La cultura sí moldea al ser humano: un ensayo contra la ilusión del individuo aislado
Hay afirmaciones que revelan más sobre quien las dice que sobre el mundo real. Una de ellas es esta:
“La cultura no moldea al hombre.”
A primera vista suena fuerte, casi liberadora; sugiere un individuo
autónomo, intacto, libre por esencia. Pero basta revisar la evidencia
histórica, psicológica y antropológica para descubrir que tal afirmación
es un espejismo intelectual.
No es que la cultura condicione todo, ni que el individuo sea un simple reflejo social. El punto es otro: la relación entre ser humano y cultura es bidireccional, pero negar la influencia cultural equivale a negar la mitad del proceso.
A continuación, desarmo esa postura desde sus bases.
1. El ser humano nace inacabado: sin cultura no hay persona
A diferencia de otros animales, los humanos nacen con un cerebro extremadamente plástico.
No venimos “programados” biológicamente con conductas fijas: el idioma, los valores, los símbolos, las reglas, el sentido de pertenencia, todo debe ser aprendido.
Un bebé nacido en México crecerá hablando español y entendiendo el mundo como mexicano. El mismo bebé, criado en Japón, hablaría japonés y reproduciría códigos culturales japoneses.
Esto demuestra una verdad irrefutable:
la cultura organiza lo que el cerebro humano aprende y en qué dirección lo hace.
Negar esto es como negar que el agua moja: no cambia nada en la realidad, pero sí revela una desconexión profunda con los hechos.
2. Si la cultura no moldeara al individuo, no existirían estas diferencias extremas
- Pueblos que consideran al anciano un sabio vs. sociedades que lo tratan como estorbo.
- Países donde la timidez es virtud vs. culturas donde la extroversión es obligación.
- Comunidades donde compartir es identidad colectiva vs. sociedades donde acumular es éxito.
- Regiones donde un insulto se considera grave vs. lugares donde es parte del habla cotidiana.
- Religiones que predican culpa vs. religiones que predican armonía.
Si la cultura no moldeara, seríamos idénticos en cualquier lugar, y la historia humana sería monótona como una colmena. Pero no lo es. El mundo humano es diverso porque la cultura genera formas distintas de ser.
3. La ilusión del individuo autónomo: un producto… cultural
Paradójicamente, la idea del individuo totalmente libre y no moldeado…
es ella misma un producto cultural.
Nace en el pensamiento liberal moderno, en la filosofía del yo
aislado, en la ética protestante del mérito personal, en el imaginario
estadounidense del “self-made man”.
No es universal: es una creencia específica, ubicada en un lugar, tiempo e ideología.
Quien afirma que la cultura no moldea al individuo está repitiendo
—sin saberlo— uno de los mitos más profundos de la cultura occidental:
la ficción del “yo puro”, aislado, pre-social.
Ese “yo” sin cultura no existe. Nunca ha existido.
4. ¿Por qué algunas personas niegan la influencia cultural?
a) Para proteger la idea del “yo soberano”
Aceptar la influencia de la cultura duele al ego:
implica admitir que muchas ideas que creemos propias en realidad son heredadas.
b) Por ignorancia antropológica
Muchos autores no han leído ni una etnografía, ni un estudio serio, ni han revisado culturas radicalmente distintas a la suya.
c) Por motivos ideológicos
Negar la influencia cultural facilita justificar desigualdades:
“Si eres así o fracasaste, es tu culpa, no tiene nada que ver con tu contexto.”
Es una posición política, disfrazada de afirmación filosófica.
5. La verdad completa: un diálogo entre individuo y cultura
Ser humano es estar dentro de una trama de símbolos, normas, relatos y
prácticas que nos dieron forma. Pero también somos capaces de
transformar esa trama.
Por eso:
- El individuo crea cultura.
- La cultura crea al individuo.
- La transformación ocurre cuando ambos se tensan mutuamente.
Reducir la realidad a solo uno de estos polos es amputar la complejidad humana.
6. ¿Qué pasa cuando alguien niega la influencia cultural?
Suceden dos cosas:
-
Pierde la capacidad de comprender por qué la sociedad es como es
(porque todo lo reduce a decisiones individuales). -
Pierde herramientas para cambiarla,
ya que cree que los sistemas no moldean nada, cuando en realidad moldean casi todo.
Negar la cultura es el primer paso para no poder transformarla.
7. Conclusión
La cultura sí moldea al hombre.
Y admitirlo no nos hace menos libres: nos hace más lúcidos para entender dónde estamos parados y qué podemos transformar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario