miércoles, 6 de agosto de 2025

 Herman Melville, con Bartleby, the Scrivener, nos quiso mostrar muchas cosas a la vez, pero el eje principal gira en torno al aislamiento, la alienación del individuo en la sociedad moderna, y la resistencia pasiva frente a un sistema que no entiende ni considera al ser humano como algo más que una herramienta.

Bartleby es un escribiente que, sin dar explicaciones, empieza a responder con la famosa frase "Preferiría no hacerlo". Esta negativa pasiva —sin confrontar, sin gritar, simplemente prefiriendo no— se convierte en una especie de protesta muda y desconcertante contra la rutina laboral, la deshumanización del trabajo, y una vida sin sentido. Bartleby es casi un fantasma: está presente, pero se niega a participar de la lógica del mundo que lo rodea.

El narrador, un abogado del mundo corporativo, representa esa sociedad burocrática y funcional. Intenta ayudarlo, comprenderlo, pero también es incapaz de romper verdaderamente su marco mental. Así, Melville critica la hipocresía compasiva de las instituciones y la incapacidad del sistema para lidiar con quien no se adapta.

Podría decirse que Melville nos pregunta: ¿qué pasa con aquellos que no pueden —o no quieren— encajar? ¿Qué lugar tiene un Bartleby en el mundo moderno?

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