viernes, 14 de noviembre de 2025

  A veces digo, aunque no del todo en serio, que el enamoramiento es la parte excitante del principio, y que el amor real es la parte aburrida que viene después

La reflexión de Wendy Cope sobre el enamoramiento y el amor real es una observación aguda y llena de matices, que invita a explorar la dualidad entre la pasión efímera y la profundidad duradera. Podríamos desarrollarla así:


**1. El enamoramiento como "chispa" ilusoria**  
El enamoramiento es ese estado de euforia inicial donde todo es intensidad: la idealización del otro, las mariposas en el estómago, la obsesión dulcemente irracional. Es "emocionante" precisamente porque se alimenta de lo desconocido y de la proyección. Como dice Cope, es un *"no del todo en serio"*: un juego de espejos donde amamos más la idea que hemos construido que a la persona real. La literatura romántica y el cine suelen eternizar esta fase, confundiéndola con el amor mismo.

**2. El amor real como elección consciente (y "aburrida")**  
Lo que sigue —el amor real— carece del brillo del enamoramiento porque implica lidiar con lo cotidiano: ver al otro en sus contradicciones, negociar conflictos, aceptar rutinas. Es aquí donde Cope introduce la ironía: lo llama *"aburrido"* no por falta de valor, sino porque exige un trabajo silencioso, lejos del drama de los comienzos. Es la diferencia entre *sentir* y *construir*: compartir un silencio cómodo, cuidar al otro en la enfermedad, reírse de viejas anécdotas por décima vez.

**3. La paradoja de la profundidad**  
La gracia del comentario está en su aparente cinismo: lo "aburrido" es en realidad lo revolucionario. El amor real no necesita adrenalina porque ha encontrado algo más raro: la confianza. Como escribió la propia Cope en **«The Orange»** (*"And I love you. I’m glad I exist."*), a veces la mayor felicidad está en la simpleza de un gesto repetido, en la certeza de que el otro estará ahí incluso cuando el guión deje de ser emocionante.

**4. ¿Dos caras de una misma moneda?**  
Quizá lo más honesto sea admitir que ambos estadios se necesitan: el enamoramiento es el impulso que nos lleva a empezar, pero el amor es lo que nos hace quedarnos. Como diría otro poeta, Auden, *"If equal affection cannot be, let the more loving one be me"*. La verdadera hazaña no es enamorarse, sino elegir seguir amando cuando la magia se vuelve humana.

En definitiva, la frase de Cope celebra lo imperfecto y lo ordinario como terreno fértil. Porque el amor —el de verdad— no es un final de película, sino la película entera, incluyendo las escenas que nadie recuerda..

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