¿Cómo podemos negar vida en el universo si apenas lo conocemos?
El
ser humano ha avanzado enormemente en su conocimiento del cosmos. Hemos
lanzado telescopios al espacio, enviado sondas fuera del sistema solar y
cartografiado galaxias a millones de años luz. Y sin embargo, solo
conocemos aproximadamente el 4% del universo. El resto —96%— está
compuesto por energía oscura y materia oscura, elementos que no
comprendemos del todo y que ni siquiera podemos ver directamente.
Incluso
dentro de ese 4%, lo que realmente hemos explorado es una fracción
minúscula. Hasta ahora, solo hemos observado directamente una pequeña
parte del universo observable, que a su vez es solo una burbuja en un
mar mucho más vasto, posiblemente infinito. En cuanto a exoplanetas,
hemos descubierto poco más de 5,000, pero se estima que hay 10²⁴
planetas potencialmente habitables. Es como estudiar una gota de agua y
asumir que conocemos todo el océano.
Entonces,
¿cómo es posible que muchos insistan en que no hay vida más allá de la
Tierra? La única respuesta lógica es la arrogancia. O el miedo. O ambos.
Negar
la posibilidad de vida en otros mundos basándose en lo que hemos visto
hasta ahora es como encender una linterna en una cueva infinita y, al no
ver a nadie en el primer metro, asumir que estás solo. Es una
conclusión basada no en evidencia, sino en ignorancia.
Si
apenas conocemos una ínfima parte del universo, afirmar con certeza que
estamos solos es no solo poco científico, sino también profundamente
humano: una mezcla de ego, necesidad de control y miedo a lo
desconocido.
Tal vez no
hemos encontrado vida aún porque estamos buscando con herramientas
primitivas o porque no estamos listos para entenderla. Pero lo que está
claro es esto: no se puede negar lo que aún no se ha explorado.
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