En La negación de la muerte, Ernest Becker escribió: «La idea de la muerte, el miedo que ocasiona, acosa al animal humano como ninguna otra cosa. Es causa principal de la actividad humana, diseñada, en su mayor parte, para evitar la fatalidad de la muerte, para superarla negando de algún modo que es el destino final de la persona». Sin embargo, igual que sucede con la noche, la muerte es inevitable; solo hemos conseguido dividirla en innumerables sombras fragmentadas que oscurecen el día. A causa de nuestro pánico hacia la oscuridad de la muerte, sacrificamos la luz de nuestras vidas.
Los
cimientos psicológicos de las ideas de Becker han sido analizados en
experimentos realizados por Sheldon Solomon, Jeff Greenberg y Thomas
Pyszczynski, quienes han dedicado décadas enteras a investigar cómo
tratamos de negar inconscientemente nuestra mortalidad al supeditar
nuestra identidad personal a tótems, tabúes, religiones y ejércitos. La
cultura, afirman, ofrece un refugio contra el terror existencial al
dotar al hombre de significado y orientación. Si seguimos las reglas
podremos incluso albergar la esperanza de inmortalidad en forma de vida
más allá de la muerte, de reencarnación o simbólicamente: monumentos,
obras de arte o calles con nuestro nombre.
Christopher Ryan
No hay comentarios:
Publicar un comentario