domingo, 9 de noviembre de 2025

 El pensamiento simbólico: la mente como creadora de realidades


Jean-Pierre Vernant afirma que “nuestro pensamiento es siempre simbólico” y que opera mediante signos mediadores. Esta afirmación, aunque sencilla en apariencia, encierra una comprensión profunda sobre cómo funciona la mente humana. No pensamos directamente sobre la realidad; siempre lo hacemos a través de símbolos, representaciones e interpretaciones. Cada palabra, imagen o gesto que usamos funciona como un intermediario entre nuestro interior y el mundo exterior, y gracias a ello podemos construir, recrear o imaginar realidades que no están presentes.

La capacidad de representar mentalmente lo ausente es una de las características más extraordinarias de la mente. Cuando recordamos nuestra infancia, planeamos un viaje o leemos una historia, no estamos percibiendo objetos concretos; estamos reconstruyendo imágenes, sonidos, emociones y conceptos en nuestra conciencia. Esta reconstrucción no replica exactamente la realidad, sino que la transforma, seleccionando, combinando y reinterpretando elementos para crear una versión mental que nos es útil y significativa. Así, incluso la memoria y la imaginación son ejercicios de creación simbólica.

El pensamiento simbólico también nos permite interactuar con conceptos abstractos. Palabras como “justicia”, “libertad” o “amor” no tienen existencia tangible, pero mediante signos mediadores podemos reflexionar sobre ellas, analizarlas y aplicarlas a nuestra vida. La mente, entonces, no se limita a reaccionar ante lo que existe; crea mundos posibles, escenarios futuros y narrativas internas que nos permiten anticipar, decidir y comprender de manera profunda.

Vernant nos recuerda, finalmente, que nuestra relación con la realidad nunca es directa. Todo lo que pensamos, sentimos o imaginamos está mediado por símbolos, y esa mediación es la que nos da libertad y poder creativo. El pensamiento simbólico nos permite trascender lo inmediato, proyectarnos más allá de lo que percibimos y construir, en nuestra conciencia, universos enteros que no existen físicamente. En este sentido, la mente humana es tanto un espejo de la realidad como un taller de invenciones: un espacio donde lo ausente se hace presente y lo concreto se transforma en ideas.

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