Jordan Peterson nos enfrenta a una paradoja inquietante: somos capaces de cuidar mejor a los demás que a nosotros mismos. Pensemos en un medicamento que debemos tomar: solemos asegurarnos de que nuestros hijos, nuestra pareja o incluso un amigo lo haga, mientras que a nosotros mismos nos cuesta cumplir la dosis. Esta regla, aparentemente sencilla, es un llamado a reconocer nuestro valor intrínseco y asumir la responsabilidad de nuestra propia vida.
El
núcleo del mensaje es profundo: la autocompasión no es indulgencia ni
egoísmo, sino una obligación ética. Si no nos cuidamos, si no nos
nutrimos, si no establecemos límites y buscamos nuestro propio
bienestar, estamos condenando nuestro potencial. Peterson argumenta que
tratarnos con la misma seriedad y respeto con que trataríamos a alguien
querido genera un círculo virtuoso: cuando nos fortalecemos, podemos
ayudar mejor a otros, porque no partimos de la escasez, sino de la
plenitud.
La vida está
llena de caos y sufrimiento, pero también de oportunidades para crecer.
La regla nos recuerda que el primer paso para navegarlo es sostenernos a
nosotros mismos. Esto implica decisiones prácticas: descansar lo
suficiente, alimentarse bien, aprender, enfrentar los miedos y reconocer
nuestros errores sin auto flagelarnos. Pero también implica un
compromiso más profundo: reconocer que nuestra existencia tiene valor,
que nuestra persona merece cuidado y respeto.
Al
final, tratarse a uno mismo como alguien que merece ayuda es una
declaración radical: “No soy negligente conmigo mismo; merezco atención,
esfuerzo y dedicación”. Es un acto de valentía silenciosa frente al
desorden del mundo. Porque solo cuando nos sostenemos podemos extender
la mano y sostener a otros sin vaciar nuestra fuerza vital.
Referencia:Peterson, J. B. (2018). 12 Rules for Life: An Antidote to Chaos. Toronto: Random House Canada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario