En resumen, la afirmación "el deseo del hombre es el deseo del otro" implica que:
* Nuestro deseo no es autónomo, sino que se forma en el campo del lenguaje y en la relación con los otros.
* Buscamos ser deseados y reconocidos por los demás.
* Nuestro deseo a menudo está mediado por el deseo de otros hacia un objeto.
*
El objeto específico de nuestro deseo es, en última instancia, un
intento de llenar una falta estructural inherente a la condición humana.
Esta
perspectiva lacaniana nos invita a reflexionar sobre la influencia de
la sociedad, la cultura y nuestras relaciones interpersonales en la
configuración de nuestros anhelos más profundos. No deseamos en un
vacío; nuestros deseos están intrínsecamente ligados a la red de deseos
que nos rodea.


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