al rechazo. Pero también surge la posibilidad de comunicar lo que no se puede decir con palabras. El arte se vuelve un lenguaje del alma, un puente hacia el autoconocimiento.
II. El arte como lenguaje del sufrimiento y la esperanza
En It’s Kind of a Funny Story, el dibujo es para Craig una forma de calma y resistencia. En medio de la tormenta mental que vive, crear mapas imaginarios es un acto que le permite respirar, poner orden en el caos. El arte, entonces, no es solo belleza, sino una herramienta para la supervivencia emocional.
Esta función del arte como canal para procesar el sufrimiento no es exclusiva de personas en crisis. Todos, en diferentes momentos, usamos la creación para darle sentido al dolor, para transformar la angustia en formas comprensibles, en símbolos que nos ayudan a sanar.
III. El espejo imperfecto y liberador
Un espejo, por definición, refleja. Pero un espejo artístico no es un cristal frío y exacto: distorsiona, embellece, multiplica, fragmenta. Al crear, no solo vemos lo que somos, sino lo que tememos, lo que anhelamos o lo que aún no entendemos.
Ese reflejo imperfecto es liberador porque permite la ambigüedad y la complejidad. El arte no obliga a respuestas claras. Invita a la pregunta. Nos muestra que el alma no es un ente estático, sino un flujo de imágenes, emociones y pensamientos que cambian con el tiempo.
IV. Compartir el alma: vulnerabilidad y conexión
El acto artístico también es un acto de vulnerabilidad. Cuando alguien muestra su obra, está exponiendo partes íntimas, fragmentos de su interior. Y en ese gesto, crea la posibilidad de conexión con otros que se ven reflejados en esa expresión.
Por eso el arte es también un puente hacia el otro. A través de la obra, alguien puede sentir que no está solo en sus emociones. Puede reconocer que otros han sentido miedo, alegría, tristeza o esperanza de manera parecida. Así, el arte crea comunidad y empatía.
Conclusión
El arte como espejo del alma es una verdad universal. Crear es mirarse, explorarse y mostrarse. Es una búsqueda que mezcla el miedo y la libertad, el dolor y la esperanza. Es la manera que tenemos de decir lo que a veces no podemos expresar con palabras.
En ese reflejo, imperfecto y cambiante, reconocemos nuestra humanidad compartida. Y eso, tal vez, es lo más cercano a la verdad que el arte nos ofrece.
HAMLET: El abismo del pensamiento
Autor: William Shakespeare
Año: ca. 1601
Ubicación narrativa: Dinamarca
Género: Tragedia
Perfil psicológico
Hamlet representa al hombre moderno, consciente de sí mismo y del sinsentido del mundo.
Valores y creencias
Simbolismo
El cráneo de Yorick = conciencia de la muerte inevitable.
El fantasma del padre = la voz de la conciencia ética que clama por justicia.
La obra dentro de la obra = el arte como espejo de la verdad.
La espada = símbolo de la acción retrasada y del destino trágico.
Interpretación moderna
Hamlet en el siglo XXI sería alguien atrapado entre terapia, redes
sociales, filosofía existencial y la presión de hacer algo
“significativo”.
Frases célebres comentadas
Música sugerida
Samuel Barber – Adagio for Strings
Philip Glass – Metamorphosis One
Max Richter – On the Nature of Daylight
Detalles que enriquecen el análisis
Hamlet estudia en Wittenberg, la misma ciudad donde Lutero clavó sus
tesis. ¿Casualidad? No: Shakespeare lo sitúa en un mundo donde la
religión se tambalea.
El hecho de que solo algunas personas vean al fantasma no es detalle menor: lo que para uno es moral, para otro es locura.
La “locura fingida” de Hamlet actúa como catalizador para revelar la podredumbre de la corte.
Lo que Hamlet nos enseña hoy
No basta con tener razones para actuar, necesitamos convicciones.
La lucidez puede ser una carga si no aprendemos a integrarla con el corazón.
El dolor que no se expresa se convierte en parálisis.
El arte y la palabra son instrumentos poderosos para revelar verdades ocultas.
Reflexionar es necesario, pero actuar también lo es.
Hoy más que nunca, necesitamos el equilibrio entre el pensamiento y la
acción. Hamlet nos recuerda que pensar sin movernos nos mata por dentro.Archivo del blog
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