Jesús: Bienaventurado eres, Siddhartha, por
haber buscado la verdad en el silencio del corazón. Dime, ¿qué has
hallado en el camino que llamas el Noble Sendero?
Buda: Gratitud, Jesús,
por tu bondad que abraza como un río. En el sendero, he visto que el
sufrimiento nace del apego, de la ignorancia que nos encadena al ciclo
del devenir. Mas, al soltar el deseo y cultivar la atención plena, se
alcanza el Nirvana, la paz que trasciende. Tú, que hablas del Reino de
los Cielos, ¿es este un lugar o un estado del alma?
Jesús: El Reino de
los Cielos está dentro de vosotros y entre vosotros. No es un lugar que
se toca con manos, sino un amor que se vive, una entrega al Padre que
todo lo ama. Dices bien al hablar de soltar, pues quien se aferra a la
vida la pierde, pero quien la da por amor la encuentra eternamente.
¿Cómo guías a los hombres a esa paz que llamas Nirvana?
Buda: Con las
Cuatro Nobles Verdades, les muestro que el sufrimiento existe, que tiene
causa, que puede cesar, y que hay un camino para ello: la virtud, la
meditación, la sabiduría. No busco un dios externo, sino despertar la
claridad en cada ser. Tú, que hablas del Padre, ¿cómo lo hallan los que
sufren y dudan?
Jesús: El Padre es amor, y en el amor se le encuentra. A
los que sufren, les digo: vengan a mí, que mi yugo es suave. Perdona a
tus enemigos, ama al prójimo como a ti mismo, y en ese acto de entrega,
el Padre se revela. Pero dime, Siddhartha, ¿no es tu sendero de desapego
también un acto de amor, al liberar al mundo del peso de su propio
dolor?
Buda: (sonriendo serenamente) Así es, Jesús. El desapego no es
frialdad, sino compasión sin cadenas. Al soltar el "yo", abrazo a todos
los seres en su sufrimiento y su alegría. Tu amor al prójimo resuena con
mi compasión universal. Pero, ¿qué dices del pecado, esa carga que
mencionas? ¿Es distinta de la ignorancia que yo veo?
Jesús: El pecado es
apartarse del amor del Padre, elegir el egoísmo sobre la unidad. Pero no
es una cadena eterna; el arrepentimiento y el perdón la disuelven. Tu
ignorancia, creo, es un velo similar, que nubla la verdad. Ambos
llamamos a los hombres a despertar, ¿no es así? A ver la luz que ya
son.
Buda: (asintiendo) Sí, ambos señalamos la luz, aunque con palabras
distintas. Tú hablas de fe en el Padre; yo, de comprender la
impermanencia. Mas el corazón que se abre no necesita nombres. Dime,
¿qué esperanza das a los que temen la muerte?
Jesús: Les digo: yo soy la
resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá. La
muerte no es el fin, sino la puerta a la vida eterna en el amor del
Padre. Y tú, Siddhartha, ¿qué consuelo ofreces ante el temor al
fin?
Buda: Les enseño que no hay un "yo" que muera, solo un flujo de
momentos. Al comprender la impermanencia, el miedo se disuelve, pues no
hay nada que perder. El Nirvana es la libertad de nacer y morir.
Nuestras palabras difieren, pero ambas buscan liberar.
Jesús: (con una
mirada cálida) Hermano en la luz, tus palabras son como un río que lleva
a la misma mar. Que los hombres escuchen, ya sea tu sendero o mi cruz, y
hallen la paz.
Buda: (inclinándose ligeramente) Y que tu amor, Jesús,
siga iluminando los corazones, como la luna refleja el sol. Caminemos,
pues, cada uno en su sendero, sabiendo que la verdad es una.
Ambos se
levantan, compartiendo una sonrisa que trasciende los siglos. El viento
lleva sus palabras al universo, y el jardín permanece en silencio, pero
vibrante de su presencia.¡
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