sábado, 13 de diciembre de 2025

Esta frase de Deleuze suena como un golpe poético y filosófico al mismo tiempo: nos habla de la vida no como una experiencia autónoma, sino como un espacio en el que los deseos, expectativas y sueños de los otros —el “Otro”— nos condicionan hasta límites extremos.

Cuando dice “la realidad será concebida como el fondo de una pesadilla”, imagino que se refiere a un mundo donde lo que llamamos real no es más que un decorado opresivo, oscuro, construido por fuerzas externas a nosotros. Y el héroe que muere “prisionero del sueño del Otro” simboliza a quien intenta vivir según su propio impulso pero queda atrapado en los mapas mentales, sociales o culturales impuestos por otros. Es una muerte existencial: no se trata de morir físicamente, sino de morir en la medida en que nuestra vida deja de ser genuina, atrapada en la proyección ajena.

En otras palabras, Deleuze parece decirnos: si vivimos solo para cumplir los sueños de otros, si nos definimos a través de sus expectativas, nuestra vida se convierte en una pesadilla, y la muerte —la desaparición del yo auténtico— es la consecuencia inevitable.

 

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