No vine a encajar.
Vine a ser completo.
Nací con fuego en el pecho y silencio en los ojos.
Con la risa de un niño salvaje y la mirada de quien ha visto demasiado pronto que todo acaba.
Me hablaron de metas, etiquetas, escaleras.
Pero yo camino fuera del mapa, donde no hay caminos marcados.
No me interesa ser exitoso si eso implica traicionarme.
Prefiero ser verdadero, aunque duela.
Llevo dentro muchas voces: – Una que grita y quiere romperlo todo.
– Otra que calla y se va sin hacer ruido.
– Una que ama sin explicación, aunque sepa que va a perder.
– Y una que ríe, canta y baila como si la vida no pesara.
No soy solo uno. Y no pienso elegir entre ellos.
No necesito permiso para ser intenso.
No me disculpo por sentir hondo, por pensar distinto, por amar con hambre.
Soy el hombre que entra al cuarto y escucha lo que nadie dice.
El que se sienta a hablar con la muerte, y le pregunta por qué.
Amo con torpeza y con furia.
Me voy cuando no hay alma, aunque haya comodidad.
Vuelvo solo si hay verdad.
No vine a representar un rol.
No soy el fuerte, ni el roto, ni el sabio.
Soy todo eso, a ratos, y ninguno por completo.
No me interesa gustar. Me interesa vibrar.
Vivir para mí es quemar lo innecesario.
Es elegir cada día entre adormecerme o despertarme.
Y yo elijo despertar.
Aunque duela.
Aunque me quede solo.
Aunque nadie entienda.
No vine a durar para siempre.
Vine a arder mientras esté.

No hay comentarios:
Publicar un comentario