lunes, 7 de julio de 2025


Jesús: Bienaventurado eres, Siddhartha, por haber buscado la verdad en el silencio del corazón. Dime, ¿qué has hallado en el camino que llamas el Noble Sendero?
Buda: Gratitud, Jesús, por tu bondad que abraza como un río. En el sendero, he visto que el sufrimiento nace del apego, de la ignorancia que nos encadena al ciclo del devenir. Mas, al soltar el deseo y cultivar la atención plena, se alcanza el Nirvana, la paz que trasciende. Tú, que hablas del Reino de los Cielos, ¿es este un lugar o un estado del alma?
Jesús: El Reino de los Cielos está dentro de vosotros y entre vosotros. No es un lugar que se toca con manos, sino un amor que se vive, una entrega al Padre que todo lo ama. Dices bien al hablar de soltar, pues quien se aferra a la vida la pierde, pero quien la da por amor la encuentra eternamente. ¿Cómo guías a los hombres a esa paz que llamas Nirvana?
Buda: Con las Cuatro Nobles Verdades, les muestro que el sufrimiento existe, que tiene causa, que puede cesar, y que hay un camino para ello: la virtud, la meditación, la sabiduría. No busco un dios externo, sino despertar la claridad en cada ser. Tú, que hablas del Padre, ¿cómo lo hallan los que sufren y dudan?
Jesús: El Padre es amor, y en el amor se le encuentra. A los que sufren, les digo: vengan a mí, que mi yugo es suave. Perdona a tus enemigos, ama al prójimo como a ti mismo, y en ese acto de entrega, el Padre se revela. Pero dime, Siddhartha, ¿no es tu sendero de desapego también un acto de amor, al liberar al mundo del peso de su propio dolor?
Buda: (sonriendo serenamente) Así es, Jesús. El desapego no es frialdad, sino compasión sin cadenas. Al soltar el "yo", abrazo a todos los seres en su sufrimiento y su alegría. Tu amor al prójimo resuena con mi compasión universal. Pero, ¿qué dices del pecado, esa carga que mencionas? ¿Es distinta de la ignorancia que yo veo?
Jesús: El pecado es apartarse del amor del Padre, elegir el egoísmo sobre la unidad. Pero no es una cadena eterna; el arrepentimiento y el perdón la disuelven. Tu ignorancia, creo, es un velo similar, que nubla la verdad. Ambos llamamos a los hombres a despertar, ¿no es así? A ver la luz que ya son.
Buda: (asintiendo) Sí, ambos señalamos la luz, aunque con palabras distintas. Tú hablas de fe en el Padre; yo, de comprender la impermanencia. Mas el corazón que se abre no necesita nombres. Dime, ¿qué esperanza das a los que temen la muerte?
Jesús: Les digo: yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá. La muerte no es el fin, sino la puerta a la vida eterna en el amor del Padre. Y tú, Siddhartha, ¿qué consuelo ofreces ante el temor al fin?
Buda: Les enseño que no hay un "yo" que muera, solo un flujo de momentos. Al comprender la impermanencia, el miedo se disuelve, pues no hay nada que perder. El Nirvana es la libertad de nacer y morir. Nuestras palabras difieren, pero ambas buscan liberar.
Jesús: (con una mirada cálida) Hermano en la luz, tus palabras son como un río que lleva a la misma mar. Que los hombres escuchen, ya sea tu sendero o mi cruz, y hallen la paz.
Buda: (inclinándose ligeramente) Y que tu amor, Jesús, siga iluminando los corazones, como la luna refleja el sol. Caminemos, pues, cada uno en su sendero, sabiendo que la verdad es una.
Ambos se levantan, compartiendo una sonrisa que trasciende los siglos. El viento lleva sus palabras al universo, y el jardín permanece en silencio, pero vibrante de su presencia.¡

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog

Buscar este blog