viernes, 31 de marzo de 2023

Rutger Bregman

 


Es tentador pensar que el éxito de Mandela se debió a que era un hombre muy mediático. Pero no es así. Mandela no hablaba con la misma pasión que Martin Luther King ni debatía con el mismo ardor que Winston Churchill. Durante su primera rueda de prensa se quedó mirando perplejo los objetos peludos que había delante de él, hasta que alguien le explicó al oído que eran micrófonos. El verdadero secreto de Mandela era otro. El periodista británico John Carlin llegó a la conclusión de que Mandela fue uno de los grandes líderes de la historia «porque optó por ver el bien en personas que el 99 por ciento de la gente habría considerado casos perdidos». Una vez le preguntaron a Walter Sisulu, uno de los mejores amigos de Mandela, si podía nombrar alguna de las malas cualidades del famoso líder. «Cuando Mandela confía en alguien», empezó, «se entrega por completo...» Pero entonces dudó. «Aunque tal vez eso no sea una mala cualidad.»

Hermann Hesse

 



'No se puede ser vagabundo y artista y al mismo tiempo un burgués sano y cuerdo. Si quieres embriaguez, acepta también la resaca.

Si quieres sol y bellas fantasías, acepta también la suciedad y el hastío.
Todo está dentro de ti, el oro y el barro, el deleite y la pena, la risa infantil y la angustia moral. Acéptalo todo, no te aflijas por nada, no intentes rehuir nada.
 No eres un burgués, tampoco eres un griego, no eres armónico y dueño de ti mismo, eres un pájaro en plena tormenta. Déjala rugir
 Déjate llevar. Cuánto has mentido!
 Cuántas miles de veces, incluso en tus libros y poesías, has fingido ser el armonioso y sabio, el feliz, el iluminado.
 Lo mismo han fingido ser los héroes al atacar en la guerra, mientras las entrañas temblaban. Dios mío, qué simiesco y fanfarrón es el hombre, sobre todo el artista, sobre todo el poeta, sobre todo yo'.
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 Todo el mundo es responsable, totalmente responsable de su propio ser y su conducta. Al principio, te resultará deprimente ser tú el responsable, porque siempre has pensado que querías ser feliz... ¿cómo vas a ser tú el responsable de tu infelicidad? Tú siempre has querido estar en paz... ¿cómo vas a ponerte furioso tú solo? Y por eso echas las culpas a otro. I Si sigues echando las culpas a otros, recuerda que seguirás siempre siendo, un esclavo, porque nadie puede cambiar a los demás. ¿Cómo vas a cambiar a otro? ¿Alguien ha cambiado alguna vez a otro? Uno de los deseos más incumplidos del mundo es el de cambiar a otro. Nadie lo ha conseguido jamás. Es imposible, porque el otro tiene su propia existencia y tú no puedes cambiarle. Puedes echarle las culpas al otro, pero no puedes cambiarle. Y como len has echado la culpa al otro, nunca te darás cuenta de que la responsabilidad básica es tuya. El cambio básico que se necesita hay que hacerlo en tu interior. Así es como quedas atrapado: si empiezas a pensar que eres el responsable de todas tus acciones; de todos tus estados de ánimo, al principio te sentirás muy deprimido. Pero si eres capaz de superar esa depresión, pronto te sentirás más ligero, porque te has liberado de los demás. Ahora puedes actuar por tu propia cuenta. Puedes ser libre; puedes ser feliz. Aunque todo el mundo sea desdichado y no sea libre, para ti será igual. Y la primera libertad consiste en dejar de echar las culpas a otros; la primera libertad consiste en saber que el responsable eres tú. Entonces muchas cosas se hacen posibles de inmediato. Si sigues cargando a otros con la responsabilidad, recuerda que seguirás siendo siempre un esclavo, porque nadie puede cambiar a los demás. ¿Cómo vas a cambiar a otro? ¿Alguien ha cambiado alguna vez a otro? Te ocurra lo que te ocurra... Si te sientes triste, cierra los ojos y contempla tu tristeza. Sigue el camino que indica, profundiza en ella. Pronto llegarás a la causa. Puede que tengas que hacer un largo recorrido, porque toda tu vida ha influido; y no solo esta vida, sino otras muchas vidas. Encontrarás muchas heridas en tu interior, heridas que duelen, y debido a esas heridas te sientes triste... son tristes; esas heridas no han cicatrizado; están vivas. El método de retroceder hasta el origen, del efecto a la causa, las curará. ¿Cómo las cura? ¿Por qué las cura? ¿Qué fenómeno interviene en ello? Cuando retrocedes, lo primero que tienes que hacer es dejar de echar las culpas a otros, porque si echas las culpas a otros irás hacia fuera. Y entonces todo el proceso saldrá mal; estarás intentando, encontrar la causa en otro. «¿Por qué se pone desagradable mi mujer?» Y el «por qué» sigue penetrando en la conducta de tu mujer. Has dado mal el primer paso, y todo el proceso saldrá mal. «¿Por qué soy desdichado? ¿Por qué estoy enfadado?» Cierra los ojos y súmete en profunda meditación. Túmbate en el suelo, cierra los ojos, relaja el cuerpo y siente porqué estás enfadado. Olvídate de tu mujer; eso es una excusa. Y de A, B, C, D... déjate de excusas. Sigue profundizando en ti mismo, penetra en la ira. Utiliza la ira misma como si fuera un río; fluye con la ira y la ira te llevará hacia dentro. Encontrarás sutiles heridas dentro de ti. Tu mujer te pareció desagradable porque tocó una de esas sutiles heridas, algo que duele. Siempre has pensado que no eres guapo, que tu cara es fea, y eso deja una herida interior. Cuando tu mujer se pone desagradable, te hace consciente de tu cara. Te dice: «¡Anda y mírate en el espejo!» Cosas que duelen. Has sido infiel a tu mujer, y cuando ella quiere ponerse desagradable, lo saca a relucir: «¿Por qué te reías con aquella mujer? ¿Por qué estabas sentado tan a gusto con aquella mujer?» Ha tocado una herida. Has sido infiel, te sientes culpable; la herida está viva. Cierra los ojos, siente la ira, déjala surgir en su totalidad para que puedas verla entera, ver lo que es. Y entonces, deja que esa energía te ayude a moverte hacia el pasado, porque la ira procede del pasado. No puede venir del futuro, eso está claro. El futuro aún no ha llegado a existir. No está viniendo del presente. Esta es la teoría del karma. No puede venir del futuro, porque el futuro aún no existe; no puede venir del presente, porque tú no sabes nada del presente. El presente solo lo conocen los que están despiertos. Tú vives solo en el pasado, así que tiene que venir de alguna: parte de tu pasado. La herida tiene que estar en algún lugar de tu memoria. Retrocede. Puede que no haya una sola -herida, sino muchas, grandes y pequeñas. Profundiza más y encuentra la primera herida, la fuente original de toda la ira. Conseguirás encontrarla si lo intentas, porque está ahí. Está ahí; todo tu pasado sigue estando ahí. Es como una película, enrollada y esperando en tu interior. Desenróllala y empieza a buscar en la película. Así es el proceso de retroceder hasta la causa original. Y he aquí la belleza del proceso: si puedes retroceder conscientemente, si puedes sentir una herida conscientemente, la herida se cura al instante. ¿Por qué se cura? Porque la herida se crea por la inconsciencia, por no ser consciente. La herida forma parte de la ignorancia, del sueño. Cuando retrocedes conscientemente y contemplas la herida, la conciencia es una fuerza curativa. En el pasado, cuando se produjo la herida, se produjo en la inconsciencia. Te pusiste furioso, fuiste poseído por la ira, hiciste algo. Mataste a un hombre y has estado ocultándoselo al mundo. Puedes ocultárselo a la policía, puedes ocultárselo a los tribunales y a los jueces, pero ¿cómo vas a ocultártelo a ti mismo? Tú lo sabes, y duele. Y cada vez que alguien te da la oportunidad de ponerte furioso, te entra miedo porque podría volver a ocurrir, podrías matar a tu mujer. Retrocede, porque en ese momento en el que mataste a un hombre o te portaste como un loco porque estabas muy furioso, estabas inconsciente. Esas heridas se han conservado en el subconsciente. Ahora tienes que ir allí conscientemente. Retroceder significa ir conscientemente hasta cosas que hiciste en la inconsciencia. Retrocede. Solo la luz de la conciencia puede curarte; es una fuerza curativa. Todo lo que puedas hacer consciente quedará curado, y ya no dolerá más. Una persona que retrocede se libera del pasado. Y entonces el pasado ya no funciona, entonces el pasado ya no tiene poder sobre ella y el pasado queda terminado. El pasado ya no tiene sitio en su ser. Y cuando el pasado no tiene sitio en tu ser, quedas accesible para el presente, pero no antes. Necesitas espacio. El pasado ocupa mucho sitio en tu interior, es un basurero lleno de cosas muertas, no hay espacio para que entre el presente. Ese basurero no para de soñar con el futuro, así que la mitad del espacio está lleno de cosas que ya no existen y la otra mitad está llena de cosas que, aún no existen. ¿Y el presente? Simplemente, está esperando a la puerta. Por eso el presente no es más que un paso, un paso que va del pasado al futuro, solo un paso momentáneo. Termina con el pasado; si no terminas con el pasado, vivirás una vida fantasma. Tu vida no es auténtica, no es existencial. El pasado vive a través de ti, lo muerto sigue acosándote. Retrocede... Siempre que tengas ocasión cada vez que ocurre algo en ti, felicidad, infelicidad, tristeza, ira, celos... cierra los ojos y retrocede. Pronto adquirirás eficiencia para viajar hacia atrás. Pronto serás capaz de retroceder en tiempo y entonces se abrirán muchas heridas. Cuando esas heridas se abran en tu interior, no te pongas a hacer nada. No hay necesidad de hacer. Limítate a mirar, observar, contemplar. La herida está ahí... tú solo mírala, dale a la herida tu energía de observación, mírala. Mírala sin hacer ningún juicio... porque si juzgas, si dices:..«Esto es malo, no debería ser así», la herida se volverá a cerrar. Y entonces tendrá que esconderse. Cada vez que condenas, la mente intenta ocultar cosas. Así es como se crean el consciente y el subconsciente. Por lo demás, la mente es una sola; no hay necesidad de división alguna. Pero si tú condenas, entonces la mente tiene que dividirse y meter algunas cosas en la parte oscura, en el sótano, para que no las veas y no haya necesidad de condenar. No condenes, no aprecies. Limítate a ser testigo, un observador distanciado. No niegues. No digas: «Esto no está bien», porque eso es una negación y habrás empezado a suprimir. Distánciate. Limítate a mirar y observar. Mira con compasión y se producirá la curación. No me preguntes por qué ocurre, porque es un fenómeno natural. Es como cuando el agua se calienta a cien grados y se evapora. Nunca preguntas: «¿Por- qué no ocurre a los noventa y nueve grados?» Nadie puede responder él esa pregunta. Simplemente, ocurre que a los cien grados el agua se evapora. No hay que preguntar, la pregunta es irrelevante. Si se evaporara a los noventa y nueve grados, también preguntarías por qué. Si se evaporara a los noventa y ocho, preguntarías por qué. Simplemente, es natural que el agua se evapore a los cien grados. Lo mismo, ocurre con la naturaleza interior. Cuando una conciencia distanciada y compasiva llega a una herida, la herida desaparece, se evapora. No hay un porqué. Simplemente, es natural, así son las cosas así, es como ocurre. Cuando digo esto, lo digo por experiencia. Inténtalo, que la experiencia también es posible para ti. Esta es la manera.

jueves, 30 de marzo de 2023

Osho



 Una de las cosas más importantes que hay que entender del hombre es que el hombre está dormido. Aun cuando cree que está despierto, no lo está. Su estado de vigilia es muy frágil; su estado de vigilia es tan insignificante que carece por completo de importancia. Su vigilia es sólo una bonita palabra, pero totalmente vacía. Uno duerme de noche, duerme de día... desde el nacimiento hasta la muerte, uno va cambiando sus pautas de sueño; pero nunca llega a despertar de verdad. Sólo porque hayas abierto los ojos, no te engañes a ti mismo pensando que estás despierto. A menos que se te abran los ojos interiores, a menos que tu interior se llene de luz, a menos que puedas verte a ti mismo, ver quién eres... no creas que estás despierto. Esa es la mayor ilusión en la que vive el hombre. Y si uno se convence de que está verdaderamente despierto, entonces ya no tiene sentido hacer ningún esfuerzo por despertar. Lo primero que debes grabarte bien en el corazón es que estás dormido, completamente dormido. Estás soñando, un día tras otro. A veces sueñas con los ojos abiertos y otras veces con los ojos cerrados, pero estás soñando... tú mismo eres un sueño. Todavía no eres una realidad. Por supuesto, cualquier cosa que hagas en un sueño carece de sentido. Cualquier cosa que pienses es insustancial; cualquier cosa que proyectes seguirá formando parte de tus sueños y nunca te permitirá ver la realidad. Por eso todos los budas han insistido en una única cosa: ¡Despierta! Continuamente, a lo largo de los siglos, todas sus enseñanzas se pueden resumir en una sola frase: debes despertar. Y para ello han ideado métodos, estrategias, han creado contextos y espacios y campos de energía en los que un choque te puede hacer despertar. Sí, a menos que sufras un choque que te sacuda de arriba a abajo, no despertarás. El sueño ha durado tanto que ha llegado al centro mismo de tu ser; estás empapado en él. Cada célula de tu cuerpo y cada fibra de tu mente se han llenado de sueño. No es un fenómeno de poca monta. Por eso se necesita un gran esfuerzo para mantenerse alerta, atento, vigilante. Para convertirse en un testigo. Si hay una cuestión en la que están de acuerdo todos los budas del mundo, es esta: Que el hombre, tal como es, está dormido y debería despertar. El despertar es el objetivo y el despertar es la esencia de todas sus enseñanzas. Zaratustra, Lao Tzu, Jesús, Buda, Bahauddin, Kabir, Nanak... todos los despiertos han enseñado una única lección. En diferentes idiomas, con diferentes metáforas, pero su canción es la misma. Así como el mar tiene un sabor salado, ya se pruebe por el norte o por el sur, por el este o por el oeste, el sabor de la condición búdica es el estado de vigilia. Pero si sigues creyendo que ya estás despierto, no harás ningún esfuerzo. Te parecerá que no tiene sentido hacer esfuerzo alguno. ¿Para qué molestarse? Y habéis creado religiones, dioses, oraciones, ritos, sacados de los sueños. Vuestros dioses son parte de vuestros sueños, como todo lo demás. Vuestra política es parte de vuestros sueños, vuestras religiones son parte de vuestros sueños, vuestra poesía, vuestra pintura, vuestro arte... todo lo que hacéis. Como estáis dormidos, hacéis cosas según vuestro estado mental. Vuestros dioses no pueden ser diferentes de vosotros. ¿Quién los va a crear? ¿Quién les dará cuerpo, forma y color? Vosotros los creáis, vosotros los esculpís; tienen ojos como los vuestros, narices como las vuestras... ¡y mentes como las vuestras! El Dios del Antiguo Testamento dice: «Soy un Dios muy celoso.» Vamos a ver: ¿quién ha creado este Dios tan celoso? Dios no puede ser celoso, y si Dios es celoso, entonces ¿qué tiene de malo ser celoso? Si hasta Dios es celoso, ¿por qué tú habrías de pensar que estás haciendo algo malo cuando sientes celos? ¡Los celos son algo divino! El Dios del Antiguo Testamento dice: «Soy un Dios muy colérico. Si no cumplís mis mandamientos, os destruiré. Os arrojaré al fuego del infierno para toda la eternidad. Y como soy celoso, sigue diciendo Dios, no debéis adorar a nadie más. No puedo tolerarlo. ¿Quién creó semejante Dios? Esta imagen tuvo que crearse a partir de nuestros propios celos, de nuestra propia cólera. Es una proyección, una sombra nuestra. Un eco del hombre y de nadie más. Y lo mismo se puede decir de todos los dioses de todas las religiones. Por eso Buda nunca hablaba de Dios. «¿Qué sentido tiene hablarle de Dios a gente que está dormida? Escucharán en sueños. Soñarán con lo que se les diga y crearán sus propios dioses que serán completamente falsos, completamente absurdos. Es mejor prescindir de tales dioses.» Por eso a Buda no le interesa hablar de dioses. Lo único que le interesa es despertaros.

Yanis Varoufakis

 


 En 1989 mi amigo Vasilis, recién doctorado en Economía, se esforzaba por encontrar un trabajo, pero no lo conseguía. Cada mes que pasaba, Vasilis bajaba un poco el listón, de manera que cada vez aspiraba a un puesto de trabajo peor que el anterior. En algún momento, cuando ya estaba completamente desesperado, me escribió a Australia (donde me había trasladado) lo siguiente: «Lo peor que le puede pasar a alguien, querido Yanis, es encontrarse tan desesperado que esté dispuesto a vender su alma al diablo y que éste no quiera comprarla».

KONSTANTIN KOROTKOV

 ¿Te has preguntado alguna vez por qué los poetas, los narradores y los filósofos han sido tan valorados en todos los tiempos? No producían bienes, no construían casas ni conquistaban un imperio, y tampoco inventaban aparatos nuevos. Todo lo que podían hacer era soñar y hablar con los demás acerca de sus sueños y visiones. En diferentes siglos y en distintas civilizaciones, estos sueños tomaron muchas formas: las epopeyas de Homero y las visiones sufíes de Mukhi al-Din Ibn Arabi; los cuentos de Hans Christian Andersen y la filosofía de Dostoievski; las fantasías realistas de John Faulz y las novelas de J. K. Rowling. ¿Qué une a todas estas obras y otras miles escritas en diferentes épocas de la historia humana? Tienen distintos idiomas, estilos, maneras y pertenecen a diferentes continentes. Tienen algo en común: la imaginación y las imágenes surgidas en el cerebro de un escritor, filósofo o místico religioso se convierten en palabras y pasan a ser propiedad de la civilización. ¿Por qué estas historias son tan valoradas por otras personas? ¿Por qué los logros materiales de una época, como la ropa, utensilios, adornos y artículos de riqueza, desaparecieron sin dejar rastro, pero la más delicada cadena de palabras continuó viva después de que su creador se hubiera ido y, tras un tiempo, se convirtió en el orgullo de la nación? ¿Por qué nosotros, los seres humanos, somos tan aficionados a los cuentos de hadas y fantasías? ¿Qué esperamos encontrar en esas historias inventadas por otra persona?


miércoles, 29 de marzo de 2023

César Rendueles

 Lo que hace tan hilarante la obra de Sue Townsend es que Adrian Mole se apropia con un entusiasmo excesivo de lo que, de hecho, fue la ideología dominante de aquella época. Que un niño de clase obrera pasado de hormonas sea neoconservador, meritócrata y celebre henchido de patriotismo la boda real de Carlos de Inglaterra y Lady Di es tierno y desternillante. Que millones de trabajadores adultos hicieran exactamente lo mismo resulta espeluznante.

    En cierta ocasión, le preguntaron a Margaret Thatcher cuál había sido su principal logro político. Respondió: «Tony Blair y el nuevo laborismo». Tenía toda la razón. El neoliberalismo transformó el contrato social vigente desde la Segunda Guerra Mundial. Redefinió completamente lo que se consideraba políticamente posible, imposible o deseable. Así, millones de personas empezaron a sentirse más identificadas con los estilos de vida y las preocupaciones de unas élites inalcanzables que con vecinos de los que apenas les separaban un puñado de puntos porcentuales en la escala de ingresos.

  Cuando una vez le preguntaron a Tales que por qué no tenía hijos, dijo que por amor a los hijos. Y cuentan que dijo a su madre que le invitaba a casarse: «Aún no es momento oportuno». Luego, cuando ella insistió, después de pasar su juventud, contestó: «Ya no es momento oportuno».

Sam Kean

 La mayoría de los artículos sobre el «profesor Berg» se centraban en sus excentricidades, como que podía leer jeroglíficos y recitar la obra poética completa de Edgar Allan Poe; que para comer pedía compota de manzana en lugar de bistecs o bocadillos; que compraba diccionarios «para ver si estaban completos»; que viajaba con ocho trajes negros idénticos y nunca vestía ninguna otra ropa; que en una ocasión se ventiló un libro sobre el espacio-tiempo no euclidiano en el bullpen durante un partido doble en Detroit, y que la siguiente vez que visitó Princeton llamó a Albert Einstein para debatir el tema en profundidad. (Por todo ello, un periodista le puso al catcher el sobrenombre de «Einstein con pantalones de deporte»).


martes, 28 de marzo de 2023

 Cuando saquéis lo que hay dentro de vosotros, eso que tenéis os salvará. Si no tenéis eso dentro de vosotros, eso que no tenéis dentro de vosotros os matará. 

Evangelio apócrifo de Tomás

 Siempre ha sido evidente que en ciertas circunstancias la emoción altera el razonamiento. Abundantes pruebas fundamentan los criteriosos conceptos según los cuales se nos ha educado. ¡Mantener la cabeza fría, mantener a raya las emociones! No permitir que las pasiones interfieran con tus juicios... Como resultado, tendemos a considerar que la emoción es una facultad mental sobrante, que acompaña naturalmente a nuestro pensar racional sin que la hayamos invitado. Si es placentera, la gozamos como un lujo; si es penosa, la sufrimos como intrusión molesta. En cualquiera de los dos casos, el sabio nos recomienda experimentar la emoción y los sentimientos moderadamente. Debemos -dice- ser razonables. Esta creencia, ampliamente difundida, es muy sensata, y en ningún caso voy a negar que la emoción descontrolada o mal dirigida puede ser una fuente importante de conductas irracionales. Tampoco negaré que la razón en apariencia normal pueda ser perturbada sutilmente por sesgos afirmados en la emoción. Por ejemplo, un paciente aceptará más fácilmente una cura si se le dice que el noventa por ciento de los tratados está vivo al cabo de cinco años, y no tanto si se le dice que el diez por ciento ha muerto.1 A pesar de que el resultado final es el mismo, la impresión que provoca la mención de la muerte hace que la opción, aceptable en el primer marco de referencia, sea rechazada en el segundo; en resumen: una inferencia incoherente e irracional. El que incluso los médicos tengan la misma reacción que los pacientes comunes descarta la ignorancia como causal de la irracionalidad.

John N Gray



 Freud escribió a una de sus pacientes: «No dudo que para el destino sería más fácil que para mí curarla, pero ya se convencerá usted de que adelantamos mucho si conseguimos transformar su tristeza histérica en un infortunio corriente. Una vez restaurada su vida interior, tendrá usted más armas para luchar contra esa infelicidad». Para Freud, la búsqueda de la felicidad nos distrae del hecho de vivir. Sería mejor ponerse algo diferente como objetivo, un tipo de vida en el que uno no necesitara una ilusión de satisfacción para considerar el hecho de ser humano una experiencia interesante y que merece la pena vivir. Según el credo contemporáneo, la plenitud sólo puede encontrarse siendo la persona que uno realmente quiere ser. En cada uno de nosotros hay posibilidades únicas que esperan ser desarrolladas. Para nuestra desgracia, la mayor parte de estas posibilidades terminan en frustración, razón por la que a  mucha gente le ahoga su vida: han perdido la oportunidad de ser ellos mismos. ¿Pero saben acaso quién es la persona que quieren ser? Si llegaran a ser esa persona, ¿serían entonces «felices»? En la práctica sólo alguien que estuviera crónicamente triste basaría su vida en una especulación tan disparatada. Lo que en realidad ocurre es que la mayoría de la gente pasa su vida en un estado de prometedora agitación. Encuentran sentido en el sufrimiento que conlleva la lucha por la felicidad. En su huida del vacío, no hay nada a lo que la humanidad moderna esté tan apegada como a este estado de tristeza feliz. La idea de la realización personal debe mucho al movimiento romántico. Para los románticos, la originalidad era el logro supremo. Al crear nuevas formas, el artista era como un dios. Los poemas y los cuadros de los artistas románticos no eran variaciones sobre temas tradicionales. Estaban hechos para ser algo nuevo en el mundo y pronto comenzó a pensarse que cada vida humana podía ser original de esta misma manera. Sólo buscando y llegando a ser su yo verdadero podía uno ser feliz. Para Freud no había ningún yo verdadero que encontrar. La mente era un caos y la tarea de la razón consistía en poner orden sobre ella.

Rafael Alberti



 "Si mi voz muriera en tierra,

llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel de mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.
¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre las estrella el viento
y sobre el viento la vela!"


 Un joven monje llegó a un famoso monasterio. Era listo y deseaba hacer carrera: ser reconocido y dejar huella en el mundo. Al cabo de unos meses le permitieron dar algunas lecciones, pero todavía estaba a la sombra del abad, el anciano que dirigía el lugar. En sus clases se amontonaban los seguidores y en las del joven no había casi ninguno. Con la intención de desacreditar al anciano, una noche urdió un plan. Decidió que en la clase de la mañana se plantaría delante del abad con una paloma escondida a la espalda. Luego le retaría a adivinar si el pájaro estaba muerto o vivo: si respondía «muerto», lo soltaría para que volase libremente; si decía «vivo», le retorcería el cuello y lo mostraría muerto. El truco demostraría que el viejo no era un sabio. Por la mañana el abad inició la lección debajo de un frondoso árbol. Al poco el joven se levantó y habló bien alto: —¡Abad! —gritó—, tengo un pájaro a mi espalda. ¿Está vivo o está muerto? El anciano lo miró con serenidad y respondió: —Eso, amigo mío, depende enteramente de ti. El joven se quedó petrificado. Y, tras unos segundos, dejó volar a la paloma y se sentó a los pies de su maestro.

jueves, 23 de marzo de 2023

 Respetar profundamente la realidad implica aceptar las cosas tal como son —nuestro potencial, nuestras limitaciones y nuestra humanidad—. Si reconocemos que el sufrimiento es esencial en nuestra vida y que también aporta algunos beneficios, como el cultivo de la sabiduría y la compasión, lo admitiremos más fácilmente. Y si somos capaces de aceptar la pena y el dolor como sentimientos inevitables, sufriremos menos. Nathaniel Branden define la autoestima —para la que es fundamental la aceptación de uno mismo— como el sistema inmune del conocimiento. Contar con un sistema inmune fuerte no significa no estar nunca enfermo, sino enfermar menos y e n e l caso d e que así ocurriera, recuperarse más rápidamente. De forma parecida, es poco probable que el sufrimiento desaparezca completamente; sin embargo, a medida que el sistema inmune de nuestro conocimiento se va reforzando, sufrimos menos y cuando lo hacemos, la recuperación es más rápida. El hecho de que el sufrimiento tenga beneficios no significa que debamos buscarlo activamente —del mismo modo que no buscamos oportunidades de enfermar simplemente porque la enfermedad refuerce el sistema inmune—. En nuestras vidas, buscamos de forma natural el placer y tratamos de minimizar el dolor que soportamos. El mundo imperfecto e impermanente ofrece una gran cantidad de oportunidades, sin necesidad de buscarlas activamente, de fortalecer nuestro sistema inmune. La primera de las cuatro nobles verdades de Buda es la verdad del sufrimiento, una verdad que se puede rechazar o aceptar como una parte inevitable de nuestra condición de humanos. Y cuando se aprende a aceptar, incluso a abrazar, las experiencias difíciles, el sufrimiento se convierte en una herramienta, en un instrumento para crecer.

León Tolstói

 


"No sabía lo que quería; tenía miedo de la vida, quería escaparme de la vida, pero aún así esperaba algo de la vida".



JOHANN WOLFGANG VON GOETHE

 


Los defectos de un hombre son los de su época; sus virtudes y grandeza, mérito propio.

martes, 21 de marzo de 2023

  Si tú estás viviendo tu vida y yo estoy viviendo mentalmente tu vida, ¿quién está aquí viviendo la mía? Los dos estamos ahí. Ocuparme mentalmente de tus asuntos me impide estar presente en los míos. Me separo de mí misma y me pregunto por qué razón mi vida no funciona.

Shakespeare



La estupidez del mundo es tan superlativa que, cuando nos aquejan las desgracias, normalmente producto de nuestros excesos, echamos la culpa al sol, la luna y las estrellas, como si fuésemos canallas por necesidad, tontos por coacción celeste; granujas, ladrones y traidores por influjo planetario; borrachos, embusteros y adúlteros por forzosa sumisión al imperio de los astros, y tuviésemos todos nuestros vicios por divina imposición.


LEAR ¿Cuántos años tienes?
KENT Señor, ni tan pocos como para enamorarme de una mujer por su canto, ni tantos como para encapricharme de ella por cualquier cosa. Van cuarenta y ocho a mis espaldas.

Rainer Maria Rilke


 Si su diario vivir le parece pobre, no lo culpe a él. Acúsese a sí mismo de no ser bastante poeta para lograr descubrir y atraerse sus riquezas. Pues, para un espíritu creador, no hay pobreza; ni hay tampoco lugar alguno que le parezca pobre o le sea indiferente. Y aun cuando usted se hallara en una cárcel, cuyas paredes no dejasen trascender hasta sus sentidos ninguno de los ruidos del mundo, ¿no le quedaría todavía su infancia, esa riqueza preciosa y regia, ese sitio íntimo que guarda los tesoros del recuerdo? Vuelva su atención hacia ella. Intente hacer resurgir las inmersas sensaciones de ese vasto pasado. Así verá cómo su personalidad se afirma, cómo se ensancha su soledad convirtiéndose en penumbrosa morada, mientras discurre muy lejos el estrépito de los demás. Y si de este volverse hacia dentro, si de este sumergirse en su propio mundo, brotan luego unos versos, entonces ya no se le ocurrirá preguntar a nadie si son buenos. Tampoco procurará que las revistas se interesen por sus trabajos. Pues verá en ellos su más preciada y natural riqueza: trozo y voz de su propia vida.

domingo, 19 de marzo de 2023

Raghava KK



 Creo que fue en segundo grado que me pescaron dibujando el busto de un desnudo de Miguel Ángel. Me mandaron directamente a ver a la directora y ella, una dulce monja, miró mi cuaderno con disgusto hojeó las páginas, vio los desnudos... ya saben, había estado viendo a mi madre dibujar desnudos y la imitaba... y la hermana me dio una bofetada diciendo: "Santo Jesús, este niño ya ha comenzado". Yo no tenía idea de qué estaba hablando pero fue tan convincente que no volví a dibujar otra vez hasta noveno grado gracias a una charla realmente aburrida. Empecé a caricaturizar a mis profesores. Y, ya saben, me hice muy popular. No hago deportes. Soy muy malo haciendo deportes. No tengo los aparatos de moda en casa. No soy el mejor de la clase. Por eso las caricaturas me dieron un sentido de identidad. Me volví popular pero temía que me atraparan de nuevo. Así que lo que hice fue rápidamente juntar todo en un collage de todos los profesores que había dibujado glorificando al director, poniéndolo bien en la cima y se lo regalé. Se rió mucho de los otros profesores y lo puso arriba en la cartelera. Esto es parte del collage. Me volví un héroe escolar. Los más grandes me conocían. Me sentía muy especial.

Hafez


Frases


Pobre y cansado a tu umbral he venido, ¡apiádate de mí!,

que no rengo otro apoyo que el que viene de ti.

 

Ven, que el mensajero de la taberna anoche dijo:

En esta plenitud permanece y no huyas del destino.

 

Entre Amado y amante, Hafez, no hay ningún velo.

Tú eres tu propio velo, quítate ya de en medio.

viernes, 17 de marzo de 2023

Louise Michel


 «Quienes se acercan a ella por primera vez se ven sorprendidos al encontrarse ante una mujer afable, desde un buen inicio, de voz dulce, con ojos chispeantes de inteligencia y rebosantes de bondad. Tras haber hablado con ella un cuarto de hora todos los bandos desaparecen: todos se hayan subyugados, embelesados, fascinados, conquistados».

Mario Alonso Puig

  


La importancia de la postura en aspectos que en apariencia no tienen ninguna relación, como es la gestión emocional, se conoce y practica en el yoga y otras disciplinas. En Occidente fue Matthias Alexander la persona que, probablemente, más nos ilustró sobre este aspecto fundamental de nuestra fisiología.

    Frederick Matthias Alexander nació en 1869 en Tasmania (Australia). Este hombre era un actor especializado en interpretar a Shakespeare. En un momento determinado, Alexander empezó a experimentar un problema muy serio con su voz. En medio de la representación teatral, se quedaba sin voz. Ya nos podemos imaginar lo que tiene que suponer quedarse sin voz para alguien cuya vocación y profesión es la de actor.
    A pesar de que Alexander consultó a varios especialistas médicos, ninguno le supo encontrar ni una causa a su dolencia ni mucho menos una solución, aunque fuera solamente parcial. Ante ello, este hombre excepcional, en lugar de abandonar o desesperarse, comenzó a investigar para encontrar una respuesta a la pregunta «¿qué es lo que me está pasando?».
    Lo primero de lo que se dio cuenta mediante la utilización de espejos fue que sus sistemas de referencia sensorial no le daban una información correcta. Cuando él tenía la sensación de que llevaba la cabeza en una cierta posición, al pasar frente a un espejo, se daba cuenta de que la llevaba o más adelante o más atrás de lo que pensaba.
    Su segundo gran descubrimiento fue que el cuerpo tiene sus propios sistemas de autocorrección, pero que los bloqueamos con una serie de patrones mentales y automatismos que se ven reflejados en la manera en la que usamos nuestro cuerpo. Para Alexander, si evitamos que suceda lo que es disfuncional, sencillamente dándonos cuenta de ello y corrigiéndolo, sólo aparecerá lo que es funcional. Por tanto, para él, la clave era primero ser conscientes, luego inhibir la reacción incorrecta y, finalmente, dirigirla hacia lo correcto.
    Todo cambio personal importante requiere pasos semejantes. Primero, pasar de la incompetencia inconsciente a la incompetencia consciente. Ello implica una elevación del nivel de consciencia, es decir, de la capacidad de darnos cuenta de algo de lo que no nos habíamos dado cuenta antes.
    El segundo paso es de la incompetencia consciente a la competencia consciente. Aquí lo que hacemos es usar nuestra fuerza de voluntad y nuestro compromiso para hacer lo que hemos decidido hacer aunque nos cueste. Ésta es una fase muy dura porque hay que estar en lucha permanente para evitar que los viejos automatismos nos apresen.
    El tercer y último paso es el de la competencia consciente a la competencia inconsciente, es decir, que se ha creado un hábito mucho más beneficioso y saludable.
    Negarse a seguir la reacción de máquina lleva, poco a poco, a la manifestación de una respuesta más natural. De alguna manera, no puede suceder lo correcto hasta que no dejamos de hacer lo incorrecto.
    Matthias Alexander era consciente de que la manera en la que nos usamos a nosotros mismos afecta a nuestros estados de ánimo y que aprender a sentarse de una manera correcta, moverse de una manera adecuada y hablar manteniendo la cabeza en una posición equilibrada tiene repercusiones no sólo en cómo uno se siente, sino también en su nivel de claridad mental e incluso en la potencia de la voz.
    Alexander daba más importancia a la dirección que se seguía que al objetivo en sí. Consciente de lo arraigados que están muchos de nuestros hábitos, era esencial que tuviéramos claro hacia dónde queríamos ir, sin que nos importara el coste. Lo correcto poco a poco se va desplegando y nuestra misión es sencillamente no entrometernos. Solamente la confianza y la certeza de que el cambio se va a producir antes o después, es lo que hace que las personas no tiremos la toalla.
    Muchos hábitos cierran puertas y lo que tenemos que hacer es abrirlas a base de prestar mayor atención a lo que hacemos. Se trata de una atención que no juzga, ya que lo que se busca en este caso es simplemente potenciar la capacidad de observar. Alexander nos invitaba a dar mucha más libertad a nuestro cuello, a liberar parte de su gran rigidez. También nos animaba a dejar que el tronco se alargara y se expandiera, desprendiéndonos de esas posturas contraídas y restrictivas.
    Matthias Alexander no sólo recuperó y potenció su voz como actor, sino que ayudó a muchas personas en el mundo a recuperar funcionalidades que tenían perdidas.
    Metodologías como el Yoga, el Tai chi Chuang o el Qi Gong son tan potentes y efectivas porque también ellas nos ayudan a armonizar y equilibrar nuestra mente a través del cuerpo. Todas ellas, desde hace miles de años, nos vienen revelando algo fascinante: el cuerpo posee una sabiduría que el pensamiento no alcanza a comprender.
    Resumen final
    El cuerpo es el inconsciente, y por eso, cuando usted cuida su cuerpo, cuida su mente, y cuando cuida su mente, también cuida su cuerpo.

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