Herman Melville, con Bartleby, the Scrivener, nos quiso mostrar muchas cosas a la vez, pero el eje principal gira en torno al aislamiento, la alienación del individuo en la sociedad moderna, y la resistencia pasiva frente a un sistema que no entiende ni considera al ser humano como algo más que una herramienta.
Bartleby
es un escribiente que, sin dar explicaciones, empieza a responder con
la famosa frase "Preferiría no hacerlo". Esta negativa pasiva —sin
confrontar, sin gritar, simplemente prefiriendo no— se convierte en una
especie de protesta muda y desconcertante contra la rutina laboral, la
deshumanización del trabajo, y una vida sin sentido. Bartleby es casi un
fantasma: está presente, pero se niega a participar de la lógica del
mundo que lo rodea.
El
narrador, un abogado del mundo corporativo, representa esa sociedad
burocrática y funcional. Intenta ayudarlo, comprenderlo, pero también es
incapaz de romper verdaderamente su marco mental. Así, Melville critica
la hipocresía compasiva de las instituciones y la incapacidad del
sistema para lidiar con quien no se adapta.
Podría
decirse que Melville nos pregunta: ¿qué pasa con aquellos que no pueden
—o no quieren— encajar? ¿Qué lugar tiene un Bartleby en el mundo
moderno?
No hay comentarios:
Publicar un comentario