La sensación de completud que genera el amor, y esto lo sabemos porque mal que mal todos nos hemos enamorado alguna vez, es sólo un engaño que dura apenas un rato, si tenemos mucha suerte.
Como dice Alejandro Dolina, “amar es
inventarse cada día falsedades compartidas”. O podríamos ser un poco
menos poéticos y más psicoanalíticos y decir, junto a Jacques Lacan, que
“amar es dar lo que no se tiene a quien no lo es”.
Y
es que, debo ser sincero: creo que en estos tiempos el amor tiene
demasiada buena prensa y parece flotar en el aire la idea de que es
siempre algo maravilloso;
les aseguro que no es
así, que no todos los amores son necesariamente buenos y que, en ningún
caso, nos proporciona la completud anhelada.
Sin
embargo, lejos de lo que pudiera parecer, no es ésta una postura cínica
acerca del amor; por el contrario, considero que el amor es uno de los
motores más importantes de la vida. Y, para no caer en confusiones,
digamos que sostener que la sensación de completud que el amor genera es
engañosa, no implica afirmar que el amor no pueda ser un sentimiento
verdadero.
Rolón
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