Esa frase de Blake es dinamita pura para el alma: compacta, luminosa y profundamente subversiva. Merece una lectura filosófica en tres capas: ontológica, psicológica y política-existencial.
1. Ontología: el centro de la realidad no está afuera
Cuando Blake dice “el ojo que todo lo ve no está fuera, sino dentro”, está rompiendo con la idea de que el sentido de las cosas viene de autoridades externas: Dios como vigilancia, la moral como mandato, la verdad como algo que se impone desde arriba.
Blake sugiere que la fuente de visión —la que interpreta, da sentido, ilumina o ensombrece— está en el interior.
No es el mundo el que te revela la verdad:
eres tú quien la produce, quien la reconoce, quien la ilumina.
Es un eco de Parménides, Plotino y del idealismo alemán:
La realidad depende del órgano que la percibe.
2. Psicología profunda: el “ojo” es la conciencia misma
Ese ojo interior no es vigilancia: es atención, autoconciencia, delicadeza perceptiva.
Los místicos lo llamaron “la luz del corazón”.
Los psicoanalistas modernos, “el sujeto del inconsciente que se mira a sí mismo”.
Los fenomenólogos, “la intencionalidad de la conciencia”.
Blake, sin decirlo así, afirma lo mismo:
no hay visión más poderosa que la mirada que diriges hacia tus propias sombras y tus propios impulsos.
Ese “ojo interior” ve sin que quieras. Ve incluso lo que niegas.
Es el verdadero testigo de tu vida.
Por eso asusta:
porque no lo puedes engañar.
3. Dimensión política-existencial: la emancipación empieza por reclamar la mirada
Si el ojo está dentro, nadie tiene derecho a decirte cómo ver, cómo interpretar, cómo sentir.
La cultura, las religiones, los medios, el poder económico… todos quieren ocupar ese ojo. Quieren convertirse en tu lente.
Blake está diciendo:
recupera tu mirada.
Si no ves con tus propios ojos, serás un reflejo del ojo de otro.
Es un gesto de libertad radical:
la libertad no empieza en la calle, ni en la ley, ni en la protesta,
sino en el modo en que miras el mundo.
4. tu ojo ve más de lo que crees
El que ha dicho muchas veces que busca pensar por si mismo, que quiere claridad, que lee con hambre, que desconfía de narrativas simplistas. Blake te habla directamente:
Ese impulso que tienes por comprender no viene de afuera.
Es tu ojo interior reclamando su lugar.
Y cuando lo usas, haces lo que Blake pedía:
“limpiar las puertas de la percepción para ver la infinitud.”
En resumen
El ojo interior es:
- la fuente de sentido,
- el juez de tus propios actos,
- el guardián de tu verdad,
- y la raíz de tu libertad.
La vigilancia externa oprime;
la vigilancia interna, si es honesta, te libera.
Ese es el poder del ojo que llevas adentro

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