Muy a menudo, caemos en un ciclo de todo o nada con relación a nuestros hábitos. El problema no es fallar, el problema es pensar que si no puedes hacer algo perfectamente, entonces no deberías hacerlo en absoluto. No te das cuenta de cuán valioso es al menos presentarse cuando tienes un día malo o muy ocupado. Los días perdidos te dañan más de lo que los días exitosos te ayudan. Si empiezas con 100 dólares, una ganancia del 50% te llevará a obtener 150 dólares. Pero solo se necesita una pérdida de 33% para que vuelvas a tener solamente 100 dólares. En otras palabras, evitar una pérdida del 33% tiene el mismo valor que alcanzar una ganancia de 50%. Como dice Charlie Munger: «La primera regla de la capitalización: Nunca la interrumpas innecesariamente». Esta es la razón por la cual los malos entrenamientos son por lo regular los más importantes. Los días en que no trabajas y los malos entrenamientos mantienen las ganancias compuestas que has acumulado debido a los buenos días previos. Con tan solo hacer algo —diez sentadillas, cinco carreras cortas, una lagartija, cualquier cosa en realidad—, estarás haciendo algo enorme. No estarás agregando un cero. No permitas que las pérdidas se coman la capitalización que has logrado. Además, no solo se trata de lo que ocurre durante el entrenamiento. Se trata de ser el tipo de persona que nunca falta a los entrenamientos. Es fácil entrenar cuando te sientes bien, pero es crucial presentarse cuando no tienes el humor o la disposición para hacerlo —incluso si no haces todo el ejercicio que esperabas. Ir al gimnasio durante cinco minutos quizá no mejore tu rendimiento, pero sí reafirma tu identidad.
James Clear
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