Sísifo: La piedra que nos enseña a vivir
Sísifo,
rey astuto y valiente, fue condenado por los dioses a empujar una
piedra hasta la cima de una montaña, solo para verla rodar de nuevo
hacia el abismo. Día tras día, esfuerzo tras esfuerzo, sin gloria ni
recompensa, sin descanso ni alivio. Su castigo era absurdo. Su
existencia, un ciclo de trabajo inútil.
Pero
Sísifo no es solo un condenado de la antigua Grecia; es nuestro espejo.
Cada correo que enviamos sin respuesta, cada proyecto que se desmorona,
cada intento de vivir con dignidad en un mundo que nos arrastra hacia
la rutina: ahí está Sísifo, recordándonos que la vida puede ser absurda,
sí, pero también digna.
La
piedra que empujamos no desaparece; es pesada, desgastante, implacable.
Y sin embargo, en ese movimiento constante, hay un aprendizaje
silencioso: la fuerza que adquirimos, la paciencia que cultivamos, el
valor de seguir a pesar de todo. Como Camus dijo, “hay que imaginar a
Sísifo feliz”. La felicidad no está en la cima, ni en el logro final,
sino en el coraje de levantarse y empujar, una y otra vez.
Hoy,
Sísifo está en los obreros que trabajan jornadas interminables, en los
padres que luchan por criar hijos en medio del caos, en los artistas que
crean sin reconocimiento, en los soñadores que insisten a pesar de la
indiferencia del mundo. Su piedra es nuestra resistencia, y su condena,
nuestra escuela de valentía.
Mantra de Sísifo:
“Empuja, aunque la cima siempre quede lejos; encuentra en tu fuerza la victoria que los dioses niegan.”
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