domingo, 11 de mayo de 2025

 Después de ir y venir por muchos países y mares,

llego, hermano, a estas deplorables exequias

para darte el postrer regalo de la muerte

y dirigirme en vano a tu muda ceniza.

No estás ya tú, no estás. La fortuna

me arrebató aquello que fuiste

y te arrancó vilmente de mi lado.

Por lo menos, acepta estas tristes ofrendas

que, siguiendo los usos de nuestros padres,

te he traído, empapadas de lágrimas fraternas.

Y, para siempre, adiós, hermano mío.


Catulo

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