Sócrates
Usaba la ironía como arma, y a más de uno lo dejó en ridículo en público.
No cobraba, pero tampoco daba diplomas… te ibas con crisis existencial gratis.
Murió por cuestionar demasiado, así que sí: básicamente lo “cancelaron” en Atenas.
Wittgenstein
Tenía un humor tan raro que ni Google Translate lo entendería.
Fue maestro de primaria y, según dicen, a veces era tan duro que los niños preferían el recreo… bajo la lluvia.
El tipo más puntual que conocerás: llegaba antes de que existiera el tiempo.
Kierkegaard
Hablaba con tanta pasión de la fe y la angustia que hasta parecía telenovela.
Usaba seudónimos como si fueran cuentas falsas de Facebook para discutir consigo mismo.
Amaba a Regina Olsen… pero rompió el compromiso porque, bueno, angustia existencial.
Camus
Atractivo, carismático y existencialista: básicamente el protagonista de cualquier película francesa en blanco y negro.
Escribió que la vida es absurda, pero igual se la pasaba en cafés con vino y amigos.
Ganó el Nobel y aún así seguía siendo el alma de la fiesta.
Schopenhauer
Pesimista profesional: si había sol, decía que iba a llover.
Odiaba tanto a Hegel que daba clases al mismo tiempo que él… y se quedaba con 5 alumnos.
Amaba a su perro más que a la mayoría de las personas.
Rousseau
Soñaba con una educación libre y natural… pero mandó a sus hijos a un orfanato.
Huyó de ciudades y gobiernos más veces que un estafador de telenovela.
Pensaba que el hombre era bueno por naturaleza… salvo sus vecinos.
Locke
Creía que todos nacemos como una hoja en blanco… y que la escuela te escribe encima.
Inspiró revoluciones políticas, pero no cobraba regalías.
Podía discutir de política y educación toda la noche… sin perder la compostura inglesa.
Sartre
Existencialista, comunista y activista: triple combo para incomodar en cenas familiares.
Andaba con Simone de Beauvoir, pero tenían “relación abierta” antes de que fuera cool.
Rechazó el Nobel porque no quería que lo “institucionalizaran”… y porque le caía gordo el traje.
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