Un día que Blachevelle atravesaba el arroyo de la calle Guérin - Boisseau, vio a una hermosa muchacha con medias blancas y muy estiradas que enseñaba las piernas. Este prólogo le agradó y Blachevelle amó. La que amó era Favourite. ¡Oh, Favourite, tienes unos labios jónicos! Había un pintor griego llamado Euforión al que habían puesto el sobrenombre de pintor de los labios. Solamente este griego hubiera sido digno de pintar tu boca. ¡Escucha! Antes que tú, no hubo criatura digna de este nombre. Estás hecha para recibir la manzana, como Venus, o para comerla, como Eva. La belleza empieza en ti. Acabo de hablar de Eva, eres tú quien la ha creado. Mereces la patente de invención de la mujer hermosa.
Victor Hugo
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