La moral como arma tribal 

La
moral no es nobleza, ni virtud eterna; es un arma evolucionada para
sobrevivir en la selva social. Pablo Malo lo deja claro: lo que llamamos
“moralidad” nació en pequeños grupos humanos para mantener cohesionada a
la tribu, asegurar cooperación y proteger recursos. No nació para hacer
del mundo un lugar justo; nació para garantizar que tu grupo sobreviva y
el otro quede fuera.
Este
origen tribal explica por qué la moral es tan peligrosa. Dentro del
grupo, genera lealtad ciega: obedecemos normas, premiamos a quienes se
ajustan y castigamos a quienes disienten. Pero fuera del grupo, surge la
hostilidad: el extraño, el distinto, el que cuestiona nuestra visión se
convierte automáticamente en enemigo. La moral deja de ser un código de
conducta y se transforma en un mecanismo de exclusión.
Hoy,
en la era digital, ese instinto tribal se ha vuelto letal. Las redes
sociales funcionan como tribunales morales: linchamiento público,
señalización de virtud, indignación constante. Las fronteras de la tribu
se dibujan en hashtags y memes; la cooperación se confunde con
aprobación automática y el que no se somete es demonizado. Malo señala
que seguimos repitiendo patrones prehistóricos, pero ahora con megáfonos
globales.
Comprender que
la moralidad es un producto evolutivo y tribal no es un ejercicio
académico: es una advertencia. Nos muestra que nuestras pulsiones de
“nosotros contra ellos” no desaparecieron, solo se sofisticaron. La
moral, lejos de ser un bálsamo ético, es un arma de doble filo: puede
unir, pero también dividir, excluir y hasta destruir.
La
clave, según Malo, es reconocer nuestra herencia tribal y aprender a
domesticarla. Solo así podremos construir sociedades que cooperen más
allá de la lealtad ciega a la tribu, y que entiendan que la verdadera
moral no está en señalar enemigos, sino en equilibrar instinto, razón y
empatía.
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