Los estoicos también responderán a la crítica anterior observando que al mismo tiempo que la práctica de la visualización negativa nos ayuda a apreciar el mundo, nos prepara para los cambios que acontecen en él. Después de todo, practicar la visualización negativa es contemplar la impermanencia del mundo circundante. Así , el padre o la madre que practica la visualización negativa , si lo hace correctamente, llegará a dos conclusiones: tiene suerte de tener a su hija, y como no puede estar seguro o segura de su presencia continuada en esta vida , debe estar preparado para perderla.
Esta es la razón por la que Marco Aurelio, después de aconsejar a los lectores que piensen en cuánto echarían de menos sus posesiones si las perdieran, les advierte: «Guárdate de valorarlas en exceso hasta el punto de que si las pierdes destruyas la paz de tu mente». [16] De un modo similar, y tras aconsejarnos disfrutar de la vida, Séneca nos previene de no cultivar un «desmesurado amor» por las cosas que disfrutamos. Al contrario, hemos de cuidarnos de ser «los usuarios, no los esclavos, de los dones de la fortuna».
En otras palabras, la visualización negativa nos enseña a aceptar la vida que nos toca vivir y extraer de ella cada brizna de deleite posible. Pero simultáneamente nos prepara para los cambios que nos privarán de aquello que nos hace felices. En otras palabras, nos enseña a disfrutar de lo que tenemos sin aferrarnos a ello. Esto significa, a su vez, que al practicar la visualización negativa no solo multiplicaremos nuestras posibilidades de experimentar la felicidad, sino también de que esa experiencia sea duradera y sobreviva a los cambios de las circunstancias . Así pues, al practicar la visualización negativa esperamos conquistar lo que Séneca consideraba un beneficio fundamental del estoicismo, a saber , «una felicidad ilimitada, firme e inalterable».
William B. Irvine
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