viernes, 24 de julio de 2015
María Guadalupe González
El SAT perdió una empleada; la marcha ganó una campeona
María Guadalupe González se escabullía de su casa todas las madrugadas para llegar a tiempo a los entrenamientos. Ya es lejano ese tiempo para la ahora medallista de oro panamericano en los 20 kilómetros de marcha.
Domingo Aguilar Mendiola
22.07.2015 Última actualización23.07.2015
Constancia, su principal virtud de la campeona panamericana en 20 km de marcha. (AP)
María Guadalupe González se escabullía de su casa todas las madrugadas para llegar a tiempo a los entrenamientos de marcha. Salía sin que nadie se diera cuenta para evitar peleas con sus familiares debido al horario (5 de la mañana) y a los inconvenientes que implicaba cambiar una carrera y un trabajo por el deporte de alto rendimiento.
“A veces no tenía ni para el pasaje y le pedía a mi hermano. ‘Préstame porque ya me voy’, le decía. Él me daba el dinero y me salía sin hacer ruido. No quería tener un disgusto tan temprano. Quería irme bien a entrenar”, recuerda la medallista de oro panamericano en los 20 kilómetros de marcha. Desde Tlalnepantla debía trasladarse al Bosque de Chapultepec, al Comité Olímpico Mexicano y en ocasiones hasta Cuemanco o Toluca.
A sus padres les preocupaba el futuro de Lupita, como le dicen, puesLeticia, su hermana cuata, y José Alfredo, el hermano mayor, ya habían terminado sus ingenierías y trabajaban. “Querían dejarme un futuro. Siempre han sido así. Fueron muy estrictos en el sentido de que si ellos llegaban a faltar en algún momento, nosotros ya tuviéramos algo con qué vivir”, confiesa María, quien decidió arriesgarse en aras de mantener su sueño de llegar a unos Juegos Olímpicos y emular a Ana Gabriela Guevara, su ídolo.
“A veces no tenía ni para el pasaje y le pedía a mi hermano. ‘Préstame porque ya me voy’, le decía. Él me daba el dinero y me salía sin hacer ruido. No quería tener un disgusto tan temprano. Quería irme bien a entrenar”, recuerda la medallista de oro panamericano en los 20 kilómetros de marcha. Desde Tlalnepantla debía trasladarse al Bosque de Chapultepec, al Comité Olímpico Mexicano y en ocasiones hasta Cuemanco o Toluca.
A sus padres les preocupaba el futuro de Lupita, como le dicen, puesLeticia, su hermana cuata, y José Alfredo, el hermano mayor, ya habían terminado sus ingenierías y trabajaban. “Querían dejarme un futuro. Siempre han sido así. Fueron muy estrictos en el sentido de que si ellos llegaban a faltar en algún momento, nosotros ya tuviéramos algo con qué vivir”, confiesa María, quien decidió arriesgarse en aras de mantener su sueño de llegar a unos Juegos Olímpicos y emular a Ana Gabriela Guevara, su ídolo.
La familia
Su padre, Enrique González; su madre, María Romero, y su hermana cuata, Leticia, despidieron a la atleta antes de volar a Toronto.
Antes de involucrarse por completo (octubre 2012) en la disciplina con la que consiguió el primer lugar continental, una lesión provocó dudas en la familia. ¿Debía continuar entrenando? “Mi hermano una vez me regañó. Hasta me hizo llorar. Mi hermana siempre me apoyaba. Mi hermano, no. Él estaba preocupado por mi lesión de rodilla. Algunos médicos eran muy exagerados, decían que ya no podía correr, que cuando estuviera más grande ya no iba a poder caminar y todo eso preocupaba a mi familia; era lógico”. María les insistió, demostró que podía seguir practicando y después de un breve paso por el boxeo, la marcha se hizo presente gracias a José Luis Peralta, entrenador en el Instituto Tecnológico de Tlalnepantla, donde estudió ingeniería en sistemas.
Lupita realizaba prácticas profesionales en el Servicio de Administración Tributaria (SAT) y esperó seis meses por la llamada que le daría el empleo en la dependencia. Cuando la recibió, rechazó la oferta porque el peso de sus aspiraciones deportivas era mayor. Sus padres no supieron que había declinado el ofrecimiento. Enrique González, su papá, María Romero, su mamá y José Alfredo se sentaron un día en la sala para discutir su futuro. El deporte ganó la apuesta y el respaldo prevaleció.
“Medio la regañábamos porque se desgastaba mucho y aparte tenía la escuela, pero ella lo quiso. Le dijimos que el deporte le dura dos o tres años, a lo mucho cinco, pero la universidad no. Esa terminas la carrera y es tu profesión para toda la vida”, cuenta Enrique González, quien tiene 70 años y trabaja para el municipio de Tlalnepantla, específicamente como notificador en el área de tesorería.
Don Enrique empujó a que sus hijos terminaran una carrera, ya que él no pudo hacer la suya; estudió hasta la preparatoria. Toda la vida se dedicó a trabajar y afirma que el sacrificio que hace toda la familia es lo que los saca adelante.
La unión familiar fue uno de los pilares en el desarrollo de María Guadalupe. Su hermana y ella mantienen una relación muy estrecha, crecieron en la misa recámara, en la casa de Agustina Rodríguez, en la cual vivieron desde que tienen memoria. El domicilio se fue expandiendo (tres viviendas en un mismo terreno) con el paso del tiempo, donde residen primos y tíos. Agustina se convirtió en una segunda madre para María y Leticia. “Mis dos mamás. Mis motores. Todo lo que soy es gracias a su educación, sus regaños, sus exigencias, todo lo que me han dado, y también gracias al trabajo del profesor Juan (Hernández)”, asegura la mujer que ahora posee el récord panamericano en 20 kilómetros de marcha (1:29:24).
Leticia asegura que deben esperar hasta el domingo para ver a María, quien ahora vive en el Comité Olímpico Mexicano para mantener a tope su entrenamiento.
“Al principio le conseguí alimentos en el COM. Nos apoyaron por mi forma de trabajar y después la interné ahí. Ya tiene terapista, siquiatra, médico, sicóloga. Tiene todo”, sostiene el entrenador Juan Hernández. El preparador se adjudica la labor de persuasión para convertir en marchista a María Guadalupe y además recuerda que al principio daba dinero de su bolsillo para apoyar a la campeona que ahora es beneficiaria de la beca CIMA. “Trabajé mucho con ella para convencerla, lo bueno fue que aceptó”.
Fernando Alarcón, médico encargado de la atleta, asegura que pese al desmayo en Toronto (segundo que sufre después de una competencia), María se ha recuperado y retomarán la intensidad del trabajo paulatinamente de cara al Mundial de atletismo en Beijing (22-30 de agosto).
Lupita realizaba prácticas profesionales en el Servicio de Administración Tributaria (SAT) y esperó seis meses por la llamada que le daría el empleo en la dependencia. Cuando la recibió, rechazó la oferta porque el peso de sus aspiraciones deportivas era mayor. Sus padres no supieron que había declinado el ofrecimiento. Enrique González, su papá, María Romero, su mamá y José Alfredo se sentaron un día en la sala para discutir su futuro. El deporte ganó la apuesta y el respaldo prevaleció.
“Medio la regañábamos porque se desgastaba mucho y aparte tenía la escuela, pero ella lo quiso. Le dijimos que el deporte le dura dos o tres años, a lo mucho cinco, pero la universidad no. Esa terminas la carrera y es tu profesión para toda la vida”, cuenta Enrique González, quien tiene 70 años y trabaja para el municipio de Tlalnepantla, específicamente como notificador en el área de tesorería.
Don Enrique empujó a que sus hijos terminaran una carrera, ya que él no pudo hacer la suya; estudió hasta la preparatoria. Toda la vida se dedicó a trabajar y afirma que el sacrificio que hace toda la familia es lo que los saca adelante.
La unión familiar fue uno de los pilares en el desarrollo de María Guadalupe. Su hermana y ella mantienen una relación muy estrecha, crecieron en la misa recámara, en la casa de Agustina Rodríguez, en la cual vivieron desde que tienen memoria. El domicilio se fue expandiendo (tres viviendas en un mismo terreno) con el paso del tiempo, donde residen primos y tíos. Agustina se convirtió en una segunda madre para María y Leticia. “Mis dos mamás. Mis motores. Todo lo que soy es gracias a su educación, sus regaños, sus exigencias, todo lo que me han dado, y también gracias al trabajo del profesor Juan (Hernández)”, asegura la mujer que ahora posee el récord panamericano en 20 kilómetros de marcha (1:29:24).
Leticia asegura que deben esperar hasta el domingo para ver a María, quien ahora vive en el Comité Olímpico Mexicano para mantener a tope su entrenamiento.
“Al principio le conseguí alimentos en el COM. Nos apoyaron por mi forma de trabajar y después la interné ahí. Ya tiene terapista, siquiatra, médico, sicóloga. Tiene todo”, sostiene el entrenador Juan Hernández. El preparador se adjudica la labor de persuasión para convertir en marchista a María Guadalupe y además recuerda que al principio daba dinero de su bolsillo para apoyar a la campeona que ahora es beneficiaria de la beca CIMA. “Trabajé mucho con ella para convencerla, lo bueno fue que aceptó”.
Fernando Alarcón, médico encargado de la atleta, asegura que pese al desmayo en Toronto (segundo que sufre después de una competencia), María se ha recuperado y retomarán la intensidad del trabajo paulatinamente de cara al Mundial de atletismo en Beijing (22-30 de agosto).
Constancia
A lo largo del último año, la marchista ha mantenido su tiempo en los 20 kms.
miércoles, 22 de julio de 2015
Meditación
Finalmente la ciencia confirma que la meditación transforma (para bien) el cerebro humano
Quienes se han iniciado en la práctica de la meditación y la han incoporado metódicamente como parte de su vida, saben que hay aspectos de su pensamiento, de las decisiones que toman y, en suma, de forma en que se sitúan y viven la realidad, que caben en la dicotomía antes/después. La atención, la concentración, la conciencia del presente y otras habilidades cognitivas afines se ejercen de manera distinta antes y después de haber hecho de la meditación un hábito sostenido.
Esto, como decimos, podría corroborarse con el testimonio de las personas que meditan, sin embargo, quizá algunos escépticos considerarían dichas pruebas mero empirismo discursivo y exigirían evidencia más contundente.
Es posible que esa haya sido la postura de Sara Lazar al respecto. Lazar labora actualmente en el Hospital General de Massachusetts y en la Escuela de Medicina de Harvard, en donde ejerce y enseña como neurocientífica. Como otros, la doctora también tenía ciertas reservas hacia los beneficios de la meditación que se pregonan con tanto fervor. Un día, sin embargo, mientras se entrenaba para el maratón de Boston y como consecuencia de una recomendación médica para tratar una lesión propia de corredores, Lazar comenzó a tomar clases de yoga, un poco como parte de la tendencia contemporánea de popularización con respecto a dicha disciplina.
La doctora solo acudió porque su médico le aconsejó ganar flexibilidad muscular, pero aun así tuvo que escuchar el entusiasta discurso de su instructor, quien le aseguró que el yoga la volvería más compasiva y le haría abrir su corazón. Y ella, que al principio era incrédula, poco a poco notó que, en efecto, estaba más calmada, podía enfrentar situaciones complejas con cierta facilidad y, por último, se había cumplido lo dicho por el instructor: notaba mayor compasión en su vida diaria, además de cierta inclinación por dar cabida a puntos de vista distintos al suyo.
Su curiosidad de científica le llevó a investigar estos efectos del yoga con el rigor de su formación y sus recursos al alcance. Además de encontrarse con abundante literatura al respecto ―estudios que, por ejemplo, indagan sobre el uso terapéutico de la meditación en casos de estrés, depresión, insomnio, angustia y otros padecimientos mentales y psicosomáticos―, Lazar emprendió sus propios experimentos de laboratorio, también como parte de su investigación posdoctoral, inicialmente en biología molecular pero la cual viró hacia la neurociencia por su experiencia con el yoga.
En principio, la doctora examinó la materia gris de dos grupos de personas: uno, integrado por hombres y mujeres que han meditado buena parte de su vida y, por otro lado, un grupo de control con personas que no practicaban la meditación ni algún otro ejercicio afín. Entre otros resultados, Lazar y su equipo encontraron que dicho componente era mayor en el primer grupo, particularmente en el córtex frontal (asociado con la memoria y la toma de decisiones) pero, en especial, en el córtex sensorial, la ínsula y regiones relacionadas con la audición. “Lo cual tiene sentido”, explica la doctora, “cuando estás más consciente pones atención a tu respiación, a los sonidos, a la experiencia del momento presente, y apagas la cognición: es lógico que los sentidos mejores”. En el caso del córtex prefrontal y su vínculo con la memoria, Lazar también encontró que la materia gris presente ahí en personas de 50 años que meditaban era equivalente al de una persona sana de 25 años.
En este punto, para no creer que la meditación era una panacea, la investigadora se preguntó si quizá las personas del grupo de meditadores no tenían ya más materia gris antes de practicar la meditación. Para responder, armó otro experimento en el que un grupo de control sería comparado con otro de personas que nunca antes habían meditado y que durante 8 semanas, por 40 minutos al día, participarían en un programa de atención plena (mindfulness) orientado a reducir el estrés.
Para sorpresa de ella misma, incluso en un periodo tan breve, el cerebro de las personas en ese segundo grupo tuvo cambios significativos en cuatro regiones:
La corteza cingulada posterior, asociada con la dvagación y la importancia de sí.
El lado derecho del hipocampo, asociado con el aprendizaje, la cognición, la memoria y la regulación de las emociones.
La juntura temporoparietal, en donde se procesan la toma de perspectiva, la empatía y la compasión.
El puente troncoencefálico, en donde se produce una buena cantidad de los neurotransmisores con los que funciona nuestro cerebro.
La amígdala, que algunos consideran fuera del cerebro, también se redujo como consecuencia de la meditación, lo cual se ha relacionado con la disminución de emociones como la angustia, el miedo y la tensión.
La curiosidad de Lazar la llevó a encontrar por sí misma el soporte científico de un conocimiento que se tiene sobre todo por experiencia personal. Y como ella misma lo dice, no es que la meditación sea una panacea que nos sirve para remediar todos los males que pudiera desarrollar nuestro cuerpo, sino más bien que, como toda disciplina saludable, como el ejercicio físico e incluso el examen metódico del yo, aporta sus propios beneficios en esa consolidación del equilibrio a veces precario que necesitamos para vivir con mente sana en cuerpo sano.
Vía PijamaSurf
martes, 21 de julio de 2015
Rinku Singh and Dinesh Patel
The REAL Million Dollar Arms: The Indian villagers who won a game show to play baseball in America – and inspired Disney’s new hit movie
- Rinku Singh and Dinesh Patel are the inspiration behind Million Dollar Arm
- Grew up in poverty in Indian villages before trying out in reality TV show
- Show aimed to find the best pitcher in India and bring them back to MLB
- Agent in charge, J.B. Bernstein, is played by Mad Men actor Jon Hamm
- Both boys were flown to America and given contracts by Pittsburgh Pirates
- Were able to buy new homes for their families with their new-found wealth
PUBLISHED: 16:01 GMT, 29 August 2014 | UPDATED: 21:30 GMT, 29 August 2014
A pair of Indian teenagers being plucked from obscurity by a struggling sports agent to go and play professional baseball - this is the fanciful story behind Disney's latest film - Million Dollar Arm.
But amazingly, it is based on real life. Rinku Singh and Dinesh Patel's incredible rags to riches story took them from extreme poverty to the bright lights and big money of Major League Baseball, completely transforming their lives - all thanks to a game show.
Struggling sports agent J.B. Bernstein, played by Jon Hamm in the film, took a punt at rejuvenating his career by heading to India. His aim - trying to find boys who had never played the game before and turn them into huge stars.
Scroll down for trailer
Real-life stars: Rinku Singh (left) and Dinesh Patel (right) are the inspiration behind new film Million Dollar Arm
Pitch perfect: Singh (left) and Patel (right) pose for a photo shoot in their Pittsburgh Pirates kit
Silver screen: The pair shown as depicted in the new hit Disney film, which stars Mad Men actor Jon Hamm
These boys turned out to be Singh and Patel - neither of whom had pitched a ball in their lives.
They both lived in poverty-stricken villages in the state of Uttar Pradesh, in the north of the country, without running water - but ended up being flown to America and being put on the books of the Pittsburgh Pirates.
Singh, the son of a truck driver from Bhadohi, lived with eight other siblings in just one room, while Patel was forced to be brought up by his grandmother in Khanpur as his parents were too poor to afford to raise him.
But then along came The Million Dollar Arm - a reality TV show dreamt up by Bernstein which would literally pitch 37,000 hopefuls against each other for the prize of $100,000, a shot at a Major League Baseball contract - and a chance to change everything, not just for themselves, but for their families.
Humble beginnings: Both Singh and Patel grew up in poverty, yet found themselves moving to America
Rags to pitches: The pair were signed up by MLB outfit the Pittsburgh Pirates and changed their lives forever
Singh emerged as the winner of the contest, and Patel as a talent too good to turn down. They suddenly found themselves moving to the USA after impressing scouts from the Pirates.
The pair became the first Indians to sign American Major League Baseball contracts, and were flown to Florida to join the Pirates' training camp, before being sent to play for the organisation's Gulf Coast League affiliates - a rookie-level minor league team which help players prepare for an eventual career in MLB.
Singh became the first Indian to make an appearance in a professional U.S. baseball game, with Patel close behind him, and they both enjoyed relatively successful starts to their careers.
Their fairytale was a dream come true for their families back home - both boys were able to buy new homes for their parents with the money earned from their contracts.
Pitching for success: Patel returned to India in 2010 and helped fellow villagers in the second Million Dollar Arm
In the money: The parents of Rinku Singh posing with the cheque for $100,000 he won as his prize
Singh, now 26, went on to play all over the world, including in the Dominican Rupublic and Australian leagues, and made the World All-Star team for the 2011 Australian Baseball League All-Star game.
In 2010, he even met President Obama.
After a hugely successful season with South Atlantic League side West Virginia Power in 2012, he missed the whole 2013 season through injury, and despite being invited to spring training by the Pittsburgh Pirates this year, will also miss the whole of this season as he undergoes elbow surgery.
Patel meanwhile was released after two seasons with the Gulf Coast League Pirates, and returned home to finish his studies.
He helped boys in his village prepare for the second instalment of The Million Dollar Arm, free of charge, before returning to javelin - a sport he had succeeded in in his youth, and competed at the national athletics championships in 2
Hollywood heroes: The two baseball players (standing right) as millions will see them in cinemas
Star of the show: Mad Men's Jon Hamm plays the struggling sports agent who discovers the two boys
The film is released today, and he has spoken about what a special moment it is for the two real-life stars, who have got to see their lives brought to Hollywood and the silver screen.
'It’s crazy that there is a film about our lives,' said Patel, 25. 'It was a beautiful moment when I watched the film, I was overwhelmed.
'Our lives over the last six years have been a dream come true - we could never imagine it. We're very thankful for all the opportunities that have come our way.'
In the film, Singh is played by Suraj Sharma, and Patel by Madhur Mittal. It has received fairly positive reviews, being rated 61 per cent by critics on Rotten Tomatoes.
Read more: http://www.dailymail.co.uk/news/article-2737861/Rags-pitches-The-real-life-Indian-baseballers-rose-extreme-poverty-inspire-new-hit-Jon-Hamm-Disney-film-Million-Dollar-Arm.html#ixzz3gZl8Kwd9
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miércoles, 15 de julio de 2015
Milkha Singh
Milkha Singh, el león del Punjab.
En estos días en que está en el candelero el estado de Pakistán (y su carácter), nos acordamos del mejor atleta nacido en el actual estado pakistaní, el sikh Milkha Singh, cuya lucha frente a la adversidad es un compendio de la historia de la antigua "perla de la corona" británica.
Los Singh.
El apelativo Singh, extendidísimo en la península indostánica y en la diáspora, es compartido por millones de indios, pero los sikhs lo portan casi universalmente como una suerte de sobrenombre distintivo de su fe; en sánscrito singh significa león (las mujeres usan Kaur, princesa). Los sikhs (o sijs) son una secta religiosa que agrupa a más de 25 millones de personas, la mayoría de ellas (20 millones) en el Punjab indio. El rechazo de los sijes al sistema de castas se refleja en que prefieren evitar el uso del apellido, ligado a la identificación de las castas, utilizando sólo su nombre seguido de Singh o Kaur.
Ello implica que cientos de atletas indios se "apellidan" Singh, la mayoría de ellos reconocibles por el pelo largo (no deben cortarlo) recogido por un turbante o por el khanga, un pequeño peine ceremonial. Entre todos ellos destacó a finales de los años 50´ Milkha Singh, el mejor atleta masculino de la historia del subcontinente indio.
La trágica partición de la India.
Milkha nació en la ciudad panyabi deLyallpur (hoy Faisalabad) el 17 de octubre de 1935. Tenía once años cuando se proclamó la independencia de la India y la segregación del Pakistán (15 agosto 1947), que dejó su región en el estado musulmán de Pakistán. Se calcula que unos doce millones de personas se vieron obligados a trasladarse, los musulmanes de la nueva Unión India hacia Pakistán, y los hindúes y sikhs en sentido inverso. Esta deportación masiva se hizo en medio de gran violencia, masacres y suicidios colectivos. Sus padres, pertenecientes a una familia de terratenientes, fueron asesinados delante de Milkha, que fue acogido en el Punjab indio y vivió de forma muy modesta durante su adolescencia.
El león del Punjab derrotó al Imperio.
Rechazado por el ejército, se matriculó en Ingeniería mecánica en 1952 y allí su talento fue detectado por el que sería su entrenador, Havildar Gurdev Singh. Con 20 años fue seleccionado para los Juegos Olímpicos de Melbourne donde cayó a las primeras de cambio en 200 y 400m. Decidió entonces someterse a un entrenamiento intensivo (cinco horas diarias) y desde 1957 acaparó títulos indios de 100, 200 y 400m (hasta 1961). En los Juegos Asiáticos de 1958 en Tokio se impuso en los 200m al pakistaní Abdul Khaliq, considerado el hombre más veloz de Asia (además de doble campeón asiático de 100m había sido semifinalista olímpico de 100 y 200m en Melbourne, cuarto en ambas semifinales). Luego ganó los 400m sin problemas.
En los Juegos del Imperiocelebrados en Cardiff se impuso en la final de las 440 yardas corrida el 24 de julio obteniendo el único oro atlético de la India en este certamen durante el siglo XX. Pese a ir por la calle 6, sin referencias, batió con 46.71 al sudafricano Mal Spence(46.90), al canadiense Terry Tobacco y a los ingleses John Salisbury y John Wrighton (que unas semanas después dominarían el campeonato de Europa). La India fue quinta en el relevo 4x440y ganado por Sudáfrica ante Inglaterra y Jamaica. En 1959 fue distinguido con el premio Padma Shri, una de las más importantes distinciones civiles de su país.
La decepción de Roma.
En los años siguientes Milkha Singh se mantuvo prácticamente imbatido logrando triunfos notables como el campeonato de la AAA inglesa batiendo al joven Robbie Brightwell y otros sobre atletas americanos o el franco-senegalés Abdou Sèye. Era, por tanto, uno de los favoritos para las medallas en vísperas de los Juegos.
En la capital italiana corrió con prudencia las difernetes eliminatorias, ya que había tres rondas previas a la final (serie y cuartos en un día y semifinal la víspera de la final). Sólo el americano Otis Davis y el alemán Carl Kaufmann parecían superiores al atleta sikh. De hecho, estos dos atletas se jugaron el oro en un emocionántisimo final en el que batieron el RM (44.9 manuales), siendo el título para el americano por una centésima. Tras ellos y por la calle 5 Singh salió demasiado prudente y cruzó por los 300m en quinta posición (33.4). Aunque remontó en la recta final, no pudo colmatar las 3/10 que le llevaba el sudafricano Spence que le privó del ansiado bronce por 1/10. Sus 45.6 (45.73) permanecieron como record indio hasta 1998 pero ese fue el día más amargo del león Milkha que siempre se reprochó haber errado la distribución de su esfuerzo. Hasta 1984 fue el atleta de la Unión India que más cerca había quedado del podio hasta que la vallista P. T. Usha quedó a 1/100 en la final de 400m vallas de 1984.
El sikh volador.
Tras esa decepción Milkha quiso abandonar el deporte pero finalmente volvió a ponerse las zapatillas de clavos. En 1962 acudió a los Juegos Asiáticos en Yakarta y se impuso en los 400m (46.95) ante su compatriota Makhan Singh. Los indios remataron el campeonato con el oro en el relevo largo. Pese a tener muchas reticencias aceptó correr en 1962 en su Pakistán natal frente al ídolo local Abdul Khaliq, al que batió. Ello le valió el apelativo del Sikh volador por parte del entonces presidente de Pakistán, el general (y dictador) Ayub Khan, un apodo que le quedó para siempre en su país.
Aún acudió a sus terceros JJ.OO. corriendo sin releive el relevo en Tokio-64. Tras su retirada fue Director de deportes del estado del Punjab hasta su jubilación. Su hijo Jeev Milkha Singh es jugador profesional de golf, habiéndose impuesto en trece torneos, tres de ellos del Circuíto Europeo como el Volvo Masters de Sotogrande en 2006. Se anuncia el rodaje de una película sobre su vida: Bhaag Milkha Bhaag (Corre Milka, corre) a cargo de Rakeysh Mehra (Bollywood es la primera productora mundial de películas).
Los Singh.
El apelativo Singh, extendidísimo en la península indostánica y en la diáspora, es compartido por millones de indios, pero los sikhs lo portan casi universalmente como una suerte de sobrenombre distintivo de su fe; en sánscrito singh significa león (las mujeres usan Kaur, princesa). Los sikhs (o sijs) son una secta religiosa que agrupa a más de 25 millones de personas, la mayoría de ellas (20 millones) en el Punjab indio. El rechazo de los sijes al sistema de castas se refleja en que prefieren evitar el uso del apellido, ligado a la identificación de las castas, utilizando sólo su nombre seguido de Singh o Kaur.
Ello implica que cientos de atletas indios se "apellidan" Singh, la mayoría de ellos reconocibles por el pelo largo (no deben cortarlo) recogido por un turbante o por el khanga, un pequeño peine ceremonial. Entre todos ellos destacó a finales de los años 50´ Milkha Singh, el mejor atleta masculino de la historia del subcontinente indio.
La trágica partición de la India.
Milkha nació en la ciudad panyabi deLyallpur (hoy Faisalabad) el 17 de octubre de 1935. Tenía once años cuando se proclamó la independencia de la India y la segregación del Pakistán (15 agosto 1947), que dejó su región en el estado musulmán de Pakistán. Se calcula que unos doce millones de personas se vieron obligados a trasladarse, los musulmanes de la nueva Unión India hacia Pakistán, y los hindúes y sikhs en sentido inverso. Esta deportación masiva se hizo en medio de gran violencia, masacres y suicidios colectivos. Sus padres, pertenecientes a una familia de terratenientes, fueron asesinados delante de Milkha, que fue acogido en el Punjab indio y vivió de forma muy modesta durante su adolescencia.
El león del Punjab derrotó al Imperio.
Rechazado por el ejército, se matriculó en Ingeniería mecánica en 1952 y allí su talento fue detectado por el que sería su entrenador, Havildar Gurdev Singh. Con 20 años fue seleccionado para los Juegos Olímpicos de Melbourne donde cayó a las primeras de cambio en 200 y 400m. Decidió entonces someterse a un entrenamiento intensivo (cinco horas diarias) y desde 1957 acaparó títulos indios de 100, 200 y 400m (hasta 1961). En los Juegos Asiáticos de 1958 en Tokio se impuso en los 200m al pakistaní Abdul Khaliq, considerado el hombre más veloz de Asia (además de doble campeón asiático de 100m había sido semifinalista olímpico de 100 y 200m en Melbourne, cuarto en ambas semifinales). Luego ganó los 400m sin problemas.
En los Juegos del Imperiocelebrados en Cardiff se impuso en la final de las 440 yardas corrida el 24 de julio obteniendo el único oro atlético de la India en este certamen durante el siglo XX. Pese a ir por la calle 6, sin referencias, batió con 46.71 al sudafricano Mal Spence(46.90), al canadiense Terry Tobacco y a los ingleses John Salisbury y John Wrighton (que unas semanas después dominarían el campeonato de Europa). La India fue quinta en el relevo 4x440y ganado por Sudáfrica ante Inglaterra y Jamaica. En 1959 fue distinguido con el premio Padma Shri, una de las más importantes distinciones civiles de su país.
En los años siguientes Milkha Singh se mantuvo prácticamente imbatido logrando triunfos notables como el campeonato de la AAA inglesa batiendo al joven Robbie Brightwell y otros sobre atletas americanos o el franco-senegalés Abdou Sèye. Era, por tanto, uno de los favoritos para las medallas en vísperas de los Juegos.
En la capital italiana corrió con prudencia las difernetes eliminatorias, ya que había tres rondas previas a la final (serie y cuartos en un día y semifinal la víspera de la final). Sólo el americano Otis Davis y el alemán Carl Kaufmann parecían superiores al atleta sikh. De hecho, estos dos atletas se jugaron el oro en un emocionántisimo final en el que batieron el RM (44.9 manuales), siendo el título para el americano por una centésima. Tras ellos y por la calle 5 Singh salió demasiado prudente y cruzó por los 300m en quinta posición (33.4). Aunque remontó en la recta final, no pudo colmatar las 3/10 que le llevaba el sudafricano Spence que le privó del ansiado bronce por 1/10. Sus 45.6 (45.73) permanecieron como record indio hasta 1998 pero ese fue el día más amargo del león Milkha que siempre se reprochó haber errado la distribución de su esfuerzo. Hasta 1984 fue el atleta de la Unión India que más cerca había quedado del podio hasta que la vallista P. T. Usha quedó a 1/100 en la final de 400m vallas de 1984.
El sikh volador.
Tras esa decepción Milkha quiso abandonar el deporte pero finalmente volvió a ponerse las zapatillas de clavos. En 1962 acudió a los Juegos Asiáticos en Yakarta y se impuso en los 400m (46.95) ante su compatriota Makhan Singh. Los indios remataron el campeonato con el oro en el relevo largo. Pese a tener muchas reticencias aceptó correr en 1962 en su Pakistán natal frente al ídolo local Abdul Khaliq, al que batió. Ello le valió el apelativo del Sikh volador por parte del entonces presidente de Pakistán, el general (y dictador) Ayub Khan, un apodo que le quedó para siempre en su país.
Aún acudió a sus terceros JJ.OO. corriendo sin releive el relevo en Tokio-64. Tras su retirada fue Director de deportes del estado del Punjab hasta su jubilación. Su hijo Jeev Milkha Singh es jugador profesional de golf, habiéndose impuesto en trece torneos, tres de ellos del Circuíto Europeo como el Volvo Masters de Sotogrande en 2006. Se anuncia el rodaje de una película sobre su vida: Bhaag Milkha Bhaag (Corre Milka, corre) a cargo de Rakeysh Mehra (Bollywood es la primera productora mundial de películas).
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