domingo, 27 de julio de 2025

 La bola de fuego  ⭕ 

Relato contado por un testigo anónimo

> “Los pasillos de una casa son inocentes de día. Pero de noche… basta con un leve descuido, una siesta, una puerta entreabierta, para que lo imposible entre como Pedro por su casa.”

El muchacho dormitaba plácidamente en el sillón cuando escuchó la voz de su madre, preguntándole si los acompañaría al supermercado. Medio dormido, contestó que sí, pero el cansancio lo venció y volvió a cerrar los ojos.

Pasó un rato. No sabe cuánto exactamente. Lo siguiente que recuerda es abrir los ojos con la intención de levantarse... y entonces la vio.
Frente a él, suspendida en el aire, flotaba una bola de fuego. No una flama cualquiera ni un reflejo. Una esfera ardiente, viva, palpitante.

El miedo lo paralizó. No podía moverse, ni gritar. La casa estaba en silencio absoluto. La esfera parecía observarlo. Y por un instante eterno, no existió nada más.

Finalmente, como si nunca hubiera estado allí, la bola desapareció sin dejar rastro. Nadie más la vio. Pero él no volvió a quedarse dormido en el sillón.

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