martes, 29 de noviembre de 2011
martes, 22 de noviembre de 2011
domingo, 6 de noviembre de 2011
Lee Shapiro
Lee Shapiro fue abogado y juez, y dejó la práctica del derecho ¡porque nunca recibía una ovación del jurado! Ahora es conferenciante y profesor especializado en ética y dirección de empresas, especiales habilidades y aptitudes personales.
Lee Shapiro es un juez retirado y también una de las personas más auténticamente amables y cariñosas que conocemos. En un momento de su carrera, Lee se dio cuenta de que el amor es el poder más grande que hay. Como resultado de ese descubrimiento se convirtió a la religión del abrazo: empezó a dar abrazos a todo el mundo. Sus colegas comenzaron a llamarlo «el juez de los abrazos». En el parachoques de su automóvil se lee: «No me fastidiéis, ¡abrazadme!».
Hace más o menos seis años, Lee inventó lo que él llama su «Equipo de abrazar». Por fuera dice: «Un corazón por un abrazo» y contiene treinta corazoncitos rojos bordados con un adhesivo al dorso. Lee saca su «Equipo de abrazar», se acerca a la gente y le ofrece un corazoncito rojo a cambio de un abrazo.
Gracias a esta práctica ha llegado a ser tan conocido que con frecuencia lo invitan a conferencias y convenciones donde puede compartir su mensaje de amor incondicional. En una conferencia que se realizó en San Francisco, los medios de comunicación locales le plantearon el siguiente reto: «Es fácil dar abrazos en esta conferencia dirigida a personas que han venido aquí porque han querido, pero eso sería imposible en el mundo real». Y lo desafiaron a que empezara a dar abrazos por las calles de San Francisco, seguido por un equipo de televisión de la emisora local. Lee salió a la calle y abordó a una mujer que pasaba: —Hola, soy Lee Shapiro, el juez de los abrazos, y doy un corazón de estos a cambio de un abrazo —explicó.
—Cómo no —fue la respuesta.
—Demasiado fácil —objetó el comentarista local. Lee miró a su alrededor y vio a una muchacha encargada de un parquímetro que lo estaba pasando mal a causa del propietario de un automóvil a quien estaba multando. Lee se encaminó hacia ella, con el cámara a su lado y le dijo: —Me parece que a ti te vendría bien un abrazo. Soy el juez de los abrazos y me ofrezco a darte uno.
Ella aceptó.
—Mire, ahí viene un autobús —lo desafió el comentarista de televisión—. Los conductores de autobús de San Francisco son la gente más dura, descortés y mezquina que hay en la ciudad. Vamos a ver si consigue usted que lo abracen.
Lee aceptó el reto. Cuando el autobús llegó a la parada, dijo al conductor: —Hola, soy Lee Shapiro, el juez de los abrazos. El suyo debe de ser uno de los trabajos más agotadores del mundo. Hoy ando ofreciendo abrazos a la gente para aliviarles un poco la carga. ¿Le apetece uno?
El hombrón de un metro ochenta y cuatro y más de noventa kilos de peso se levantó del asiento, bajó y le dijo: —¿Por qué no?
Lee lo abrazó, le dio un corazón y lo saludó con la mano mientras el autobús volvía a arrancar. Los del equipo de televisión estaban mudos. Finalmente, el presentador dijo: —Tengo que admitir que estoy muy impresionado.
Un día, Nancy Johnston, una amiga de Lee, llamó a su puerta. Nancy es payaso de profesión e iba vestida con su disfraz de trabajo, maquillada y con nariz postiza.
—Lee, coge un montón de tus «Equipos de abrazar» y vamos al hogar de incapacitados.
Tan pronto como llegaron, comenzaron a repartir globos, sombreros de carnaval, corazones y abrazos entre los pacientes. Lee se sentía incómodo: nunca había abrazado a nadie que tuviera una enfermedad terminal, que padeciera graves disfunciones físicas o mentales. Decididamente, aquello era excesivo para dos personas. Pero pasado un rato las cosas se volvieron más fáciles, ya que se fue formando un cortejo de médicos, enfermeras y ayudantes que los seguían de un pabellón a otro.
Pasadas varias horas, llegaron al último pabellón donde se alojaban los treinta y cuatro casos más graves que Lee había visto en su vida. La sensación fue tan horrible que lo descorazonó; pero, dado su compromiso de compartir su amor para conseguir un cambio, Nancy y Lee empezaron a abrirse paso por la habitación, seguidos por el séquito de médicos y enfermeras, que por aquel entonces ya llevaban corazones colgados al cuello y lucían sombreros de carnaval.
Finalmente, Lee llegó a la última persona, Leonard, que llevaba un gran babero blanco sobre el cual babeaba incesantemente. Lee miró a Leonard, que no dejaba de babear, y después se volvió a Nancy diciéndole: —Vayámonos, Nancy, a una persona así es imposible llegar.
—Vamos, Lee —respondió ella—. Es un ser humano como nosotros, ¿o no?
Y le puso un sombrero de mil colores en la cabeza. Lee sacó uno de sus corazoncitos rojos y lo pegó en el babero de Leonard. Después, tras hacer una inspiración profunda, se inclinó para abrazarlo.
Súbitamente, Leonard empezó a emitir un chillido.
Otros pacientes empezaron a golpear cacharros. Lee se volvió hacia el personal de la sala, en busca de alguna explicación, y se encontró con que todos los presentes, médicos, enfermeras y auxiliares, estaban llorando. —¿Qué es lo que pasa? —preguntó a la jefa de enfermeras. Lee jamás olvidará su respuesta: —En veintitrés años, es la primera vez que hemos visto sonreír a Leonard.
Así de sencillo es cambiar en algo la vida de la gente.
viernes, 4 de noviembre de 2011
GUADALUPE "PITA" AMOR
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Oscar Wilde
No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo.
jueves, 3 de noviembre de 2011
Einstein
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Paradigma
Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo golpeaban.
Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la escalera, a pesar de la tentación de las bananas.
Entonces, sustituyeron uno de los monos. Lo primero que hizo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le propinaron tremenda paliza. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera, aunque nunca supo el por qué de tal vapuleo.
Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho, lo volvieron a golpear. El cuarto y, finalmente, el quinto de los veteranos fueron sustituidos.
Quedó, entonces, un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a los plátanos.
Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentaba subir la escalera, con certeza la respuesta sería: “No sé, aquí las cosas siempre se han hecho así.”
No hay duda de que en este punto ya ha nacido un nuevo paradigma…
Gandhi
Tus creencias se convierten en tus pensamientos,
tus pensamientos se convierten en tus palabras,
tus palabras se convierten en tus actos,
tus actos se convierten en tus hábitos,
tus hábitos se convierten en tus valores,
tus valores se convierten en tu destino.
¿Qué es un fantasma?
Un evento terrible
condenado a repetirse una y otra vez
un instante de dolor quizás
algo muerto que parece por momentos vivo
un sentimiento suspendido en el tiempo
como una fotografía borrosa
como un insecto atrapado en ámbar.
Un fantasma, eso soy yo.
Alejandro jodorowsky
No sé donde estoy, pero sé que estoy en mí.
No sé que es Dios, pero Dios sabe lo que soy.
No sé lo que es el mundo, pero sé que es mío.
No sé lo que valgo, pero sé no compararme.
No sé lo que es el amor, pero sé que gozo de su existencia.
No puedo evitar los golpes, pero sé como resistirlos.
No puedo negar la violencia, pero puedo negar la crueldad.
No puedo cambiar al mundo, pero puedo cambiarme a mí mismo.
No sé lo que hago, pero sé que lo que hago me hace.
No sé quién soy, pero sé que no soy el que no sabe.
Las tres rejas
- Maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de usted con malevolencia.
- ¡Esperá! lo interrumpe el filósofo ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
- ¿Las tres rejas?
- Si. La primera es la VERDAD. ¿Estás seguro de que lo que querés decirme es absolutamente cierto?
- No. Lo oí comentar a unos vecinos.
- Al menos lo habrás hecho pasar por le segunda reja, que es la BONDAD. ¿Es bueno para alguien lo que me vas a decir?
- No. en realidad no. Al contrario …
- La última reja es la NECESIDAD ¿Es necesario hacerme saber lo que tanto te inquieta?
- A decir verdad, no.
- Entonces, dijo el sabio sonriendo, si no es VERDADERO, ni BUENO, ni NECESARIO, sepultémoslo en el olvido.
martes, 1 de noviembre de 2011
Alejandro Jodorowsky
“Uno no puede bañarse dos veces en la misma idea. Sigo el pensamiento de Heráclito que decía que uno no debía bañarse dos veces en el mismo río. Las ideas deben ser como las camisas, que uno se cambia constantemente. No hay que ser fiel con las ideas, ni siquiera con las políticas ni morales ni artísticas ni nada. Hay que usarlas mientras sean útiles y después cambiarlas. Si no, se envejece”
Enrique Lihn
En ”La danza de la realidad”, Alejandro Jodorowsky habla de su amigo poeta Enrique Lihn:
Su cuarto era pequeño, su cama estrecha, su armario enano. Sin embargo aquello estaba convertido en un palacio: Lihn, con letras menudas, llenas de ángulos, había cubierto las paredes y el techo de poemas. También los postigos y los cristales de la ventana, los muebles, la puerta, las tablas del suelo, el pergamino de la lámpara. Y a esto se le agregaban montones de hojas manuscritas, versos cubriendo el blanco de los libros; billetes de tranvía, boletos de cine, servilletas de papel, conteniendo a duras penas sus versos. Me sentí sumergido en un compacto mar de letras. Donde posaba mi mirada surgía un canto torturado pero hermoso.
- ¡Qué lástima, Enrique, esta obra maravillosa se va a perder!
- No importa: los sueños también se pierden y nosotros mismos, poco a poco, nos disolvemos. La poesía, sombra de un águila que vuela hacia el sol, no puede dejar huellas en la tierra. La oración que más complace a los dioses es el sacrificio. Un poema llega a su perfección, cual ave Fénix, cuando arde…
- ¡Qué lástima, Enrique, esta obra maravillosa se va a perder!
- No importa: los sueños también se pierden y nosotros mismos, poco a poco, nos disolvemos. La poesía, sombra de un águila que vuela hacia el sol, no puede dejar huellas en la tierra. La oración que más complace a los dioses es el sacrificio. Un poema llega a su perfección, cual ave Fénix, cuando arde…
El puente más corto
Parábola del caracol
Parábola del caracol I
Aquel pequeño caracol emprendió la ascensión a un cerezo en un desapacible día de finales de primavera. Al verlo, unos gorriones de un árbol cercano estallaron en carcajadas: «¿no sabes que no hay cerezas en esta época del año?» El caracol, sin detenerse, replicó: «no importa. Ya las habrá cuando llegue arriba». Llegara o no llegara, el caracol ya las anticipaba en su imaginación comenzando a subir con suma modestia.
La paciencia es la semisuma de un trabajo modesto y de una imaginación potente que anticipa el resultado, es decir, de una mirada positiva y propositiva.
Conversación entre el poeta Coleridge y un admirador que lo fue a visitar:
Admirador: Creo que debe dejarse a los niños total libertad para que piensen y actúen desde que son muy pequeños y puedan tomar sus propias decisiones sin que nosotros intervengamos. Sólo así podrán desarrollar al máximo toda su potencialidad.
Coleridge: Ven a ver mi jardín…
Acompañó a su visitante al jardín y al verlo exclamó:
Visitante: ¡Pero esto no es un jardín… esto es un patio lleno de maleza!
Coleridge: Solía estar lleno de rosas, pero este año decidí dejar a las plantas de mi jardín en total libertad de crecer a sus anchas sin atenderla. Y éste es el resultado.
Anthony Robbins
Que los caminos te salgan al paso.
Que el viento sople siempre a tu espalda.
Que el sol brille cálidamente en tu cara.
Y que las lluvias caigan suavemente sobre tus campos.
Ve en paz y contentento
Donde quiera que tus pasos te lleven,
Y hasta que nos volvamos a ver
Qué Dios te lleve amablemente en la palma de Su mano.
Liz Green acerca de carrera y vocación
La vocación no tiene que ver con encontrar un trabajo para hacer dinero, tiene que ver con sentir que vive una vida útil haciendo algo que ama. Entonces se pueden desarrollar aptitudes al servicio de ello, en lugar de elegir un trabajo simplemente para pagar el alquiler o los alimentos de la semana
“Si alguien tiene una mente muy vivaz y mucha curiosidad intelectual, y tiene un trabajo donde llena sobres o cajas todo el día, terminará odiando cada minuto.”
Miramos demasiado al mundo externo cuando empezamos a pensar qué queremos hacer con nuestras vidas. Preguntamos, “¿Cómo puedo tener éxito? ¿Dónde haré más dinero? ¿Qué quieren mis padres que yo haga? ¿Qué tipo de trabajo sería el más respetable y me ganaría un lugar en la comunidad?”Permanentemente miramos afuera, en lugar de descubrir con qué queremos contribuir con el mundo, y qué amamos y valoramos
Una persona siempre puede aprender habilidades nuevas – se puede aprender cómo utilizar una computadora, se puede aprender otro idioma, técnicas artísticas nuevas si uno se aplica. Sin embargo, no se puede aprender a ser otro.
Leonardo Da Vinci
Existe una anécdota del gran pintor, escultor e inventor Leonardo Da Vinci, acerca de su pintura “La ultima Cena”, una de sus obras más copiadas y vendidas en la actualidad. Tardó 20 años en hacerla debido a que era muy exigente al buscar a las personas que servirían de modelos.
Tuvo problemas en iniciar la pintura porque no encontraba al modelo para representar a Jesús, quien tenía que reflejar en su rostro pureza, nobleza y los más bellos sentimientos. Así mismo debía poseer una extraordinaria belleza varonil. Por fin, encontró a un joven con esas características, fue el primero que pintó.
Después fue localizando a los 11 apóstoles, a quienes pintó juntos, dejando pendiente a Judas Iscariote, pues no daba con el modelo adecuado. Este debía ser una persona de edad madura y mostrar en el rostro las huellas de la traición y la avaricia.
Por lo que el cuadro quedó inconcluso por largo tiempo, hasta que le hablaron de un terrible criminal que habían apresado.
Fue a verlo y era exactamente el Judas que el quería para terminar su obra, por lo que solicitó al alcalde le permitiera al reo que posara para él.
El alcalde conociendo la fama del maestro Da Vinci, aceptó gustoso y llevaron al reo custodiado por 2 guardias y encadenado al estudio del pintor. Durante todo el tiempo el reo no dio muestra de emoción alguna de que había sido elegido para modelo, mostrándose demasiado callado y distante. Al final, Da Vinci, satisfecho del resultado, llamó al reo y le mostró la obra, cuando el reo la vio, sumamente impresionado, cayó de rodillas llorando. Da Vinci, extrañado, le preguntó el por que de su actitud, a lo que el preso respondió: ¿Maestro Da Vinci, es que acaso no me recuerda?” Da Vinci observándolo le contesta: “No, nunca antes lo había visto”. Llorando y pidiendo perdón a Dios el reo le dijo: “Maestro, yo soy aquel joven que hace 19 años usted escogió para representar a Jesús en este mismo cuadro”…
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