-¿Qué ves?
jueves, 29 de febrero de 2024
Pureza Canelo
Lo intenté por tercera vez
miércoles, 28 de febrero de 2024
Pessoa
Si te quieres matar… ¿por qué no has de quererlo?
¡Ah, aprovecha, que yo, que amo tanto la vida y la muerte,
Si me atreviera a matarme también me mataría…
Ah, si te atrevieras, ¡atrévete!
¿De qué te sirve el cuadro sucesivo de las imágenes exteriores al que llamamos mundo,
El cuadro cinematográfico de las horas que son representadas
Por actores convencionales en poses predeterminadas,
El circo policromo de nuestro dinamismo sin fin?
¿De qué te sirve tu mundo interior, que desconoces?
Tal vez matándote lo conozcas al fin…
Tal vez al acabar comiences…
Y de todas maneras, si estás cansado de ser,
Ah, ¡cánsate noblemente
Y no cantes, como yo, la vida por borrachera,
No saludes, como yo, a la muerte en la literatura!
¿Haces falta? ¡Oh sombra fútil llamada nosotros!
Nadie hace falta; a nadie le haces falta tú…
Sin ti todo marcha bien, sin ti.
Tal vez para los demás sea peor que existas a que dejes de existir…
Tal vez peses más durando que dejando de durar…
¿La pena de los demás…? ¿Tienes anticipados remordimientos de que te lloren?
Cálmate; pocos te llorarán…
El impulso vital extingue las lágrimas poco a poco
Cuando no son por cosas propias,
Cuando son por lo que sucede a los demás, sobre todo la muerte,
Que es algo después de lo que nada sucede a los demás…
Primero es la angustia, la sorpresa de que haya llegado
El misterio y la ausencia de tu vida comentada…
Después el horror del cajón visible y material,
Y de los hombres de negro que ejercen la profesión de estar allí.
Después la familia que vela, inconsolablemente contando anécdotas,
Lamentando la pena de que te hayas muerto,
Y tú, mera causa ocasional de aquellos lloros,
Tú, verdaderamente muerto, mucho más muerto de lo que te imaginas,
Mucho más muerto aquí de lo que te imaginas
Aunque te encuentres mucho más vivo más allá.
Después, la trágica retirada hacia el panteón o la fosa,
Y después el principio de la muerte de tu recuerdo.
Primero se da en todos un alivio
De la tragedia un poco aburridora de que te hayas muerto…
Después, la conversación se aliviana cotidianamente
Y la vida de cada día recupera su ritmo
Después, lentamente, se te olvida.
Sólo en dos fechas se te recuerda, cada aniversario:
Cuando se cumplen años de tu nacimiento y cuando se cumplen años de tu muerte.
Nada más, nada más, absolutamente nada más.
Piensan en ti dos veces, cada año.
Suspiran por ti dos veces cada año aquellos que te amaron.
Y alguna que otra vez suspiran, si por azar se habla de ti.
Enfrenta en frío, enfrenta en frío lo que somos…
Si te quieres matar, mátate…
¡No tengas escrúpulos morales, recelos de la inteligencia!
¿Qué escrúpulos, qué recelos crees que tiene la mecánica de la vida?
¿Qué escrúpulos químicos crees que tiene el impulso que engendra
Las savias, la circulación de la sangre, el amor?
¿Qué memoria de los demás tiene el ritmo alegre de la vida?
Ah, pobre vanidad de carne y hueso llamada hombre,
¿No ves que no tienes importancia alguna?
Eres importante para ti, porque es a ti a quien tú sientes,
Eres todo para ti porque eres el universo para ti,
El mismo universo y los otros
Satélites de tu subjetividad objetiva.
Eres importante para ti porque sólo tú eres importante para ti.
Y si eres así, oh mito ¿por qué los demás no han de ser así?
¿Tienes, como Hamlet, pavor a lo desconocido?
Pero, ¿qué es lo conocido? ¿Qué es lo que conoces
Para que llames desconocido a algo en especial?
¿Tienes, como Falstaff, el amor grasoso por la vida?
Si la amas así de materialmente, ámala todavía más materialmente:
¡Vuélvete parte carnal de la tierra y de las cosas!
Dispérsate, sistema físico químico
De células nocturnamente conscientes,
En la nocturna conciencia de la inconsciencia de los cuerpos,
En el gran cobertor que no-cubre-nada de las apariencias,
En la hierba y en el césped de la proliferación de los seres,
En la niebla atómica de las cosas,
En las paredes en vórtice
Del vacío dinámico del mundo…
martes, 27 de febrero de 2024
Hellen Keller recordaba una conversación con una amiga que acababa de regresar de un paseo por el bosque. Cuando le preguntó a su amiga qué había observado, ésta respondió: «Nada en particular.»
«Me pregunto cómo es posible —dijo Helen— caminar
durante una hora por el bosque y no ver nada notable. Yo,
que no puedo ver, encuentro cientos de cosas: la delicada
simetría de una hoja, la piel lisa de un abedul plateado, la
corteza áspera de un pino. Yo, que soy ciega, puedo dar un
consejo a los que ven: usad vuestros ojos como si mañana
fueran a quedar ciegos.
*Oíd la música de las voces, la canción de un pájaro, las
poderosas melodías de una orquesta como si mañana fuerais
a quedaros sordos.
'Tocad cada objeto como si mañana fuerais a perder el tacto
'Oled el perfume de las flores, saboread con deleite cada
bocado, como si a partir de mañana ya no pudierais volver a
saborear u oler.
Aprovechad al máximo cada sentido.
Gozad la gloria de todas las facetas y placeres y belleza que el mundo os revela.»
Alex Rovira
No puede haber aprendizaje sin entusiasmo. Se habla mucho en el aprendizaje de la cultura del esfuerzo, pero creo que es un grave error, porque el esfuerzo, en sí mismo, solo el esfuerzo, no es un valor final, el un valor instrumental. El esfuerzo es un instrumento, por lo tanto, creo que, como clave de aprendizaje, estaría el entusiasmo, la pasión, el esfuerzo, pero el esfuerzo combinado con algo fundamental, que es la alegría y el reconocimiento. Pensemos de nuevo en aquellas maestras y maestros que han sido los mejores que hemos tenido en nuestra vida, y veréis que, invariablemente, nos invitaban seguramente al esfuerzo, pero ¿desde dónde? Desde el contagio de la alegría, desde el contagio de la pasión, desde el reconocimiento. Bonita palabra reconocimiento, porque no implica solo valorización del otro, sino reconocer, volvernos a conocer continuamente liberándonos de prejuicios, imágenes proyectadas. Y creo que esa combinación de entusiasmo, pasión, esfuerzo, alegría, reconocimiento, son claves del aprendizaje. Para Celso, el químico, el sabio alquimista, decía que cuanto mayor es el conocimiento, más grande es el amor, pero que cuanto más grande es el amor, más queremos saber. Hay una dialéctica maravillosa entre el amor y el conocimiento: yo te amo, te quiero conocer más, y cuanto más te conozco, en principio, más te voy a amar, y eso es válido siempre que se mueva en una dialéctica de respeto, de reconocimiento…
lunes, 26 de febrero de 2024
domingo, 25 de febrero de 2024
Victor Hugo
— Discutíamos sobre filosofía.
— ¿Y bien?
— ¿A quién prefieres tú, a Descartes o a Spinoza?
— A Désaugiers — respondió Tholomyès. Dictada esta sentencia, bebió y continuó — : Consiento en vivir. No todo ha concluido en la tierra, puesto que todavía se puede disparatar. Doy por ello gracias a los dioses inmortales. Se miente, pero se ríe. Se afirma, pero se duda. Lo inesperado brota del silogismo. Es hermoso. Hay también, aquí abajo, seres humanos que saben alegremente abrir y cerrar la caja de sorpresas de la paradoja. Esto que bebéis tan tranquilamente, señoras, es vino de Madeira, sabedlo, de la cosecha del Coural das Freiras , que se halla a trescientas diecisiete toesas sobre el nivel del mar. ¡Atención al beber! ¡Trescientas diecisiete toesas! ¡Y el señor Bombarda, el magnífico fondista, os da estas trescientas diecisiete toesas por cuatro francos cincuenta céntimos!
Fameuil interrumpió de nuevo:
— Tholomyès, tus opiniones son ley. ¿Cuál es tu autor favorito?
sábado, 24 de febrero de 2024
jueves, 22 de febrero de 2024
Stefano Mancuso
Es para mí un honor presentarles al único hombre en Estados Unidos que conoce los recovecos del África más oscura: el mayor Frederick R. Burnham». La historia de Burnham roza lo increíble, y el número de hazañas en las que participó a lo largo de su vida es literalmente incalculable.
Era capaz de soportar privaciones y heridas que para otros habrían supuesto la muerte. Se decía que tenía siete vidas, como los gatos, las mismas que habría necesitado un héroe de los nuestros para presenciar -ya no digamos protagonizar- las innumerables aventuras que marcaron la vida del mayor Burnham. Trataré de enumerar solo las principales. Nació en una reserva de los indios dakota, de padres misioneros. Cuando todavía iba en pañales, sobrevivió a un ataque de los sioux del jefe Pequeño Cuervo durante la guerra dakota de 1862. A los doce años, llegó solo a California, donde trabajó como mensajero a caballo para la Western Union Telegraph Company. A los catorce años, era ya un rastreador experto en seguir la pista de los indios en las guerras apaches. Participó en una expedición cuyo fin era capturar o asesinar a Gerónimo. Participó en la guerra de Pleasant Valley. Aprendió a disparar con ambas manos y a lomos de un caballo al galope. Fue ayudante del sheriff del condado de Pinal. En 1893, convencido de que el Oeste americano se había convertido en un lugar demasiado apacible, partió con su esposa y su hijo hacia África del sur con la intención de unirse a los pioneros británicos de Matabelelandia (más tarde conocida como Rodesia). Mientras recorría a pie, con su mujer y su hijo, los mil seiscientos kilómetros que separan Durban de Matabelelandia, estalló la guerra entre los británicos y los matabeles del rey Lobengula. Se enroló y se convirtió en héroe nacional de Inglaterra. En 1895, guio a una expedición británica por el norte de Rodesia. Participó en el descubrimiento de numerosas minas de cobre y fue elegido miembro de la Real Sociedad Geográfica. En 1896, participó en la segunda guerra matabele, durante la cual conoció a Robert Baden-Powell, con quien proyectó una organización que vería la luz una década más tarde: los boy scouts. Regresó a Estados Unidos al enterarse de la guerra de Cuba, pero llegó tarde, cuando los combates ya habían concluido. En 1900, estaba explorando la región del Klondike cuando recibió un telegrama en el que se le pedía que participase como jefe de exploradores de los británicos en la segunda guerra bóer; Burnham no se hizo de rogar y salió disparado del Klondike a Ciudad del Cabo, en el otro extremo del globo. Durante el conflicto, pasó la mayor parte del tiempo tras las líneas enemigas saboteando puentes y vías férreas. En dos ocasiones lo capturaron y las dos veces escapó. Lo hirieron de gravedad, pero sobrevivió. Fue invitado a cenar con la reina Victoria, cuyo hijo, Eduardo VII, lo nombró mayor del ejército británico. Entre 1902 y 1904, trabajó como guía para expediciones mineras. Después de eso, combatió en la Primera Guerra Mundial. Realizó tareas de contraespionaje. Encontró petróleo en California. Se hizo rico… Y podría seguir, pero voy a detenerme aquí.
Pascal Mercier
Cuando hablamos sobre nosotros mismos, sobre otros, o simplemente sobre cosas diversas, podría decirse que queremos hacer una revelación con nuestras palabras: queremos dar a conocer lo que pensamos y lo que sentimos. Queremos permitirles a los otros que vean algo del interior de nuestra alma. (We give them a piece of our mind18 , como dicen en inglés. Me lo dijo un inglés, parados ante la baranda de un barco. Fue el único bien de algún valor que traje de vuelta de ese país tan absurdo. Quizás también el recuerdo del irlandés de la pelota roja en All Souls). En ese dar a conocer nuestra mente, esa revelación de nuestro propio ser, somos los únicos directores de escena, los dramaturgos de la autodeterminación. ¿Y esto no será acaso una total falsedad? Pues no sólo nos revelamos con nuestras palabras. También nos traicionamos. Dejamos entrever más de lo que queríamos revelar y a veces lo que se revela es lo contrario de lo que queríamos comunicar. Y los otros pueden interpretar nuestras palabras como síntomas de algo que quizás nosotros ignorábamos. Como síntomas de la enfermedad de ser nosotros mismos. Puede ser divertido mirar así a los otros, puede hacemos más tolerantes, pero también puede ponernos un arma en la mano. Además, si en el instante mismo en que comenzamos a hablar pensamos que los otros hacen exactamente lo mismo con nosotros, se nos pueden quedar las palabras atravesadas en la garganta y el miedo puede hacernos enmudecer para siempre.
miércoles, 21 de febrero de 2024
Cristina Peri Rossi
Ahora que todas las regiones
quieren ser naciones
yo busco la tierra de nadie
un lugar sin nombre
que nadie reclame
un lugar de paso
transitorio como la vida misma
sin patria
sin banderas
sin fronteras
sin lengua identitaria
más que la lengua de la poesía.
Territorio de los sueños
donde todo está por empezar
donde todo está por explorar.
lunes, 19 de febrero de 2024
Italo Calvino
"Me doy cuenta de que hasta ahora he hablado poco de la diversión que se puede sentir al escribir: si uno no se divierte al menos un poco, no puede salir nada bueno. Para mí hacer cosas que me diviertan quiere decir hacer cosas nuevas. Escribir es en sí misma una ocupación monótona y solitaria: si uno se repite, es presa de un desaliento infinito. Claro, hay que decir también que la página que parece haberme salido más espontánea me cuesta una fatiga enorme; la satisfacción, el alivio suelen llegar después, a obra terminada. Pero lo que importa es que se diviertan los que leen, no que me divierta yo".
Jorge Luis Borges
"Yo pensé que uno tiene el deber de ser feliz, no por uno sino por las personas que lo quieren a uno. Uno debe ser o simular ser feliz para no apenar a quienes lo quieren.
Yo estaba siguiendo un tratamiento para la vista. Mi madre, que estaba muriéndose, había cumplido ya 99 años y tenía terror de llegar a los cien, me decía: “Ahora ves un poco mejor”. Y yo, con toda crueldad, con toda pedantería, le dije: “No, sigo no viendo”. Nada me hubiera costado mentirle, decirle: “Sí, estoy viendo un poco más, ahora percibo tal color…” ¿Por qué no lo hice? Es imposible que haya obrado de un modo tan terrible, pero me acuerdo de haberlo hecho delante de todos ustedes.
Entonces yo pensé, claro, he cometido el peor de los pecados, no ser feliz. No por uno; si hay otros que lo quieren a uno, uno tiene por lo menos que fingir, simular la felicidad.”
-
sábado, 17 de febrero de 2024
Yo te di, de mi vida completa
¿Pero qué no ves que toda vida, toda creación en el campo que sea, todo acto de amor, no es más que una rebeldía contra la extinción, no importa que sea falsa o verdadera, que dé resultados o no?
David Foster Wallace
"Tuve un profesor que me gustaba que solía decir que la tarea de la mejor narrativa era relajar al inquieto e inquietar al relajado. Supongo que buena parte del propósito de la narrativa seria es proporcionar al lector, quien como todos nosotros es una especie de náufrago en su propio cráneo, proporcionarle acceso imaginativo a otros yos. Dado que sufrir forma parte ineludible de tener un yo humano, los humanos se acercan al arte en alguna medida para experimentar sufrimiento, necesariamente como experiencia vicaria, más bien como una especie de generalización del sufrimiento. ¿Me explico? En el mundo real, todos sufrimos en soledad; la empatía verdadera es imposible. Pero si una obra de ficción nos permite de forma imaginaria identificarnos con el dolor de los personajes, entonces también podríamos concebir que otros se identificaran con el nuestro. Esto es reconfortante, liberador; hace que nos sintamos menos solos",
viernes, 16 de febrero de 2024
Charles Baudelaire
Hermann Hesse
-Porque yo soy como tú. Porque estoy precisamente tan sola como tú y como tú no puedo amar ni tomar en serio a la vida ni a las personas ni a mi misma. Siempre hay alguna de esas personas que pide a la vida lo más elevado y a quien no puede satisfacer la insulsez y rudeza de ambiente. -¡Tú, tú! -exclamé hondamente admirado-. Te comprendo, camarada; nadie te comprende como yo. Y, sin embargo, eres para mí un enigma. Tú te las arreglas con la vida jugando, tienes esa maravillosa consideración ante las cosas y los goces minúsculos, eres una artista de la vida. ¿Cómo puedes sufrir con el mundo? ¿Cómo puedes desesperar? -No desespero, Harry. Pero sufrir por la vida, oh, sí; en eso tengo experiencia. Tú te asombras de que yo soy feliz porque sé bailar y me arreglo tan perfectamente en la superficie de la vida. Y yo, amigo mío, me admiro de que tú estés tan desengañado del mundo, hallándote en tu elemento precisamente en las cosas más bellas y profundas, en el espíritu, en el arte, en el pensamiento. Por eso nos hemos atraído mutuamente, por eso somos hermanos. Yo te enseñaré a bailar y a jugar y a sonreír y a no estar contento, sin embargo. Y aprenderé de ti a pensar y a saber y a no estar satisfecha, a pesar de todo. ¿Sabes que los dos somos hijos del diablo? -Sí, lo somos. El diablo es el espíritu; nosotros sus desgraciados hijos. Nos hemos salido de la naturaleza y pendemos en el vacío. Pero ahora se me ocurre una cosa: en el tratado del lobo estepario, del que te he hablado, hay algo acerca de que es sólo una fantasía de Harry el creer que tiene una o dos almas, que consiste en una o dos personalidades. Todo hombre, dice, consta de diez, de cien, de mil almas. -Eso me gusta mucho -exclamó Armanda-. En ti, por ejemplo, lo espiritual está altamente desarrollado, y a cambio de eso te has quedado muy atrás en toda clase de pequeñas artes de la vida
jueves, 15 de febrero de 2024
Conversación entre el poeta Coleridge y un admirador que lo fue a visitar:
Admirador: Creo que debe dejarse a los niños total libertad para que piensen y actúen desde que son muy pequeños y puedan tomar sus propias decisiones sin que nosotros intervengamos. Sólo así podrán desarrollar al máximo toda su potencialidad.
Coleridge: Ven a ver mi jardín…
Acompañó a su visitante al jardín y al verlo exclamó:
Visitante: ¡Pero esto no es un jardín… esto es un patio lleno de maleza!
Coleridge: Solía estar lleno de rosas, pero este año decidí dejar a las plantas de mi jardín en total libertad de crecer a sus anchas sin atenderla. Y éste es el resultado.
Anne Michaels
Durante la Segunda Guerra Mundial innumerables manuscritos — diarios, memorias, testimonios oculares — se perdieron o fueron destruidos. Quienes no vivieron para recuperarlas ocultaron deliberadamente algunas de estas narraciones — enterrándolas en jardines traseros, metiéndolas en las paredes y debajo de los suelos.
Otras historias permanecen ocultas en el recuerdo, ni escritas ni relatadas. Y otras se recuperan, sólo por un azar de las circunstancias.
El poeta Jakob Beer, que fue también traductor de escritos póstumos de la guerra, murió arrollado por un automóvil en Atenas en la primavera de 1993, a la edad de sesenta años. Su mujer estaba junto a él en la acera; sobrevivió a su marido dos días. No tenían hijos.
Poco antes de su muerte, Beer había empezado a escribir sus memorias. «La experiencia que un hombre tiene de la guerra», escribió en una ocasión, «nunca termina con la guerra. El trabajo de un hombre, como su vida, nunca concluye».
miércoles, 14 de febrero de 2024
Marco Aurelio
Siempre que tropieces con la desvergüenza de alguien, de inmediato pregúntate: «¿Puede realmente dejar de haber desvergonzados en el mundo?» No es posible. No pidas, pues, imposibles, porque ése es uno de aquellos desvergonzados que necesariamente debe existir en el mundo. Ten a mano también esta consideración respecto a un malvado, a una persona desleal y respecto a todo tipo de delincuente. Pues, en el preciso momento que recuerdes que la estirpe de gente así es imposible que no exista, serás más benévolo con cada uno en particular. Muy útil es también pensar en seguida qué virtud concedió la naturaleza al hombre para remediar esos fallos. Porque le concedió, como antídoto, contra el hombre ignorante, la mansedumbre, y contra otro defecto, otro remedio posible. Y, en suma, tienes posibilidad de encauzar con tus enseñanzas al descarriado, porque todo pecador se desvía y falla su objetivo y anda sin rumbo. ¿Y en qué has sido perjudicado? Porque a ninguno de esos con los que te exasperas, encontrarás, a ninguno que te haya hecho un daño tal que, por su culpa, tu inteligencia se haya deteriorado. Y tu mal y tu perjuicio tienen aquí toda su base. ¿Y qué tiene de malo o extraño que la persona sin educación haga cosas propias de un ineducado? Procura que no debas inculparte más a ti mismo por no haber previsto que ése cometería ese fallo, porque tú disponías de recursos suministrados por la razón para cerciorarte de que es natural que ése cometiera ese fallo; y a pesar de tu olvido, te sorprendes de su error. Y sobre todo, siempre que censures a alguien como desleal o ingrato, recógete en ti mismo. Porque obviamente tuyo es el fallo si has confiado que tenía tal disposición, que iba a guardarte fidelidad, o si, al otorgarle un favor, no se lo concediste de buena gana, ni de manera que pudiese obtener al punto de tu acción misma todo el fruto. Pues, ¿qué más quieres al beneficiar a un hombre? ¿No te basta con haber obrado conforme a tu naturaleza, sino que buscas una recompensa? Como si el ojo reclamase alguna recompensa porque ve, o los pies porque caminan. Porque, al igual que estos miembros han sido hechos para una función concreta, y al ejecutar ésta de acuerdo con su particular constitución, cumplen su misión peculiar, así también el hombre, bienhechor por naturaleza, siempre que haga una acción benéfica o simplemente coopere en cosas indiferentes, también obtiene su propio fin.
Guillaume Apollinaire
"Acérquense al borde, les dijo. No podemos, tenemos miedo, contestaron. Acérquense al borde, repitió. Y se acercaron. Él los empujó...Y levantaron vuelo".
José Antonio Fernández Bravo
Era el primer día que pisaban un cole, recuerdo a uno que se pasó toda la mañana llorando porque se quería ir a su casa para jugar con un camión mediano. Yo no sabía qué hacer, porque mira qué experiencia tenía, salido de Magisterio, te acordabas de Vigotsky, de Piaget. Pero no recordabas qué decía Piaget cuando jugaban con un camión mediano. Entonces haces lo que puedes. Recuerdo que ya cuando yo tenía más miedo que ellos, se sentaron y yo les veía muy pequeñitos. Muy pequeños. Yo decía: “Dios mío”. Yo les hablaba muy tranquilamente y les dije: “Mirad, me llamo Antonio”. ¿Cómo les iba a decir José Antonio? Eran tan pequeños. Estuve a punto de decir Toñín. No vamos a… Pero vamos a dejar las cosas… Eso para otro día. Pues yo les dije: “Mirad, me llamo Antonio. Este es un colegio de religiosas”. Y los niños se me quedaban mirando así y no parpadeaban. Y yo dije: “No han entendido lo de religiosas”. Y entonces les dije: “Me llamo Antonio, y este es un colegio de monjas, pero yo no soy monja”. Todos rieron a carcajadas. Yo me asusté porque lo había hecho como explicación aclaratoria, eran tan pequeños que dije: “Oye, esto no puede ser”. Yo me asusté, ellos se rieron mucho y, ¿qué pasa? Pues mira, que ahí anoté una cosa grande en el cuaderno. La casualidad se convirtió en causalidad. Una casual circunstancia se convierte en algo causal y los niños se acercan más a ti cuando les haces sonreír. Entonces noté que es verdad que habrá que respetar a quienes creen que se puede aprender del llorar. Pero, creo que merece la pena dedicar la vida a hacerles sonreír.
lunes, 12 de febrero de 2024
Alex Rovira
Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El Principito, tiene una maravillosa que dice: «Si queremos un mundo de paz y de justicia, debemos poner la inteligencia al servicio del amor», esa me parece una frase brillante, poner la inteligencia al servicio del amor. Creo que era Marcel Proust que tenía un aforismo maravilloso que decía: «Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia», y eso tiene mucho que ver con la educación, con la transformación. Cómo la realidad es la que es, pero tu cambio te lleva a percibirla de otra manera, a ver nuevas posibilidades, a crear nuevos vínculos. Hay tantas frases… pero te diría que estas dos. Y, luego, me gusta mucho una frase de Virgilio, el poeta latino, que reza: «Pueden porque creen que pueden». No dice: «Pueden porque saben que pueden», y creo que este es un matiz importante. Hay mucha gente que sabe que puede, pero no hace. En cambio, hay gente que le han hecho creer que quizás no podía, pero con un ejercicio de transformación interior, han cultivado una enorme confianza en sí mismos, han experimentado, se han arriesgado y han podido. Yo creo que hay una diferencia enorme entre saber y creer. Todo el mundo sabemos que nos tenemos que morir, pero casi nadie se lo cree. Quien se lo cree porque le ha tocado la muerte cuando no toca y como no toca, vive la vida de una manera muy distinta. El saber es fundamental, pero el creer puesto al servicio de la inteligencia, de la confianza de crear un vínculo potente hace una trenza poderosísima con el saber. Por eso me gusta mucho esta frase de Virgilio: «Pueden porque creen que pueden». Y, luego, hay una de Edison que dice: «Los que dicen que es imposible no deberían molestar ni interrumpir a los que lo estamos haciendo», y me parece genial. Es decir, para los cínicos, los que intentan cargárselo todo, los que dicen que no hay nada a hacer, que siempre lo ha sabido y siempre lo sabrá. Creo que es una muy buena frase, y eso también implica necesariamente al universo de la educación. Podemos mejorar la educación, podemos hacer un universo mejor.
Peter Watson
Nacido en 1491 en el castillo de Loyola, en el País Vasco, Ignacio habría podido convertirse fácilmente en uno de los muchos conquistadores españoles que entonces viajaban al otro lado del Atlántico. Según su propia confesión, se había entregado a «las vanidades de este mundo». Y de hecho se hizo soldado, pero su carrera se truncó cuando durante un asedio fue alcanzado en una pierna por una bala de cañón. Mientras se recuperaba en su castillo, cuenta la historia, Ignacio descubrió que ninguno de los libros que tenía a su alcance era de su agrado, así que tuvo que conformarse con leer vidas de santos. La experiencia cambió por completo su vida. «Todo indica que decidió allí mismo convertirse en santo él mismo, una nueva especie de héroe romántico. “Santo Domingo hizo esto, por tanto tengo que hacer aquello; san Francisco hizo esto otro, por tanto también tengo que hacerlo” ». El método de entrenamiento que se impuso «para alcanzar la santidad» evidenciaba la disciplina y atención al detalle propias de un militar, y de hecho, sus Ejercicios espirituales continúan siendo el curso de autodisciplina básico en la orden que fundó: los jesuitas. «Se trata de un programa de ejercicios de cuatro semanas, un verdadero curso de asalto espiritual para los soldados de Jesús, con el objetivo de que alejen su mente del mundo para concentrarse en los horrores del infierno, la verdad salvadora de la historia evangélica y el ejemplo de Cristo». Un ejercicio, destinado a provocar el desprecio del propio cuerpo, reza: «mirar toda mi corrupción y fealdad corpórea; mirarme como una llaga y postema, de donde han salido tantos pecados y tantas maldades y ponzoña tan turpísima».
domingo, 11 de febrero de 2024
Pedro Salinas
jueves, 8 de febrero de 2024
Tomas Tranströmer
Algunos pueden dormir en paz, otros con semblantes tensos
miércoles, 7 de febrero de 2024
martes, 6 de febrero de 2024
Pascal Mercier
Ambos somos admiradores de Marco Aurelio y seguramente recordará este fragmento de sus Soliloquios: “Maltrátate en silencio, peca contra ti misma y violéntate, alma mía; pero luego ya no tendrás más tiempo de cuidarte y de respetarte. Pues cada uno tiene sólo una vida, una sola. La tuya ya ha casi transcurrido y no has prestado atención alguna a ti misma, sino que has actuado como si tu felicidad dependiera de las otras almas… Aquellos, empero, que no siguen con atención los impulsos de la propia alma serán necesariamente desgraciados”.
lunes, 5 de febrero de 2024
sábado, 3 de febrero de 2024
Hermann Hesse
-¿«Qué es eso de «justo»? ¿Qué quieres decir con eso? -Bueno, observa un animal cualquiera: un gato, un pájaro, o uno de los hermosos ejemplares en el Parque Zoológico: un puma o una jirafa. Verás que todos son justos, que ni siquiera un solo animal está violento o no sabe lo que ha de hacer y cómo ha de conducirse. No quieren adularte, no pretenden imponérsete. No hay comedia. Son como son, como la piedra y las flores o como las estrellas en el cielo. ¿Me comprendes? Comprendía. -Por lo general, los animales son tristes -continuó-. Y cuando un hombre está muy triste, no porque tenga dolor de muelas o haya perdido dinero, sino porque alguna vez por un momento se da cuenta de cómo es todo, cómo es la vida entera y está justamente triste, entonces se parece siempre un poco a un animal; entonces tiene un aspecto de tristeza, pero es más justo y más hermoso que nunca. Así es, y ese aspecto tenias, lobo estepario, cuando te vi por primera vez.
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