La frase redefine la sabiduría no como acumulación de conocimientos, sino como una actitud vital: la capacidad de asombrarse, de aceptar, de estar presente.
“Sabio es el que disfruta”: Esta parte rompe con la imagen clásica del sabio como alguien serio o distante. Aquí, la sabiduría se asocia con el goce, con el disfrute, pero no en un sentido superficial, sino en uno profundo: el gozo de estar vivo, de observar sin necesidad de controlar o poseer.
“el espectáculo ofrecido por el mundo”: El mundo se presenta como un espectáculo, una puesta en escena rica, diversa, a veces caótica, a veces hermosa. Llamarlo “espectáculo” implica reconocer su valor estético, su variedad, su misterio. El sabio no busca explicarlo todo, sino maravillarse ante su complejidad.


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