Hay varias razones por las que hoy parecen escasear las canciones poéticas:
1. La industria musical prioriza la inmediatez
Las
plataformas de streaming, los algoritmos y las redes sociales han
moldeado una lógica de consumo rápido. Se premia lo que “engancha” en
los primeros segundos, lo que se puede bailar, lo que se puede
viralizar. La poesía requiere pausa, atención, y eso choca con el ritmo
de la industria actual.
2. Cambio en los referentes culturales
Antes,
la figura del poeta era casi sagrada. Hoy, la cultura dominante está
más marcada por influencers, empresarios exitosos o figuras mediáticas.
Los poetas siguen existiendo, pero ya no tienen el eco social que tenían
figuras como Silvio Rodríguez, Leonard Cohen, Chavela Vargas o Caetano
Veloso.
3. Hay poesía, pero está escondida
Hay
músicos jóvenes escribiendo letras profundas, líricas y bellas, pero
muchas veces están fuera del circuito comercial. Hay que buscarlos. En
español, por ejemplo, artistas como El Kanka, Jorge Drexler, Silvana
Estrada o Natalia Lafourcade rescatan lo poético. En inglés, gente como
Hozier, Florence + The Machine, o Sufjan Stevens. Pero claro, no suenan
en las estaciones más populares.
4. La poesía como lenguaje de resistencia
La
poesía nunca muere, pero se refugia. Cuando el mundo se vuelve más
superficial, la poesía se vuelve más íntima o más política. Quizá ya no
está en la radio, pero vive en los slams de poesía, en los pequeños
bares, en los cuadernos personales y en las redes de quienes aún sienten
que nombrar el mundo con belleza es una forma de salvarlo.
5. ¿Y si el problema no es la falta de poetas, sino la falta de escucha?
Tal
vez los poetas no son menos, sino que hay menos oídos dispuestos a
detenerse y abrirse a esa forma de mirar.
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